Recostada en el Ande soberbio,
De dos mares al ruido sonoro,
Bajo el ala de grana y de oro
Te adormeces del bello quetzal;
Ave indiana que vive en tu escudo,
Paladión que protege tu suelo,
¡Ojalá que remonte su vuelo
Más que el cóndor y el águila real!
En el invierno los lobos se reunen en manadas junto al
enebro que la protege, para lanzarse sobre las reses; los bandidos
esperan á su sombra á los caminantes, que entierran á su pie después
que los asesinan; y cuando la tempestad se desata, los rayos tuercen
su camino para liarse, silbando, al asta de esa cruz y romper los
sillares de su pedestal.
Protegido por la consideración y el respeto que los 5
demás le rendÃan, manifestábase aquel funcionario
como el hombre más honorable de lo criado; y en lo que
tocaba a[340] puntos de honor, no le cedÃa el paso a[341] nadie,
pues era por demás puntilloso y delicado, como ciertos
gobernantes cristianos y timoratos, por ejemplo, y si son 10
desleales, si mienten, si corrompen a los pueblos, si
protegen a los malos, si persiguen a los buenos...
--¡Dios nos protegerá!--repuso el criado.
Todo el mundo habÃa echado ---- ver que el juez protegÃa al ladrón.
No se 20
detuvo en parte alguna, y en cuanto entregó la cesta
a su abuela querida, emprendió su viaje de regreso.[151]
Caminaba por la orilla del dique que protegÃa al
vecindario próximo, y recordaba lo que su padre le habÃa
dicho varias veces acerca de[152] los sacrificios que 25
habÃa costado el construirlo, del importante servicio
que el dique hacÃa, y de las desgracias que causarÃa
el mar si aquella obra se destruyera.
Todo el mundo habÃa echado ---- ver que el juez protegÃa al ladrón.
No se 20
detuvo en parte alguna, y en cuanto entregó la cesta
a su abuela querida, emprendió su viaje de regreso.[151]
Caminaba por la orilla del dique que protegÃa al
vecindario próximo, y recordaba lo que su padre le habÃa
dicho varias veces acerca de[152] los sacrificios que 25
habÃa costado el construirlo, del importante servicio
que el dique hacÃa, y de las desgracias que causarÃa
el mar si aquella obra se destruyera.
Compensó y alentó los servicios y las
virtudes; protegió las artes y confió más en el poder de la razón que en
el de la fuerza.
20
Las marcó en grados, uno por cada hora, y las protegió
contra el aire con guardabrisas de piel y de cuerno.
También a
los norteamericanos se les ofrecieron muchas y numerosas
dificultades que vencieron a fuerza de energÃa y
trabajo y lograron rescatar a su gente saneando el istmo 15
con petróleo, destruyendo las larvas de los mosquitos
que son los que inoculan la fiebre amarilla, poniendo
casas que protegieron con tela metálica y aplicando en
todas partes los métodos más cientÃficos y modernos,
valiéndose también del[268] vapor y de la fuerza eléctrica 20
en el funcionamiento de las máquinas empleadas en el
trabajo.
Y á la vez, viéndose rico, no viejo, dueño de sÃ,
caminando hacia la tierra, dió en una cavilación rara, que le fatigaba
mucho: y fué que se empeñó en que la Providencia, el poder sobrenatural
que rige el mundo, y que hasta entonces tanto habÃa protegido á
Sebastián Becerro, estaba cansado de protegerle, y le iba á zorregar
disciplinazo firme, con las de{46-4} alambre: que el barco embarrancarÃa
á la vista del puerto, ó que él, Sebastián, se ahogarÃa al pie del
muelle, ó que cogerÃa un tabardillo pintado, ó una pulmonÃa doble.
Y á la vez, viéndose rico, no viejo, dueño de sÃ,
caminando hacia la tierra, dió en una cavilación rara, que le fatigaba
mucho: y fué que se empeñó en que la Providencia, el poder sobrenatural
que rige el mundo, y que hasta entonces tanto habÃa protegido á
Sebastián Becerro, estaba cansado de protegerle, y le iba á zorregar
disciplinazo firme, con las de{46-4} alambre: que el barco embarrancarÃa
á la vista del puerto, ó que él, Sebastián, se ahogarÃa al pie del
muelle, ó que cogerÃa un tabardillo pintado, ó una pulmonÃa doble.
Recostada en el Ande soberbio,
De dos mares al ruido sonoro,
Bajo el ala de grana y de oro
Te adormeces del bello quetzal;
Ave indiana que vive en tu escudo,
Paladión que protege tu suelo,
¡Ojalá que remonte su vuelo
Más que el cóndor y el águila real!
En el invierno los lobos se reunen en manadas junto al
enebro que la protege, para lanzarse sobre las reses; los bandidos
esperan á su sombra á los caminantes, que entierran á su pie después
que los asesinan; y cuando la tempestad se desata, los rayos tuercen
su camino para liarse, silbando, al asta de esa cruz y romper los
sillares de su pedestal.