=padecer=, (_pres._ =padezco=), to suffer.
18 Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de
comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada.
17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos de
Cristo; si empero padecemos juntamente [con él], para que juntamente [con él]
seamos glorificados.
AquÃ, en un cÃrculo armónico,[1] flotan las plegarias de los niños,
las, oraciones de las vÃrgenes, los salmos de los piadosos eremitas,
las peticiones de los humildes, las castas palabras de los limpios de
corazón, las resignadas quejas de los que padecen, los ayes de los que
sufren y los himnos de los que esperan.
--Soy tu esposo, soy el que dió la salud á la hija de Jairo, que padecÃa
el mal que tú padeciste; soy el que dijo: «Cualquiera que dejase casa, ó
hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó tierras por
mi nombre, recibirá ciento por uno, y poseerá la vida eterna.»
En la orilla del lago azul que hoy llaman de _San Vicente_, y está en
tierra de Briviesca, hay una pobre ermita, donde vivió solitaria la hija
del rey moro de Toledo, que hoy llaman _Santa Casilda_.
--Soy tu esposo, soy el que dió la salud á la hija de Jairo, que padecÃa
el mal que tú padeciste; soy el que dijo: «Cualquiera que dejase casa, ó
hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó tierras por
mi nombre, recibirá ciento por uno, y poseerá la vida eterna.»
En la orilla del lago azul que hoy llaman de _San Vicente_, y está en
tierra de Briviesca, hay una pobre ermita, donde vivió solitaria la hija
del rey moro de Toledo, que hoy llaman _Santa Casilda_.
--Soy tu esposo, soy el que dió la salud á la hija de Jairo, que padecÃa
el mal que tú padeciste; soy el que dijo: «Cualquiera que dejase casa, ó
hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó tierras por
mi nombre, recibirá ciento por uno, y poseerá la vida eterna.»
En la orilla del lago azul que hoy llaman de _San Vicente_, y está en
tierra de Briviesca, hay una pobre ermita, donde vivió solitaria la hija
del rey moro de Toledo, que hoy llaman _Santa Casilda_.
Me apresuré á levantarla, cogiéndola, si mal no recuerdo,
por una pierna, y me informé minuciosamente de si habÃa padecido alguna
fractura ú otra herida grave.
Me apresuré á levantarla, cogiéndola, si mal no recuerdo,
por una pierna, y me informé minuciosamente de si habÃa padecido alguna
fractura ú otra herida grave.
Lo que habÃan padecido aquellas pobres
figuras en los últimos dÃas, arrastradas de aquà para allÃ, puestas en
esta ó en la otra forma, sólo Dios, la mamá y el purÃsimo espÃritu que
habÃa volado al cielo lo sabÃan.
Hallábase el Sultán rodeado de todos los CadÃes de la
ciudad en el Salón del Trono, cuando se presentó TamburÃ, y, de hinojos
ante el Sultán, le dijo:
--Soberano Señor de los creyentes, soy el hombre más infortunado del
mundo; una serie inconcebible de circunstancias fatales ha venido a
causar casi mi ruina y hacer que padeciera muchos dÃas de prisión.
Hallábase el Sultán rodeado de todos los CadÃes de la
ciudad en el Salón del Trono, cuando se presentó TamburÃ, y, de hinojos
ante el Sultán, le dijo:
--Soberano Señor de los creyentes, soy el hombre más infortunado del
mundo; una serie inconcebible de circunstancias fatales ha venido a
causar casi mi ruina y hacer que padeciera muchos dÃas de prisión.
18 Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de
comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada.