reino, _m._, kingdom, dominion.
Apenas regresaron al reino, empezaron los hermanos a altercar entre sÃ.
ayudó a la salvación de
ella, cada uno debe recibir la cuarta parte de mi reino.
El rey ofreció su reino y la
mano de su hija al caballero que pudiese hallarla y traerla al palacio.
Eugenio Portocarrero, conde del Montijo,{30-4} á la
sazón Capitán general del antiguo reino de Granada...
He ahÃ
porque (como cada uno lo sabe en ese reino
más allá de la mar) un soplo descendió desde
la noche de una nube, helando a mi Annabel
Lee.
Era entonces más
fuerte que ellos el reino de Dinamarca, y con frecuencia
sufrÃan aquéllos invasiones ruinosas de sus enemigos
los dinamarqueses.
Pero nadie acertaba á ganar su reino y sus tesoros, que la sangre
continuaba colorando, arrojada á borbotones, la sarta de blancas perlas
que brillaba entre los labios de la princesa.
V
Por los reinos de Castilla y de León sonaban pregones anunciando que el
rey moro de Toledo ofrecÃa al que devolviera la salud á su hija, su
reino y sus tesoros, y hasta la hija cuya salvación anhelaba.
Es originaria de la antigua Etiopia,
hoy Abisinia, región del Ãfrica oriental, y fué descubierta
en un pequeño reino llamado _Kaffa_, de 5
donde procede el nombre de café.
Yo era un niño y _ella_ era una niña en ese
reino más allá de la mar; pero Annabel Lee
y yo nos amábamos con un amor que era más
que el amor; un amor tan poderoso que los
serafines del cielo nos envidiaban, a ella y a mÃ.
No
parece sino que{92-1} bajada á descansar--si es que esa laboriosa é
incansable colectora de miel busca jamás descanso,--se ha posado sobre
un tallo, y ha quedado adherida al reino vejetal, por hechizo de algún
maléfico gnomo.
Y esa fué la razón por la cual, hace ya bastante
tiempo, en ese reino más allá de la mar
un soplo descendió de una nube, y heló a mi
bella Annabel Lee; de suerte que sus padres
vinieron y se la llevaron lejos de mà para encerrarla
en un sepulcro, en ese reino más allá de
la mar.
Después que conoció las posiciones y las fuerzas 20
enemigas, ordenó su plan, reunió a su gente, y derrotó
a los daneses, con los cuales no fué cruel ni vengativo,
sino que les señaló el lÃmite de su reino y les hizo prometer
que respetarÃan en adelante[205] el de los ingleses.
En 1640 fué el Brasil constituÃdo en Virreinato con su
capital en RÃo de Janeiro; y al principio del siglo XIX
cuando Napoleón invadió a España y Portugal, el
monarca portugués Dom Juan VI se retiró a su reino
americano, habiendo llegado a RÃo de Janeiro el 21 de 5
enero de 1808 con toda su familia y corte, y abrió los
puertos del Brasil al comercio del mundo.
Dime:--«¿Cuál tu nombre, cuál
en el reino plutoniano de la noche y de la niebla?...»
Dijo el cuervo: «¡Nunca más!»
Asombrado quedé oyendo asà hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
que lograse contemplar
ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
ave o bruto reposar
sobre efigie en la cornisa de su puerta, cincelada,
con tal nombre: «¡Nunca más!»
Mas el cuervo, fijo, inmóvil, en la grave efigie aquella,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
vinculada--ni una pluma sacudÃa, ni un acento
se le oÃa pronunciar...
=reino,= kingdom.
=reino=, m., kingdom.
=reino=, _m._, kingdom.
¿Qué hizo Alfredo en beneficio de su reino?
¿Acepta el médico el
reino y los tesoros del rey?
--Mi reino no es de este mundo--respondió el médico venido de Judea.
¡Tal espanto habÃa llegado á
infundir _Parrón_ á todo el antiguo reino granadino!
--¡Tomad mi reino!--exclamó Almenón, loco de alegrÃa y llorando de
agradecimiento.
3 Respondió Jesús, y dÃjole: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios.
5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere
de agua y del EspÃritu, no puede entrar en el reino de Dios.
--¡Mi reino y mis tesoros daré al que salve á mi hija!--exclamaba el
pobre moro, viendo á Casilda próxima á exhalar el último suspiro.
16 No sea pues blasfemado vuestro bien:
17 Que el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y
gozo por el EspÃritu Santo.
36 Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo: si de este mundo fuera
mi reino, mis servidores pelearÃan para que yo no fuera entregado á los
JudÃos: ahora, pues, mi reino no es de aquÃ.
_Rubén DarÃo._
POEMAS
TRADUCCIÓN DE ALBERTO LASPLACES
ANNABEL LEE
Hace ya bastantes años, en un reino más
allá de la mar vivÃa una niña que podéis conocer
con el nombre de Annabel Lee.
25
Pasaron muchos años sin que él se aventurase en
una guerra formal contra los enemigos; porque desconocÃa
las fuerzas de ellos, no estaba bien seguro del
éxito, y no querÃa exponer imprudentemente a su
reino a un desastre penoso.
--El excelentÃsimo señor marqués de la Pelusilla, grande de España de
primera clase, caballero de las órdenes de Alcántara, de Calatrava,
de Montesa y de la Toisón, miembro de la cofradÃa del cordón de San
Francisco, senador del reino, etc., etc.
reina, _f._, queen.
En
Poe reina el _ensueño_ desde la niñez.
que estaba obligado á hacerlo porque era su reina
quien se lo pedÃa.
La joya era espléndida, verdadera alhaja de reina
morisca, por decir lo menos.
Calibán reina en la isla de Manhattan, en San
Francisco, en Boston, en Washington, en todo el paÃs.
El silencio augusto que reina en estas soledades en medio
de la noche, se interrumpe con frecuencia con el ruido espantoso que
causa su caÃda.
Al dÃa siguiente, la reina, colocada en un estrado lujosÃsimo, veÃa
desfilar las huestes que marchaban á la guerra de moros, teniendo á su
lado las damas más principales de Toledo.
VARIANT: =Amada por.=
14.--EL SALTO DEL TEQUENDAMA
En efecto, en las llanuras de Bogotá reina una primavera eterna,
fenómeno que asombra a algunos extranjeros ignorantes que no alcanzan a
explicárselo.
Por una parte las plantaciones cientÃficamente administradas,
las poblaciones rurales saneadas, constituyen un ejemplo altamente
sugerente, y el orden que reina en esas comarcas ha ejercido una
influencia saludable en la administración pública.
En este punto se detuvo el pastor un memento, tendió á su alrededor
una mirada, y prosiguió asÃ:
--¿Siente usted este profundo silencio que reina en todo el monte, que
no suena un guijarro, que no se mueve una hoja, que el aire está
inmóvil y pesa sobre los hombros y parece que aplasta?
Después
me hizo explicarle lo que pasaba en la escena: halló el matrimonio del
tenor y la tiple muy proporcionado, pero compadecÃa de veras al
barÃtono, á quien birlaban la novia; quedó sumamente disgustada cuando
al fin del acto el tenor se ve en la precisión de acompañar á la reina
y dejar abandonada á su futura, y declaró resueltamente que ésta era una
conducta indigna.
yo te doy gracias, exclamo respirando, como el ciervo que
acaba de escaparse de una docena de perros, y que oye ya apenas sus
ladridos; para de aquà en adelante no te pido riquezas, no te pido
empleos, no honores; lÃbrame de los convites caseros y de dÃas de dÃas:
lÃbrame de estas casas en que es un convite un acontecimiento; en que
sólo se pone la mesa decente para los convidados; en que creen hacer
obsequios cuando dan mortificaciones; en que se hacen finezas; en que se
dicen versos; en que hay niños; en que hay gordos; en que reina, en fin,
la brutal franqueza de los castellanos viejos.
Este descubrimiento no dejaba de inquietarla algo, sobre todo teniendo
en cuenta las ruidosas carcajadas que la noche anterior habÃa creÃdo
percibir á lo lejos y en uno de los ángulos de la plaza, cuando
cerraba el balcón y despedia á su amante; pero al mirar aparecer entre
las filas de los combatientes, que pasaban por debajo del estrado
lanzando chispas de fuego de sus brillantes armaduras, y envueltos en
una nube de polvo, los pendones reunidos de las casas de Carrillo y
Sandoval; al ver la significativa sonrisa que al saludar á la reina le
dirigieron los dos antiguos rivales que cabalgaban juntos, todo lo
adivinó, y la púrpura de la vergüenza enrojeció su frente, y brilló en
sus ojos una lágrima de despecho.
Pero entre esta juventud brillante y deslumbradora, que los ancianos
miraban desfilar con una sonrisa de gozo, sentados en los altos
sitiales de alerce que rodeaban el estrado real llamaba la atención
por su belleza incomparable, una mujer aclamada reina de la hermosura
en todos los torneos y las cortes de amor de la época, cuyos colores
habÃan adoptado por emblema los caballeros más valientes; cuyos
encantos eran asunto de las coplas de los trovadores más versados en
la ciencia del gay saber; á la que se volvÃan con asombro todas las
miradas; por la que suspiraban en secreto todos los corazones,
alrededor de la cual se veÃan agruparse con afán, como vasallos
humildes en torno de su señora, los más ilustres vástagos de la
nobleza toledana, reunida en el sarao de aquella noche.
=reina,= queen.
=reina=, _f._, queen.
--No importa, no importa; si la quisiera bien, no hay reina que
valga.{25-1} Lo primero siempre es la novia.
¿Por qué vino tu imagen a mi memoria, Stella, alma, dulce reina mÃa, tan
presto ida para siempre, el dÃa en que, después de recorrer el hirviente
Broadway, me puse a leer los versos de Poe, cuyo nombre de Edgar,
harmonioso y legendario, encierra tan vaga y triste poesÃa, y he visto
desfilar la procesión de sus castas enamoradas a través del polvo de
plata de un mÃstico ensueño?
Reinamos en los
corazones de los hombres más poderosos; reinamos
con despótico imperio sobre todas las
almas gigantes.
17 Porque, si por un delito reinó la muerte por uno, mucho más reinarán
en vida por un Jesucristo los que reciben la abundancia de la gracia, y del
don de la justicia.
Un silencio de muerte reinaba á su alrededor; un silencio que sólo
interrumpÃa el lejano bramido de los ciervos, el temeroso murmullo de
las hojas, y el eco de una campana distante que de vez en cuando traÃa
el viento en sus ráfagas.
La muerte reinaba en el seno de esa onda
envenenada, y en su remolino habÃa una tumba
bien hecha para aquel que pudiera beber en
ella un consuelo a su imaginación taciturna, para
aquel cuya alma desamparada pudiera haberse
hecho un Edén de ese lago velado.
Un silencio de muerte reinaba á su alrededor; un silencio que sólo
interrumpÃa el lejano bramido de los ciervos, el temeroso murmullo de
las hojas, y el eco de una campana distante que de vez en cuando traÃa
el viento en sus ráfagas.
La muerte reinaba en el seno de esa onda
envenenada, y en su remolino habÃa una tumba
bien hecha para aquel que pudiera beber en
ella un consuelo a su imaginación taciturna, para
aquel cuya alma desamparada pudiera haberse
hecho un Edén de ese lago velado.
Cuando concluyó el alcaide, reinó un silencio profundo, al que siguió
luego un infernal concierto de lamentaciones, gritos y amenazas.
Dom Pedro reinó durante nueve años y al fin abdicó
el trono en 1831 en favor de su hijo muy joven Dom 20
Pedro II.
Dom Pedro II
reinó hasta el año de 1889, en que el pueblo brasileño
tomó las medidas para cambiar la forma de su gobierno, 25
de la monarquÃa en la república, lo cual se verificó sin
efusión de sangre, el 15 de noviembre de aquel año, dÃa
en que fué proclamada la república.
¿En dónde reinó Alfredo?
51 note 2.]
Durante una ó dos horas, en las calles inmediatas á estos puntos reinó
un bullicio, una animación y un movimiento indescriptibles.
14 No obstante, reinó la muerte desde Adam hasta Moisés, aun en los que
no pecaron á la manera de la rebelión de Adam; el cual es figura del que habÃa
de venir.
17 Porque, si por un delito reinó la muerte por uno, mucho más reinarán
en vida por un Jesucristo los que reciben la abundancia de la gracia, y del
don de la justicia.
20 La ley empero entró para que el pecado creciese; mas cuando el pecado
creció, sobrepujó la gracia;
21 Para que, de la manera que el pecado reinó para muerte, asà también
la gracia reine por la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro.
Reinamos en los
corazones de los hombres más poderosos; reinamos
con despótico imperio sobre todas las
almas gigantes.
20 La ley empero entró para que el pecado creciese; mas cuando el pecado
creció, sobrepujó la gracia;
21 Para que, de la manera que el pecado reinó para muerte, asà también
la gracia reine por la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro.
12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que le
obedezcáis en sus concupiscencias;
13 Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por instrumentos de
iniquidad; antes presentaos á Dios como vivos de los muertos, y vuestros
miembros á Dios por instrumentos de justicia.
20 La ley empero entró para que el pecado creciese; mas cuando el pecado
creció, sobrepujó la gracia;
21 Para que, de la manera que el pecado reinó para muerte, asà también
la gracia reine por la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro.
12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que le
obedezcáis en sus concupiscencias;
13 Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por instrumentos de
iniquidad; antes presentaos á Dios como vivos de los muertos, y vuestros
miembros á Dios por instrumentos de justicia.
reina, _f._, queen.
En
Poe reina el _ensueño_ desde la niñez.
que estaba obligado á hacerlo porque era su reina
quien se lo pedÃa.
La joya era espléndida, verdadera alhaja de reina
morisca, por decir lo menos.
Calibán reina en la isla de Manhattan, en San
Francisco, en Boston, en Washington, en todo el paÃs.
El silencio augusto que reina en estas soledades en medio
de la noche, se interrumpe con frecuencia con el ruido espantoso que
causa su caÃda.
Al dÃa siguiente, la reina, colocada en un estrado lujosÃsimo, veÃa
desfilar las huestes que marchaban á la guerra de moros, teniendo á su
lado las damas más principales de Toledo.
VARIANT: =Amada por.=
14.--EL SALTO DEL TEQUENDAMA
En efecto, en las llanuras de Bogotá reina una primavera eterna,
fenómeno que asombra a algunos extranjeros ignorantes que no alcanzan a
explicárselo.
Por una parte las plantaciones cientÃficamente administradas,
las poblaciones rurales saneadas, constituyen un ejemplo altamente
sugerente, y el orden que reina en esas comarcas ha ejercido una
influencia saludable en la administración pública.
En este punto se detuvo el pastor un memento, tendió á su alrededor
una mirada, y prosiguió asÃ:
--¿Siente usted este profundo silencio que reina en todo el monte, que
no suena un guijarro, que no se mueve una hoja, que el aire está
inmóvil y pesa sobre los hombros y parece que aplasta?
Después
me hizo explicarle lo que pasaba en la escena: halló el matrimonio del
tenor y la tiple muy proporcionado, pero compadecÃa de veras al
barÃtono, á quien birlaban la novia; quedó sumamente disgustada cuando
al fin del acto el tenor se ve en la precisión de acompañar á la reina
y dejar abandonada á su futura, y declaró resueltamente que ésta era una
conducta indigna.
yo te doy gracias, exclamo respirando, como el ciervo que
acaba de escaparse de una docena de perros, y que oye ya apenas sus
ladridos; para de aquà en adelante no te pido riquezas, no te pido
empleos, no honores; lÃbrame de los convites caseros y de dÃas de dÃas:
lÃbrame de estas casas en que es un convite un acontecimiento; en que
sólo se pone la mesa decente para los convidados; en que creen hacer
obsequios cuando dan mortificaciones; en que se hacen finezas; en que se
dicen versos; en que hay niños; en que hay gordos; en que reina, en fin,
la brutal franqueza de los castellanos viejos.
Este descubrimiento no dejaba de inquietarla algo, sobre todo teniendo
en cuenta las ruidosas carcajadas que la noche anterior habÃa creÃdo
percibir á lo lejos y en uno de los ángulos de la plaza, cuando
cerraba el balcón y despedia á su amante; pero al mirar aparecer entre
las filas de los combatientes, que pasaban por debajo del estrado
lanzando chispas de fuego de sus brillantes armaduras, y envueltos en
una nube de polvo, los pendones reunidos de las casas de Carrillo y
Sandoval; al ver la significativa sonrisa que al saludar á la reina le
dirigieron los dos antiguos rivales que cabalgaban juntos, todo lo
adivinó, y la púrpura de la vergüenza enrojeció su frente, y brilló en
sus ojos una lágrima de despecho.
Pero entre esta juventud brillante y deslumbradora, que los ancianos
miraban desfilar con una sonrisa de gozo, sentados en los altos
sitiales de alerce que rodeaban el estrado real llamaba la atención
por su belleza incomparable, una mujer aclamada reina de la hermosura
en todos los torneos y las cortes de amor de la época, cuyos colores
habÃan adoptado por emblema los caballeros más valientes; cuyos
encantos eran asunto de las coplas de los trovadores más versados en
la ciencia del gay saber; á la que se volvÃan con asombro todas las
miradas; por la que suspiraban en secreto todos los corazones,
alrededor de la cual se veÃan agruparse con afán, como vasallos
humildes en torno de su señora, los más ilustres vástagos de la
nobleza toledana, reunida en el sarao de aquella noche.
=reina,= queen.
=reina=, _f._, queen.
--No importa, no importa; si la quisiera bien, no hay reina que
valga.{25-1} Lo primero siempre es la novia.
¿Por qué vino tu imagen a mi memoria, Stella, alma, dulce reina mÃa, tan
presto ida para siempre, el dÃa en que, después de recorrer el hirviente
Broadway, me puse a leer los versos de Poe, cuyo nombre de Edgar,
harmonioso y legendario, encierra tan vaga y triste poesÃa, y he visto
desfilar la procesión de sus castas enamoradas a través del polvo de
plata de un mÃstico ensueño?
20 La ley empero entró para que el pecado creciese; mas cuando el pecado
creció, sobrepujó la gracia;
21 Para que, de la manera que el pecado reinó para muerte, asà también
la gracia reine por la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro.
12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que le
obedezcáis en sus concupiscencias;
13 Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por instrumentos de
iniquidad; antes presentaos á Dios como vivos de los muertos, y vuestros
miembros á Dios por instrumentos de justicia.