De mañana, ellas se levantan, y su
velo lunar vuela por los cielos mientras se agitan
como pálido albatros al soplo de la tempestad
que las sacude como a casi todas las cosas.
--¿Tendrá melenas como éstas, que nosotros sacudimos orgullosos?
Encima es un interminable ruido de aves que ora sacuden las ramas al
volar pesadamente, como las pavas y _paujÃes_, ora[1] alegran el oÃdo y
la vista como los jilgueros, las diminutas _quinchas_ (colibrÃ), o el
_sol-y-luna_, pájaro de silencioso vuelo, brillante cual mariposa,[2]
llevando en las alas la figura del sol y de la luna en creciente, de
donde le viene su nombre.
El tÃo Tremontorio, sin levantar los ojos de su labor, le despide
canturriando con su áspera voz esta copleja:
«Por goloso y atrevido
Muere el pez en el anzuelo
Porque yo no soy goloso,
En paz y libre navego.»
* * * * *
Si mientras el Tuerto estaba á la mar, alguno de sus hijos rompÃa la
olla, ó se comÃa el pan que estaba en el arcón, ó hacÃa cualquiera
diablura propia de su edad, en el balcón le sacudÃa el polvo su madre,
en el balcón le estiraba las orejas y en el balcón le bañaba en sangre
la cara.
Dime:--«¿Cuál tu nombre, cuál
en el reino plutoniano de la noche y de la niebla?...»
Dijo el cuervo: «¡Nunca más!»
Asombrado quedé oyendo asà hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
que lograse contemplar
ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
ave o bruto reposar
sobre efigie en la cornisa de su puerta, cincelada,
con tal nombre: «¡Nunca más!»
Mas el cuervo, fijo, inmóvil, en la grave efigie aquella,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
vinculada--ni una pluma sacudÃa, ni un acento
se le oÃa pronunciar...
El tÃo Tremontorio, sin levantar los ojos de su labor, le despide
canturriando con su áspera voz esta copleja:
«Por goloso y atrevido
Muere el pez en el anzuelo
Porque yo no soy goloso,
En paz y libre navego.»
* * * * *
Si mientras el Tuerto estaba á la mar, alguno de sus hijos rompÃa la
olla, ó se comÃa el pan que estaba en el arcón, ó hacÃa cualquiera
diablura propia de su edad, en el balcón le sacudÃa el polvo su madre,
en el balcón le estiraba las orejas y en el balcón le bañaba en sangre
la cara.
Dime:--«¿Cuál tu nombre, cuál
en el reino plutoniano de la noche y de la niebla?...»
Dijo el cuervo: «¡Nunca más!»
Asombrado quedé oyendo asà hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
que lograse contemplar
ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
ave o bruto reposar
sobre efigie en la cornisa de su puerta, cincelada,
con tal nombre: «¡Nunca más!»
Mas el cuervo, fijo, inmóvil, en la grave efigie aquella,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
vinculada--ni una pluma sacudÃa, ni un acento
se le oÃa pronunciar...
Ya habÃa comenzado á murmurarla, cuando de improviso sentà que me
sacudÃan con violencia por los hombros.
of_ =sacar=
=sacre= _m._ falcon
=sacudió= _3 sing.
Al fin el hijo se levantó: sacudió cola y melenas y rugió....
Fué a su cama, le sacudió y le dijo:
--PrÃncipe, despierta, yo soy tu esposa.
Entonces el chalán le sacudió un terrible latigazo; pero Tony, aunque
sentÃa el agudo dolor de aquella culebra de cáñamo que se le habÃa
arrollado por el cuerpo, no se quejó y continuó ladrando.--¡Es extraño!
--¿Tendrá melenas como éstas, que nosotros sacudimos orgullosos?
De mañana, ellas se levantan, y su
velo lunar vuela por los cielos mientras se agitan
como pálido albatros al soplo de la tempestad
que las sacude como a casi todas las cosas.