Entonces, Alma, Stella, oigo sonar cerca de mà el oro invisible
de tu escudo angélico.
Algunos minutos más tarde oigo que tocan "salida de toros", y
yo, bruto de mÃ, olvidando todo y creyendo que hay corrida de toros
en la porterÃa, salgo como una saeta a verla.
Y para que aquà no falte nada y se parezca en todo a un
jardÃn de aclimatación[7] nuestro--jardines que allÃ[8] solamente un
gobierno puede sostener--veo manadas de ovejas y cabras y a lo lejos
oigo el torpe gruñido de mansos cebones.
--_¡No oigo!
=oigo=, _pres.
=oigo=, _from_ =oÃr=.
=oigo=, =oyes=, =oye=, _etc._, _pres.
=oÃr=, (_pres._ =oigo=), to hear, listen.
--_No oigo, no oigo nadita._
--Ya ves que te he dado la recompensa ofrecida.
30 No puedo yo de mà mismo hacer nada: como oigo, juzgo: y mi juicio es
justo; porque no busco mi voluntad, mas la voluntad del que me envió, del
Padre.
¡no oigo!_ le interrumpió el ladrón,
poniendo pies en polvorosa.[354]
De esta manera el ladrón se convirtió a sà mismo en
un instrumento de castigo.
--Yo te daré una industria; a todas las preguntas
que se te hagan, no tienes más que contestar con estas 10
dos palabras: _"no oigo."_
--Pero todo el mundo sabe que no soy sordo.
=oigo=, =oyes=, =oye=, _etc._, _pres.
=11.= =OÃr=, _to hear_ =oyendo= =oÃdo=
PRESENTE DE INDICATIVO: =Oigo, oyes, oye=, oÃmos, oÃs, oyen.
42 Que yo sabÃa que siempre me oyes; mas por causa de la compañÃa que
está alrededor, lo dije, para que crean que tú me has enviado.
8 El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de
dónde viene, ni á dónde vaya: asà es todo aquel que es nacido del EspÃritu.
oye=, _that he almost heard me_.
Todo aquél que es de la verdad, oye mi voz.
El juez la llamó y le dijo: 5
--No llores, querida, y oye bien lo que voy a decirte.
Desde
mi cuarto se oye el de la iglesia, y además, al venir ahora miré el del
comedor, que está al paso, y es muy seguro, y todavÃa no han dado las
tres, aunque ya faltará poco.
de todos los ojos caen lagrimones
tamaños, y al concluir se oye como un suspiro inmenso, que no es otra
cosa que la respiración de los circunstantes contenida mientras dura
la música....
Abajo revuelan
clamoreando las pintadas guacamayas y se oye la voz de los verdes
papagayos habitadores de la zona tórrida; en tanto que arriba gime la
paloma torcaz y se cierne en las nubes el águila altanera.
Para delicia del natural y
del extranjero, en San José, Cartago, Heredia, Alajuela y
otras ciudades se oye también la soñadora música de 25
los latinos, tanto en las plazas públicas como en los
patios de las casas de habitación.
acaso ilusión de la fantasÃa, que oye y ve y palpa en su
exaltación lo que no existe, pero la verdad era que ya cerca, ya lejos,
ora á sus espaldas, ora á su lado mismo, sonaban como sollozos que se
comprimen, como roce de telas que se arrastran, como rumor de pasos que
van y vienen sin cesar.
acaso ilusión de la fantasÃa, que oye y ve y palpa en su
exaltación lo que no existe, pero la verdad era que ya cerca, ya
lejos, ora á sus espaldas, ora á su lado mismo, sonaban como sollozos
que se comprimen, como roce de telas que se arrastran, como rumor de
pasos que van y vienen sin cesar.
Háblannos de Rivera la fábula tejida por la
imaginación del gaucho, tan vivaz como la fantasÃa del árabe del
desierto; la conseja de los abuelos referida al calor del hogar[1]; la
anécdota picante[2] que se oye en las estancias; el chascarrillo agudo
que entre risas vuela, y hasta las leyendas populares chismean más de
un idilio con el chinerÃo campero, y madrigalizan las tenoriadas del
ilustre _Pardejón_.[3]
--_Daniel MartÃnez Vigil_ (URUGUAYO)
Chapter Footnotes:
[A] JOSÉ F.
En ocasiones saltan de repente[6] lagartos enormes,
parecidos a las iguanas, y huyen revolviendo la basura del suelo; en
otras nada se ve, pero se oye un sordo roznar en la espesura, y el ruido
de un andar lento al través de la maleza; de continuo[7] y por todas
partes la animación de la naturaleza en el esplendor de su abandono; y a
raros intervalos, a orillas del camino y escondida se encuentra la choza
miserable de algún vecino de Guayabito, pálido y enfermizo: el hombre
está de más[8] en medio de aquellas selvas, y sucumbe sin energÃa, como
abrumado por el mundo fÃsico.
yo te doy gracias, exclamo respirando, como el ciervo que
acaba de escaparse de una docena de perros, y que oye ya apenas sus
ladridos; para de aquà en adelante no te pido riquezas, no te pido
empleos, no honores; lÃbrame de los convites caseros y de dÃas de dÃas:
lÃbrame de estas casas en que es un convite un acontecimiento; en que
sólo se pone la mesa decente para los convidados; en que creen hacer
obsequios cuando dan mortificaciones; en que se hacen finezas; en que se
dicen versos; en que hay niños; en que hay gordos; en que reina, en fin,
la brutal franqueza de los castellanos viejos.
Gibson, su
«mirada cansada, tediosa y hastiada.» Ya en su edad viril, recuérdale el
bibliófilo Gowans: «Poe tenÃa un exterior notablemente agradable y que
predisponÃa en su favor: lo que las damas llamarÃan claramente bello.»
Una persona que le oye recitar en Boston, dice: «Era la mejor
realización de un poeta, en su fisonomÃa, aire y manera.» Un precioso
retrato es hecho de mano femenina: «Una talla algo menos que de altura
mediana, quizá, pero tan perfectamente proporcionada y coronada por una
cabeza tan noble, llevada tan regiamente, que, a mi juicio de muchacha,
causaba la impresión de una estatura dominante.
Son de notarse[54] los rasgos descriptivos que el poeta
ecuatoriano da de BolÃvar, con quien se encuentra antes de empezar la
batalla; la descripción de la pelea entre los dos ejércitos, la cual
trasporta al lector al campo de los combatientes, donde ve a cada
guerrero a la cabeza de los bravos que le han recomendado, embistiendo,
cargando, arrollando, distinguiéndose cada cual en la lid según su valor
y ardimiento,--donde oye el silbido de las balas, el estridor de los
aceros, el grito de los que luchan, el alarido de los que caen, el
atambor que redobla, el clamor de la trompeta que excita a la pelea, y
el relincho de los fogosos corceles--, y ve sangre a torrentes[55] y
montones de cadáveres por donde quiera que vuelve los ojos.
Mientras iba ensartando estas cosas con voz insinuante y melÃflua, le
oÃa el capÃtulo como quien oye llover desde lugar cubierto; unos
parecÃan mirar con grande atención las pinturas de los muros y bóveda,
medio dormidos otros cabeceaban haciendo reverencias, y muchos con las
manazas cruzadas sobre la barriga y hartos ya de plática, decÃan para su
sayo: «¿cuándo se acabará esto y tocarán á refectorio?» Pero el discurso
no llevaba trazas de concluirse tan pronto; antes, al contrario, de unas
reflexiones nacÃan otras; como las aguas vivas de manantial abundante,
las palabras con rapidez asombrosa brotaban de los labios del orador,
que siempre habÃa sido hombre de gran facundia, y en aquella ocasión lo
era más todavÃa, de suerte que el aburrido auditorio tenÃa casi agotada
la paciencia, y sólo por ciertos respetos no daba mayores señales de su
disgusto.
¡oye el cucú!
=oye=, _pres.
=oye=, _from_ =oÃr=.
=oigo=, =oyes=, =oye=, _etc._, _pres.
=oye; oyó; oyera, oyese:= _see_ =oir=.
¡Al fin se te ve,[7] o por lo menos se te oye!
¿Qué se oye a menudo por la noche en los
pueblos de España?
[101.14] =se oye el=, etc.,=_el [reloj] de la iglesia se oye_.
=oir=, to hear; =oir hablar de=, to hear of (about); =¡oye!= =¡oiga!=
listen!
47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye: por esto no [las] oÃs
vosotros, porque no sois de Dios.
=11.= =OÃr=, _to hear_ =oyendo= =oÃdo=
PRESENTE DE INDICATIVO: =Oigo, oyes, oye=, oÃmos, oÃs, oyen.
31 Y sabemos que Dios no oye á los pecadores: mas si alguno es temeroso
de Dios, y hace su voluntad, á éste oye.
24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me
ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á
vida.
¡Cuando le vi entrar me dió una risa, que por poco me
oye!{19-4}
La chiquilla se reÃa aún, con tanta gana y tan francamente, que me
obligó á hacer lo mismo.
--Entre los productores importantes de azúcar de caña, sólo se oye
hablar de Cuba, Méjico, Perú, Santo Domingo, Brasil, Guayanas,
Venezuela, Ecuador y Argentina.
29 El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que
está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; asà pues, este
mi gozo es cumplido.
4 and 28.]
VIII
Atravesaba esa fantástica región adonde van todos los acentos de la
tierra, los sonidos que decimos que se desvanecen, las palabras que
juzgamos que se pierden en el aire, los lamentos que creemos que nadie
oye.
13,
note 1.]
Ya enzarzado en lo más espeso y fragoso del monte, llevando del
diestro la caballerÃa por entre sendas casi impracticables, ora por
las cumbres para descubrir la salida del laberinto, ora por las
honduras con la idea de cortar terreno, anduve vagando al azar un buen
espacio de tarde hasta que por último, en el fondo de una cortadura
tropecé con un pastor, el cual abrevaba su ganado en el riachuelo que,
después de deslizarse sobre un cauce de piedras de mil colores, salta
y se retuerce allà con un ruido particular que se oye á gran
distancia, en medio del profundo silencio de la naturaleza que en
aquel punto y á aquella hora parece muda ó dormida.
Con los oÃdos oÃmos
la voz humana y todos los sonidos.
Una nubecilla blanca se desprendió
del vapor y oÃmos el estampido de un cañonazo.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
Cada uno alegó sus méritos; yo expuse mis derechos: ya los unos
murmuraban entre sà con ojeadas amenazadoras; ya los otros con voces
descompuestas por la embriaguez habÃan puesto la mano sobre el pomo de
sus puñales para dirimir la cuestión, cuando de repente oÃmos un
extraño crujir de armas, acompañado de pisadas huecas y sonantes, que
de cada vez se hacÃan más distintas.
¿Qué oÃmos con los oÃdos?
=11.= =OÃr=, _to hear_ =oyendo= =oÃdo=
PRESENTE DE INDICATIVO: =Oigo, oyes, oye=, oÃmos, oÃs, oyen.
20 Y muchos de ellos decÃan: Demonio tiene, y está fuera de sÃ; ¿para
qué le oÃs?
47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye: por esto no [las] oÃs
vosotros, porque no sois de Dios.
=11.= =OÃr=, _to hear_ =oyendo= =oÃdo=
PRESENTE DE INDICATIVO: =Oigo, oyes, oye=, oÃmos, oÃs, oyen.
Dicen los niños en el solejar, lo que oyen a sus padres en el hogar.
ahà que llaman á la puerta, y que oyen una voz como la de un
becerro, que dice:
¡Abrid, que soy el _Carlanco_!
En la buhardilla del Tuerto se oyen
gritos y porrazos de su mujer, y lloros y disculpas de los chiquillos
que los reciben.
3 A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz: y á sus ovejas llama
por nombre, y las saca.
=11.= =OÃr=, _to hear_ =oyendo= =oÃdo=
PRESENTE DE INDICATIVO: =Oigo, oyes, oye=, oÃmos, oÃs, oyen.
27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen;
28 Y yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, ni nadie las
arrebatará de mi mano.
4.]
En fin, ¿para qué tengo de ponderarle lo que esta noche oirá?
¿y cómo oirán sin [haber] quien [les]
predique?
25 De cierto, de cierto os digo: Vendrá hora, y ahora es, cuando los
muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán.
16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también
me conviene traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
28 No os maravilléis de esto; porque vendrá hora, cuando todos los que
están en los sepulcros oirán su voz;
29 Y los que hicieron bien, saldrán á resurrección de vida; mas los que
hicieron mal, á resurrección de condenación.
Yo oÃa hasta su respiración.
A mi alrededor oÃa decir:
--Serán felices, porque se aman.
Pero oÃa
harmonÃas tales como jamás habÃa oÃdo en la tierra.
Por las mañanas nunca se despertaba hasta que me oÃa toser
ó moverme en la cama.
Una hora ó más duraba todas las tardes este juego, hasta que se
oÃa llamar{16-3} y se retiraba apresuradamente.
Conservaba esta anciana sus
facultades en toda su lozanÃa; pero no asà los sentidos corporales: oÃa
poco, y veÃa menos.
Y cuando me oÃa protestar vivamente contra semejante duda, su rostro
expresivo se iluminaba de alegrÃa y continuaba hablando.
Ni aún entonces
Pude saberlo;
Sólo sé que no se oÃa
Más que el aliento,
Que apresurado escapaba
Del labio seco.
Pero sucedió que
insensiblemente se fué encariñando con uno de ellos que la mimaba mucho
y le oÃa resignado los nimios escrúpulos de su conciencia.
No se oÃa
ruido alguno si no era el rumor vago y lejano de los coches, y el caer
incesante de los copos como un crujido levÃsimo y prolongado de sederÃa.
La noche
se acercaba, y habÃa barruntos de tempestad, pues ya se veÃan las olas
estrellarse contra las rocas y se oÃa el viento bramar alrededor de la
torre.
La habitación estaba negra como el fondo de un
tintero: no se oÃa ruido alguno fuera, ni el más leve rumor: aquel
cuarto tan silencioso y obscuro parecÃa una tumba.
Ni una hoja
susurraba;
no se oÃa
una pisada,
todo mudo,
todo en calma,
todo en sueño
menos _tú_ y _yo_ (¡cuál me agito al unir las dos palabras!)
menos tú y yo.
Y un taimado poeta que le oÃa,
Le respondió en los términos siguientes:
--Al humilde jumento
Su dueño daba paja, y le decÃa:
¡Toma, pues que con esto estás contento!
Entre la gente menuda que se apiñaba á los pies de la iglesia, se oÃa
un rumor sordo y confuso, cierto presagio de que la tempestad
comenzaba á fraguarse y no tardarÃa mucho en dejarse sentir.
Y cuentan que el mismo Alvar formó desde aquel dÃa tan pobre idea de sÃ
propio, que cada vez que oÃa á las verduleras de Leganés decir: «¡Arre,
borrico!» lo tomaba por una alusión personal....
Como os habréis figurado, la causa de mi susto era el primer golpe que
oÃa de esa endiablada campana gorda, especie de sochantre de bronce, que
los canónigos de Toledo han colgado en su catedral con el laudable
propósito de matar á disgustos á los necesitados de reposo.
La madre oÃa sin
cesar la encantadora media lengua de Celinina, diciendo las cosas al
revés, y haciendo de las palabras de nuestro idioma graciosas
caricaturas filológicas que afluÃan de su linda boca como la música más
tierna que puede conmover el corazón de una madre.
El pueblo se prosternó respetuosamente,
y ya no se oÃa sino el canto sagrado, el alegre tañido de las campanas y
el tamboril y el pito de la danza que iba bailando delante del Santo
Sacramento.[1] Entonces empezó a arder un castillo de pólvora,[2]
preparado para la primera estación.
Como dejo dicho, nada se oÃa en derredor del castillo, excepto el eco
de las blasfemias, que palpitaban, perdidas en el sombrÃo seno de la
noche, como palpitan las almas de los condenados envueltas en los
pliegues del huracán de los infiernos.[1]
[Footnote 1: huracán de los infiernos.
Una noche obscura, muy obscura, en que no se oÃa ni un rumor en la
tierra ni brillaba un solo astro en el cielo, los senores de la
fortaleza, engreÃdos por una reciente victoria, se repartÃan el botÃn,
y ebrios con el vapor de los licores en mitad de la loca y estruendosa
orgÃa, entonaban sacrÃlegos cantares en loor de su infernal patrono.
Allà rodearon
Sus pálidos restos
De amarillas velas
Y de paños negros.[2]
Al dar de las ánimas[3]
El toque postrero,
Acabó una vieja
Sus últimos rezos;
Cruzó la ancha nave,
Las puertas gimieron,
Y el santo recinto
Quedóse desierto;
De un reloj se oÃa
Compasado el péndulo,
Y de algunos cirios
El chisporroteo.
Asà era que sólo se oÃa el ruido que producÃa la
olla al hervir en el hogar, y el que hacÃan los dientes de un mulo al
tomar su pienso en el pesebre; cuando se alzó suave y clara la voz de
EstefanÃa cantando la dulce y triste tonada de la nana, que muchas
personas, asà cultas como no cultas, no pueden oir sin que
involuntariamente se les llenen los ojos de lágrimas.
Si de vuelta de correr la sardina salÃa alcanzada la mujer del Tuerto en
la cuenta que éste le tomaba rigorosamente, en el balcón se oÃa la
primera guantada de las que administraba el desdichado marido á su
costilla; desde el balcón llamaba á su padre, á su madre y á
Tremontorio; desde el balcón les contaba lo sucedido, y renegaba
furibundo de su mujer; desde el balcón imploraba el auxilio de Dios...,
y de balcón á balcón se enredaba un diálogo animadÃsimo que entretenÃa,
por espacio de media hora, á las gentes de la calle.
III
Ya hacÃa largo rato que los pacÃficos habitantes de Toledo habÃan
cerrado con llave y cerrojo las pesadas puertas de sus antiguos
caserones; la campana gorda de la catedral anunciaba la hora de la
queda, y en lo alto del alcázar, convertido en cuartel, se oÃa el último
toque de silencio de los clarines, cuando diez ó doce oficiales que poco
á poco habÃan ido reuniéndose en el Zocodover, tomaron el camino que
conduce desde aquel punto al convento en que se alojaba el capitán,
animados más con la esperanza de apurar las prometidas botellas, que con
el deseo de conocer la maravillosa escultura.
III
Ya hacÃa largo rato que los pacÃficos habitantes de Toledo habÃan
cerrado con llave y cerrojo las pesadas puertas de sus antiguos
caserones; la campana gorda de la catedral anunciaba la hora de la
queda, y en lo alto del alcázar, convertido en cuartel, se oÃa el
ultimo toque de silencio de los clarines, cuando diez ó doce oficiales
que poco á poco habÃan ido reuniéndose en el Zocodover, tomaron el
camino que conduce desde aquel punto al convento en que se alojaba el
capitán, animados más con la esperanza de apurar las prometidas
botellas, que con el deseo de conocer la-maravillosa escultura.
Dime:--«¿Cuál tu nombre, cuál
en el reino plutoniano de la noche y de la niebla?...»
Dijo el cuervo: «¡Nunca más!»
Asombrado quedé oyendo asà hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
que lograse contemplar
ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
ave o bruto reposar
sobre efigie en la cornisa de su puerta, cincelada,
con tal nombre: «¡Nunca más!»
Mas el cuervo, fijo, inmóvil, en la grave efigie aquella,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
vinculada--ni una pluma sacudÃa, ni un acento
se le oÃa pronunciar...
Mientras iba ensartando estas cosas con voz insinuante y melÃflua, le
oÃa el capÃtulo como quien oye llover desde lugar cubierto; unos
parecÃan mirar con grande atención las pinturas de los muros y bóveda,
medio dormidos otros cabeceaban haciendo reverencias, y muchos con las
manazas cruzadas sobre la barriga y hartos ya de plática, decÃan para su
sayo: «¿cuándo se acabará esto y tocarán á refectorio?» Pero el discurso
no llevaba trazas de concluirse tan pronto; antes, al contrario, de unas
reflexiones nacÃan otras; como las aguas vivas de manantial abundante,
las palabras con rapidez asombrosa brotaban de los labios del orador,
que siempre habÃa sido hombre de gran facundia, y en aquella ocasión lo
era más todavÃa, de suerte que el aburrido auditorio tenÃa casi agotada
la paciencia, y sólo por ciertos respetos no daba mayores señales de su
disgusto.
3.{16-3} =se oÃa llamar=, _she heard some one call her_.
=oir,= to hear; =--se,= to be heard; =hasta que se oÃa llamar,= until
she heard some one call her.
79
that it was catorce ('fourteen').]
Como os habrás figurado, la causa de mi susto era el primer golpe que
oÃa de esa endiablada campana gorda,[1] especie de sochantre de
bronce, que los canónigos de Toledo han colgado en su catedral con el
laudable propósito de matar á disgustos a los necesitados de reposo.
Yo oÃa hasta su respiración.
A mi alrededor oÃa decir:
--Serán felices, porque se aman.
Pero oÃa
harmonÃas tales como jamás habÃa oÃdo en la tierra.
Por las mañanas nunca se despertaba hasta que me oÃa toser
ó moverme en la cama.
Una hora ó más duraba todas las tardes este juego, hasta que se
oÃa llamar{16-3} y se retiraba apresuradamente.
Conservaba esta anciana sus
facultades en toda su lozanÃa; pero no asà los sentidos corporales: oÃa
poco, y veÃa menos.
Y cuando me oÃa protestar vivamente contra semejante duda, su rostro
expresivo se iluminaba de alegrÃa y continuaba hablando.
Ni aún entonces
Pude saberlo;
Sólo sé que no se oÃa
Más que el aliento,
Que apresurado escapaba
Del labio seco.
Pero sucedió que
insensiblemente se fué encariñando con uno de ellos que la mimaba mucho
y le oÃa resignado los nimios escrúpulos de su conciencia.
No se oÃa
ruido alguno si no era el rumor vago y lejano de los coches, y el caer
incesante de los copos como un crujido levÃsimo y prolongado de sederÃa.
La noche
se acercaba, y habÃa barruntos de tempestad, pues ya se veÃan las olas
estrellarse contra las rocas y se oÃa el viento bramar alrededor de la
torre.
La habitación estaba negra como el fondo de un
tintero: no se oÃa ruido alguno fuera, ni el más leve rumor: aquel
cuarto tan silencioso y obscuro parecÃa una tumba.
Ni una hoja
susurraba;
no se oÃa
una pisada,
todo mudo,
todo en calma,
todo en sueño
menos _tú_ y _yo_ (¡cuál me agito al unir las dos palabras!)
menos tú y yo.
Y un taimado poeta que le oÃa,
Le respondió en los términos siguientes:
--Al humilde jumento
Su dueño daba paja, y le decÃa:
¡Toma, pues que con esto estás contento!
Entre la gente menuda que se apiñaba á los pies de la iglesia, se oÃa
un rumor sordo y confuso, cierto presagio de que la tempestad
comenzaba á fraguarse y no tardarÃa mucho en dejarse sentir.
Y cuentan que el mismo Alvar formó desde aquel dÃa tan pobre idea de sÃ
propio, que cada vez que oÃa á las verduleras de Leganés decir: «¡Arre,
borrico!» lo tomaba por una alusión personal....
Como os habréis figurado, la causa de mi susto era el primer golpe que
oÃa de esa endiablada campana gorda, especie de sochantre de bronce, que
los canónigos de Toledo han colgado en su catedral con el laudable
propósito de matar á disgustos á los necesitados de reposo.
La madre oÃa sin
cesar la encantadora media lengua de Celinina, diciendo las cosas al
revés, y haciendo de las palabras de nuestro idioma graciosas
caricaturas filológicas que afluÃan de su linda boca como la música más
tierna que puede conmover el corazón de una madre.
El pueblo se prosternó respetuosamente,
y ya no se oÃa sino el canto sagrado, el alegre tañido de las campanas y
el tamboril y el pito de la danza que iba bailando delante del Santo
Sacramento.[1] Entonces empezó a arder un castillo de pólvora,[2]
preparado para la primera estación.
Como dejo dicho, nada se oÃa en derredor del castillo, excepto el eco
de las blasfemias, que palpitaban, perdidas en el sombrÃo seno de la
noche, como palpitan las almas de los condenados envueltas en los
pliegues del huracán de los infiernos.[1]
[Footnote 1: huracán de los infiernos.
Una noche obscura, muy obscura, en que no se oÃa ni un rumor en la
tierra ni brillaba un solo astro en el cielo, los senores de la
fortaleza, engreÃdos por una reciente victoria, se repartÃan el botÃn,
y ebrios con el vapor de los licores en mitad de la loca y estruendosa
orgÃa, entonaban sacrÃlegos cantares en loor de su infernal patrono.
Allà rodearon
Sus pálidos restos
De amarillas velas
Y de paños negros.[2]
Al dar de las ánimas[3]
El toque postrero,
Acabó una vieja
Sus últimos rezos;
Cruzó la ancha nave,
Las puertas gimieron,
Y el santo recinto
Quedóse desierto;
De un reloj se oÃa
Compasado el péndulo,
Y de algunos cirios
El chisporroteo.
Asà era que sólo se oÃa el ruido que producÃa la
olla al hervir en el hogar, y el que hacÃan los dientes de un mulo al
tomar su pienso en el pesebre; cuando se alzó suave y clara la voz de
EstefanÃa cantando la dulce y triste tonada de la nana, que muchas
personas, asà cultas como no cultas, no pueden oir sin que
involuntariamente se les llenen los ojos de lágrimas.
Si de vuelta de correr la sardina salÃa alcanzada la mujer del Tuerto en
la cuenta que éste le tomaba rigorosamente, en el balcón se oÃa la
primera guantada de las que administraba el desdichado marido á su
costilla; desde el balcón llamaba á su padre, á su madre y á
Tremontorio; desde el balcón les contaba lo sucedido, y renegaba
furibundo de su mujer; desde el balcón imploraba el auxilio de Dios...,
y de balcón á balcón se enredaba un diálogo animadÃsimo que entretenÃa,
por espacio de media hora, á las gentes de la calle.
III
Ya hacÃa largo rato que los pacÃficos habitantes de Toledo habÃan
cerrado con llave y cerrojo las pesadas puertas de sus antiguos
caserones; la campana gorda de la catedral anunciaba la hora de la
queda, y en lo alto del alcázar, convertido en cuartel, se oÃa el último
toque de silencio de los clarines, cuando diez ó doce oficiales que poco
á poco habÃan ido reuniéndose en el Zocodover, tomaron el camino que
conduce desde aquel punto al convento en que se alojaba el capitán,
animados más con la esperanza de apurar las prometidas botellas, que con
el deseo de conocer la maravillosa escultura.
III
Ya hacÃa largo rato que los pacÃficos habitantes de Toledo habÃan
cerrado con llave y cerrojo las pesadas puertas de sus antiguos
caserones; la campana gorda de la catedral anunciaba la hora de la
queda, y en lo alto del alcázar, convertido en cuartel, se oÃa el
ultimo toque de silencio de los clarines, cuando diez ó doce oficiales
que poco á poco habÃan ido reuniéndose en el Zocodover, tomaron el
camino que conduce desde aquel punto al convento en que se alojaba el
capitán, animados más con la esperanza de apurar las prometidas
botellas, que con el deseo de conocer la-maravillosa escultura.
Dime:--«¿Cuál tu nombre, cuál
en el reino plutoniano de la noche y de la niebla?...»
Dijo el cuervo: «¡Nunca más!»
Asombrado quedé oyendo asà hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
que lograse contemplar
ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
ave o bruto reposar
sobre efigie en la cornisa de su puerta, cincelada,
con tal nombre: «¡Nunca más!»
Mas el cuervo, fijo, inmóvil, en la grave efigie aquella,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
vinculada--ni una pluma sacudÃa, ni un acento
se le oÃa pronunciar...
Mientras iba ensartando estas cosas con voz insinuante y melÃflua, le
oÃa el capÃtulo como quien oye llover desde lugar cubierto; unos
parecÃan mirar con grande atención las pinturas de los muros y bóveda,
medio dormidos otros cabeceaban haciendo reverencias, y muchos con las
manazas cruzadas sobre la barriga y hartos ya de plática, decÃan para su
sayo: «¿cuándo se acabará esto y tocarán á refectorio?» Pero el discurso
no llevaba trazas de concluirse tan pronto; antes, al contrario, de unas
reflexiones nacÃan otras; como las aguas vivas de manantial abundante,
las palabras con rapidez asombrosa brotaban de los labios del orador,
que siempre habÃa sido hombre de gran facundia, y en aquella ocasión lo
era más todavÃa, de suerte que el aburrido auditorio tenÃa casi agotada
la paciencia, y sólo por ciertos respetos no daba mayores señales de su
disgusto.
3.{16-3} =se oÃa llamar=, _she heard some one call her_.
=oir,= to hear; =--se,= to be heard; =hasta que se oÃa llamar,= until
she heard some one call her.
79
that it was catorce ('fourteen').]
Como os habrás figurado, la causa de mi susto era el primer golpe que
oÃa de esa endiablada campana gorda,[1] especie de sochantre de
bronce, que los canónigos de Toledo han colgado en su catedral con el
laudable propósito de matar á disgustos a los necesitados de reposo.
Yo estaba algunos doscientos pasos camino atrás de donde
nos encontramos en este momento: próximamente serÃa[1] la misma hora,
cuando creà escuchar unos alaridos distantes, y llantos é
imprecaciones que se entremezclaban con voces varoniles y coléricas
que ya se oÃan por un lado, ya por otro, como de pastores que
persiguen un lobo por entre los zarzales.
à la media hora sólo se oÃan los ahogados gemidos del aire que entraba
por las rotas vidrieras de las ojivas del templo, el atolondrado
revolotear de las aves nocturnas que tenÃan sus nidos en el dosel de
piedra de las esculturas de los muros, y el alternado rumor de los pasos
del vigilante que se paseaba envuelto en los anchos pliegues de su
capote, á lo largo del pórtico.
à la media hora sólo se oÃan los ahogados gemidos del aire que entraba
por las rotas vidrieras de las ojivas del templo, el atolondrado
revolotear de las aves nocturnas que tenÃan sus nidos en el dosel de
piedra de las esculturas dé los muros, y el alternado rumor de los
pasos del vigilante que se paseaba envuelto en los anchos pliegues de
su capote, á lo largo del pórtico.
Entre tanto, la comisión representativa que habÃa concertado hablarle
aquella tarde sobre el asunto del vino, iba subiendo lentamente la
magnÃfica escalera, deteniéndose á cada cuatro ó cinco peldaños para
conferenciar sobre el modo de abordar la cuestión á fin de que tuviese
mejor éxito, y se oÃan cosas por el estilo:
--Conviene pasarle la mano por el lomo, adularle y á cada tres palabras
llamarle Reverencia.
And when I saw it, I fell upon my face,
and I heard a voice of one that spake." Ezekiel, i.
[92.28] =oà abrir=, 'I heard [some one] open,' or 'I heard...
(I heard her tears.)
]
Después las tinieblas rosadas y azules que flotaban en el espacio,
como cortinas de gasa transparente, se rasgaron como el dÃa de
gloria[1] se rasga en nuestros templos el velo de los altares, y el
paraÃso de los justos se ofreció á sus miradas deslumbrador y
magnifico.[2]
[Footnote 1: el dÃa de gloria.
No oà más.
todos
los que pude hasta que oà rechinar la llave.
No bien[9] habÃamos andado
algunos pasos, cuando oà que alguien le llamaba: «¡Don José!
Yo me hallaba en uno de estos últimos momentos, cuando solo y en medio
de la escueta llanura, oà hablar cerca de mÃ.
Al cabo de un rato, cuando ya me disponÃa á dejar la silla para dar
algunas vueltas, oà exclamar á Luisa:
--¡Calla...
Obsolete for _maestro_, 'master,' a title of
respect.]
En Sevilla[1] en el mismo atrio de Santa Inés,[2] y mientras esperaba
que comenzase la Misa del Gallo,[3] oà esta tradición á una
demandadera del convento.
Un instante después noté cierto movimiento en la de Fernando, oà abrir
varias puertas con sigilo, las pisadas que empezaron á sonar sobre el
techo de mi cuarto se perdieron á lo lejos, y un secreto instinto me
advirtió que mi presencia era necesaria al joven.
A mi alcoba retornando con el alma en turbulencia
pronto oà llamar de nuevo--esta vez con más violencia,
«De seguro--dije--es algo que se posa en mi persiana;
pues, veamos de encontrar
la razón abierta y llana de este caso raro y serio
y el enigma averiguar.
PÉREL BONALDO
Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones,
sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones
inclinaba soñoliento la cabeza, de repente
a mi puerta oà llamar:
como si alguien, suavemente, se pusiese con incierta
mano tÃmida a tocar:
«Es--me dije--una visita que llamando está a mi puerta:
eso es todo, ¡y nada más!»
¡Ah!
Según colegÃa de la proximidad de las voces y del cercano chasquido de
las ramas que crujÃan al romperse para dar paso á aquella turba de
locuelas, iban á salir de la espesura á un pequeño rellano que formaba
el monte en el sitio donde yo estaba oculto, cuando enteramente á mis
espaldas, tan cerca ó más que me encuentro de vosotros, oà una nueva
voz fresca, delgada y vibrante, que dijo ...
Abrà los ojos según
dejo dicho: me incorporé con sumo cuidado, y poniendo atención á
aquel confuso murmullo que cada vez sonaba más próximo, oà en las
ráfagas del aire, como gritos y cantares extraños, carcajadas y tres ó
cuatro voces distintas que hablaban entre sà con un ruido y una
algarabÃa semejante al de las muchachas del lugar, cuando riendo y
bromeando por el camino, vuelven en bandadas de la fuente con sus
cántaros á la cabeza.
eso es todo, ¡y nada más!»
Paso a paso, fuerza y brÃos
fué mi espÃritu cobrando:
«Caballero--dije--o dama:
mil perdones os demando;
mas, el caso es que dormÃa,
y con tanta gentileza
me vinisteis a llamar,
y con tal delicadeza
y tan tÃmida constancia
os pusisteis a tocar
que no oû--dije--y las puertas
abrà al punto de mi estancia;
¡sombras sólo y...
Pero aún no
habÃa pronunciado estas palabras, abalanzándose á sus perseguidores,
fuera de sÃ, con las greñas sueltas, los ojos inyectados en sangre, y
la hedionda boca entreabierta y llena de espuma, cuando la oà arrojar
un alarido espantoso, llevarse por dos ó tres veces las manos al
costado con grande precipitación, mirárselas y volvérselas á mirar
maquinalmente, y por último, dando tres ó cuatro pasos vacilantes como
si estuviese borracha, la và caer al derrumbadero.
--Yo lo oà y tú lo oiste, y nos estremecimos y callamos.
[92.28] =oà abrir=, 'I heard [some one] open,' or 'I heard...
[35.15] =le tiró por los=..., 'pulled his....'
[35.18] =oà exclamar á Luisa==_oà á Luisa que exclamaba_.
* * * * *
Lo que de mi amigo oà y que me conmovió profundamente, es lo que cuento
en seguida, tres años despues de la muerte de Neira.
15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su
señor: mas os he llamado amigos, porque todas las cosas que oà de mi Padre, os
he hecho notorias.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
_Continúese_: OÃ, oÃste, etc.
of_ =oÃr=
=oyó= _3 sing.
La princesa oyó estas palabras y estaba muy triste.
AsÃ
que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mÃ.
No estuvo allà mucho tiempo cuando oyó un escandaloso aldabazo.
El viejo oyó estas palabras, y mandó al hijo que
montara en el asno.
Al mismo tiempo se oyó desde adentro el portero que
gritó con voz de trueno:--¡Hola!
Éste oyó el
murmullo y desde adentro preguntó con voz tonante:
--¿Quién anda ah�
Gritó entonces con todas sus fuerzas para que acudiese
la gente; pero nadie le oyó.
Un dÃa estaba cortando el tronco de un árbol grande y oyó 5
lamentos adentro.
La madre del Sur la escondió debajo de una olla y
pronto se oyó un gran ruido y llegó el Sur.
Y Simón Pedro, como oyó que era el Señor, ciñóse la ropa, porque estaba
desnudo, y echóse á la mar.
Sucedió que un dÃa fué Casilda á pasear por los jardines de su padre, y
oyó gemir á los pobres cautivos.
Éste á la media hora, oyó sin duda en
la sala el toque de «alto el fuego», y se retiró cerrando el balcón.
Al fin, una tarde oyó que los quejidos eran más tristes 65
que de ordinario y se decidió a ver lo que era.
siquiera, even, at least, unless, even though; ni oyó --, he did not
even hear; ni tan --, not even, not so much as.
à la mañana siguiente fué y se escondió, y oyó lo que la madre les dijo
á las chivitas, que fué lo propio del dÃa antes.
of_ =oÃr=;
=oyó las dos= he heard two o'clock strike
=P=
=paciente= patient
=padre= _m._ father
=pagado= _p.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
Tendió el marqués la vista por la cocina
abandonada, y vió el fuego del hogar que iba apagándose, y oyó una
especie de ronquido animal...
Teobaldo oyó entre aquellas
voces que palpitaban aún en el éter luminoso, la voz de su santa
madre, que pedÃa á Dios por él; pero no oyó la suya.
Le oyó con interés, desapareció por un momento
entre las ramas de la ribera, y volvió trayendo entre 20
sus manos una hacha de oro.
El triste leñador oyó entonces una dulce voz que le
dijo: 10
--¿Qué tienes,[176] buen hombre?
Entre otras conversaciones más ó menos rústicas que
le divirtieron, oyó que todos sus criados proyectaban asociarse para
echar un décimo á la loterÃa de Navidad.
Pero el viejo patrón, ó no oyó las advertencias, ó se hizo sordo á
ellas, que es lo más probable, por disfrutar algunos instantes más de la
presencia de sus compañeros.
Aburrido ya de aguardar una aurora que no llegaba, tiró del
cordón de la campanilla, y oyó con gozo vibrar á lo lejos su metálico
timbre; pero no acudió nadie al llamamiento.
Cuando salió á recorrer aquellos campos, hollados por la planta del
santo labrador, vió que el cielo se habÃa nublado, y oyó decir á las
gentes que se le iban á mojar las polainas al Santo.
El joven ni oyó siquiera las palabras de sus amigos, y tambaleando y
como pudo llegó á la tumba y aproximbe á la estatua; pero al tenderle
los brazos resonó un grito de horror en el templo.
El joven ni oyó siquiera las palabras de sus amigos, y tambaleando y
como pudo llegó á la tumba, y aproximóse á la estatua; pero al tenderle
los brazos, resonó un grito de horror en el templo.
Un dÃa en que el padre trabajaba muy afanoso con
otros varios hombres en sus tierras de labranza, oyó
que el pastorcillo gritaba: 10
--¡El lobo!
Pero se arrepintió bien pronto de su ligereza,
cuando sintió sobre sà una mirada fulminante y oyó una voz severa
diciéndole:
--Hermano, durante un mes tendrá su celda por encierro y ayunará á pan y
agua.
Y subió más alto, y creyó divisar á lo lejos las tormentosas nubes
semejantes á un mar de lava, y oyó mugir el trueno á sus pies como
muge el océano azotando la roca desde cuya cima le contempla el
atónito peregrino.
Tras aquellos recios muros oyó Casilda tristÃsimos lamentos, y entonces
recordó que allà gemÃan, hambrientos y cargados de cadenas, los pobres
nazarenos, por quienes en Castilla lloraban padres, hermanos, esposas,
amadas.
El encargado de la sucursal del cosechero de Móstoles oyó aquella misma
mañana un gran ruido hacia la praderita interpuesta entre su ventorrillo
y el rÃo, y al asomarse á la ventana vió que el rÃo acababa de invadir
la pradera y se llevaba las cubas vacÃas.
Nuestro juez no
era un polÃtico sino un artista, que por amor al[342] arte 15
se entregaba a sus tenebrosos estudios; y debÃa ser
mucha su modestia, porque es fama que nunca se le oyó
hablar una sola palabra de sus progresos en la ciencia.
El arzobispo hizo una señal
de asentimiento con la cabeza, y ya algunos de los fieles que conocÃan
á aquel personaje extraño por un organista envidioso, enemigo del de
Santa Inés, comenzaban á prorrumpir en exclamaciones de disgusto,
cuando de improviso se oyó en el atrîo un ruido espantoso.
Y cuando ya la vela estaba próxima á consumirse del todo, oyó mi
héroe á lo lejos el son de una guitarra, y luego el rasguear de otras
tres ó cuatro que venÃan haciéndole consonancia y coro; y después, y ya
más cerca, los tañedores se pararon, y una voz varonil entonó la copla
siguiente:
Es tu ventana, morena,
¡Ay!
No oyó doña Rita el final de la imprecación, porque salió cantando, y
tras ella los demás interlocutores del marqués, y en pos de éstos el
marqués mismo, que los siguió furioso al través de las habitaciones y
estuvo á punto de alcanzarlos en la cocina, sin que se atreviese á
seguirlos al patio por no arrostrar la glacial temperatura.
El encanto se rompió, desvanecióse todo
como el humo, y al tender en torno suyo la vista, no vió ni oyó más
que el bullicioso tropel con que las tÃmidas corzas, sorprendidas en
lo mejor de sus nocturnos juegos, huÃan espantadas de su presencia,
una por aquÃ, otra por allá, cuál salvando de un salto los matorrales,
cuál ganando á todo correr la trocha del monte.
Presente á la relación de Esteban, como los otros monteros, Garcés fue
acaso el único que oyó con verdadera curiosidad los pormenores de su
increible aventura, y si bien no pudo menos de sonreir cuando el zagal
repitió las palabras de la corza blanca, desde que abandonó el soto en
que habÃan sesteado comenzó á revolver en su mente las más absurdas
imaginaciones.
Antes de pasar el Manzanares, oyó hacia aquellos collados y la pradera
interpuesta entre el rÃo y ellos, confuso, interminable y atronador
murmullo de la muchedumbre, y dijo, lleno de piadosa emoción:
--¡Ah, qué bien comprende el gran pueblo madrileño la incomparable dicha
que goza de ser Madrid cuna de San Isidro, y sus campos teatro de los
milagros del santo labrador!
Constanza conoció el efecto que su burla habÃa producido en el
enamorado joven; pero deseando apurar su paciencia hasta lo último,
tornó á decir en el mismo tono:
--¿Y si al dispararla te saluda con alguna risa del género de la que
oyó Esteban, ó se te rÃe en la nariz, y al escuchar sus sobrenaturales
carcajadas se te cae la ballesta de las manos, y antes de reponerte
del susto ya ha desaparecido la corza blanca más ligera que un
relámpago?
V
Ya después de dudar un instante y á una nueva orden de su señor,
comenzaban los pajes á desatar los lebreles, que aturdÃan la iglesia
con sus ladridos; ya el barón habÃa armado su ballesta riendo con una
lisa de Satanás, y el venerable sacerdote, murmurando una plegaria,
elevaba sus ojos al cielo y esperaba tranquilo la muerte, cuando se
oyó fuera del sagrado recinto una vocerÃa horrible, bramidos de
trompas que hacÃan señales de ojeo, y gritos de _¡Al jabali!--¡Por Zas
breñas!--¡Hacia el monte!_ Teobaldo, al anuncio de la deseada res,
corrió á las puertas del santuario, ebrio de alegrÃa; tras él fueron
sus servidores, y con sus servidores los caballos y los lebreles.
=oyó=, _pret.
=oyó=, _past abs.
[8.22] =oyó=, etc.
=oyó=, _from_ =oÃr=.
¿Qué oyó cuando era
aprendiz?
=oye; oyó; oyera, oyese:= _see_ =oir=.
8 Y como Pilato oyó esta palabra, tuvo más miedo.
29 Ella, como lo oyó, levántase prestamente y viene á él.
32 Y lo que vió y oyó, esto testifica: y nadie recibe su testimonio.
6 Como oyó pues que estaba enfermo, quedóse aún dos dÃas en aquel lugar
donde estaba.
20 Entonces Marta, como oyó que Jesús venÃa, salió á encontrarle; mas
MarÃa se estuvo en casa.
* * *
Un borracho oyó las dos
Y dijo con mucha paz 140
--¡Hombre!
47 Este, como oyó que Jesús venÃa de Judea á Galilea, fué á él, y
rogábale que descendiese, y sanase á su hijo, porque se comenzaba á morir.
Con los oÃdos oÃmos
la voz humana y todos los sonidos.
Una nubecilla blanca se desprendió
del vapor y oÃmos el estampido de un cañonazo.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
Cada uno alegó sus méritos; yo expuse mis derechos: ya los unos
murmuraban entre sà con ojeadas amenazadoras; ya los otros con voces
descompuestas por la embriaguez habÃan puesto la mano sobre el pomo de
sus puñales para dirimir la cuestión, cuando de repente oÃmos un
extraño crujir de armas, acompañado de pisadas huecas y sonantes, que
de cada vez se hacÃan más distintas.
¿Qué oÃmos con los oÃdos?
=11.= =OÃr=, _to hear_ =oyendo= =oÃdo=
PRESENTE DE INDICATIVO: =Oigo, oyes, oye=, oÃmos, oÃs, oyen.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
Cuando oyeron cantar «¡Ãvila!
Al poco rato se oyeron los pasos
del portero.
En este momento oyeron el galope de un escuadrón y
los dos moros huyeron del sitio.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
Los obreros romanos oyeron esta parábola y comprendieron su significado,
regresando muy contentos a la ciudad a trabajar de nuevo.
para oir
una cencerrada; porque personas que lo oyeron dicen que lo que hizo el
dichoso organista de San Bartolomé en la catedral no fué otra cosa....
Hiéreme con una de las
flechas EN LOS OÃDOS; _los culpables son ellos, que no oyeron el consejo
de mi padre: hiéreme_ EN EL CORAZÓN, _que no le quiso ni respetó como
debÃa_.
Desde
la sala donde estaba la niña difunta, las piadosas mujeres que le hacÃan
compañÃa oyeron espantosa algazara, que al través del pavimento del piso
superior llegaba hasta ellas, conturbándolas en su pena y devoto
recogimiento.
now
=orden= _f._ order;
=a las órdenes= under the command
=ordinario= ordinary;
=de ordinario= usual
=oriente= _m._ East, orient
=orilla= _f._ bank, shore;
=a orillas= on the shore
=oro= _m._ gold
=oscuro= dark;
=a oscuras= in the dark
=oso= _m._ bear
=otoño= _m._ autumn
=otro= other, another;
=otra vez= again;
=otro tanto= as much more
=oveja= _f._ sheep
=oyeron= _3 pl.
Violentos
murmullos interrumpieron el discurso, que no pudo reanudarse: los
frailes dejaron sus asientos y se arremolinaron por grupos, voceando y
gesticulando sin hacer más caso del Superior que de la carabina de
Ambrosio; los de un corrillo pasaban á otro, como consultándose
mutuamente; la confusión y el tumulto crecÃan por instantes; el
Superior, turbado ante aquella especie de motÃn, no sabÃa qué hacerse;
hasta que, por último, dominando toda la gresca y baraúnda, se oyeron
las voces de «¡Silencio!
=oyeron=, _pret.
¿Qué oyeron
los hermanos?
¡Oh, qué elogios se oyeron a porfÃa
De su rara y fecunda fantasÃa!
8 Todos los que antes de mà vinieron, ladrones son y robadores; mas no
los oyeron las ovejas.
40 Y [ciertos] de los Fariseos que estaban con él oyeron esto, y
dijéronle: ¿Somos nosotros también ciegos?
15
Y entraron en la cueva los dos, penetrando todo lo
posible.[50]
Por la mañana oyeron pasos en las proximidades de
su escondite.
32 Los Fariseos oyeron á la gente que murmuraba de él estas cosas; y los
prÃncipes de los sacerdotes y los Fariseos enviaron servidores que le
prendiesen.
20 Y de esta manera me esforcé á predicar el evangelio, no donde [antes]
Cristo fuese nombrado, por no edificar sobre ajeno fundamento:
21 Sino, como está escrito: A los que no fué anunciado de él, verán: Y
los que no oyeron, entenderán.
12 El siguiente dÃa, mucha gente que habÃa venido á la fiesta, como
oyeron que Jesús venÃa á Jerusalem,
13 Tomaron ramos de palmas, y salieron á recibirle, y clamaban:
¡Hosanna, Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!
No he oÃdo hablar de eso.
Nunca lo he oÃdo nombrar...
me dice que el sentimiento hacia el extranjero es cordial; sin
embargo, he oÃdo decir que los naturales les ponen motes despectivos.
Si yo lo he oÃdo
mil veces en San Bartolomé,[2] que era su parroquia, y de donde tuvo
que echarle el senor cura por malo, y era cosa de taparse los oÃdos
con algodones....
Lamentos, palabras, nombres,
cantares, yo no sé lo que he oÃdo en aquel rumor cuando me he sentado
solo y febril sobre el peñasco, á cuyos pies saltan las aguas de la
fuente misteriosa para estancarse en una balsa profunda, cuya inmóvil
superficie apenas riza el viento de la tarde.
--Siempre he oÃdo mencionar el caucho de Pará como el más puro.
--Nunca he visto ese camello, ni he oÃdo hablar
de[67] él más que a ustedes.
--Nunca he oÃdo tal cosa,--repuso el estudiante--y quisiera saber qué
cuatro efes son ésas.
--No--contestó el pobre animal.--No soy el hombre, ¡aunque he oÃdo decir
que algunos se parecen á mÃ!
--Me atrae el viaje por Cartagena, pues he oÃdo alabar las excursiones
por el rÃo Magdalena y el Cauca.
40 Empero ahora procuráis matarme, hombre que os he hablado la verdad,
la cual he oÃdo de Dios: no hizo esto Abraham.
26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros: mas el que me
envió, es verdadero: y yo, lo que he oÃdo de él, esto hablo en el mundo.
38.--EL «TRISTE» Y LA «VIDALITA»
El «triste» que predomina en los pueblos del norte, es un canto frijio,
plañidero, natural al hombre en el estado primitivo de barbarie, según
Rousseau.[1]
La «vidalita,» canto popular con coros, acompañado de la guitarra y un
tamboril, a cuyos redobles se reune la muchedumbre y va engrosando el
cortejo y el estrépito de las voces, me parece heredado de los
indÃgenas, porque lo he oÃdo en una fiesta de indios en Copiapó en
celebración de la Candelaria[2]; y como canto religioso, debe ser
antiguo, y los indios chilenos no lo han de haber adoptado de los
españoles argentinos.
Y
Jesús, alzando los ojos arriba, dijo: Padre, gracias te doy que me has oÃdo.
Pareciome el aire entonces,
por incógnito incensario
que un querube columpiase
de mi alcoba en el santuario,
perfumado--«Miserable sér--me dije--Dios te ha oÃdo
y por medio angelical,
tregua, tregua y el olvido del recuerdo de Leonora
te ha venido hoy a brindar:
¡bebe!
¿No ha oÃdo V.
=96.=--[96.12] =poco después de obscurecido=, 'a little after dark.'
=97.=--[97.5] =Es que=, 'the fact is that.'
[97.8] =para en ella padecer hambre==_para padecer hambre en ella_.--=No
ha oÃdo V.
--Se refiere, prosiguió el montero, á que, según él afirma, y lo jura
y perjura por todo lo más sagrado del mundo, los ciervos que discurren
por estos montes, se han dado de ojo para no dejarle en paz, siendo lo
más gracioso del caso, que en más de una ocasión les ha sorprendido
concertando entre sà las burlas que han de hacerle, y después que
estas burlas se han llevado á término, ha oÃdo las ruidosas carcajadas
con que las celebran.
42 Y decÃan á la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros
mismos hemos oÃdo, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo,
el Cristo.
34 Respondióle la gente: Nosotros hemos oÃdo de la ley, que el Cristo
permanece para siempre: ¿cómo pues dices tú: Conviene que el Hijo del hombre
sea levantado?
Ni nunca
habéis oÃdo su voz, ni habéis visto su parecer.
38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que
habéis oÃdo cerca de vuestro padre.
Pregunta á los que han oÃdo, qué les haya yo
hablado: he aquÃ, ésos saben lo que yo he dicho.
18 Mas digo: ¿No han oÃdo?
¿y cómo
creerán á aquel de quien no han oÃdo?
Pero oÃa
harmonÃas tales como jamás habÃa oÃdo en la tierra.
El bribón, muy sorprendido, se reunió con sus camaradas y les refirió lo
que habÃa oÃdo.
Después de pensar largo rato el aprendiz, al
fin preguntó al maestro, si era verdad lo que habÃa oÃdo decir.
Turbando el profundo silencio que
me rodeaba, habÃa oÃdo como un ruido de hierros, que se removÃan y
chocaban al unirse entre las sombras.
Apenas se instalaron alrededor de la mesa, cuando
apareció el mozo, el cual abriendo sus ojos de par en
par,[168] asombróse viendo a unos de esos ricos americanos 15
de quienes tanto habÃa oÃdo hablar.
Como
yo habÃa oÃdo que el aguardiente es bueno pa quitar el dolor de barriga,
poniendo por fuera unos paños bien empapaos en ello, calenté en una
sartén como medio cuartillo; y cuando estaba casi hirviendo, llevélo asÃ
á la cama onde se estaba revolcando la muy bribona.
29 Y la gente que estaba presente, y habÃa oÃdo, decÃa que habÃa sido
trueno.
Pero oÃa
harmonÃas tales como jamás habÃa oÃdo en la tierra.
El bribón, muy sorprendido, se reunió con sus camaradas y les refirió lo
que habÃa oÃdo.
Después de pensar largo rato el aprendiz, al
fin preguntó al maestro, si era verdad lo que habÃa oÃdo decir.
Turbando el profundo silencio que
me rodeaba, habÃa oÃdo como un ruido de hierros, que se removÃan y
chocaban al unirse entre las sombras.
Apenas se instalaron alrededor de la mesa, cuando
apareció el mozo, el cual abriendo sus ojos de par en
par,[168] asombróse viendo a unos de esos ricos americanos 15
de quienes tanto habÃa oÃdo hablar.
Como
yo habÃa oÃdo que el aguardiente es bueno pa quitar el dolor de barriga,
poniendo por fuera unos paños bien empapaos en ello, calenté en una
sartén como medio cuartillo; y cuando estaba casi hirviendo, llevélo asÃ
á la cama onde se estaba revolcando la muy bribona.
29 Y la gente que estaba presente, y habÃa oÃdo, decÃa que habÃa sido
trueno.
CapÃtulo 4
1 DE manera que como Jesús entendió que los Fariseos habÃan oÃdo que
Jesús hacÃa y bautizaba más discÃpulos que Juan,
2 (Aunque Jesús no bautizaba, sino sus discÃpulos),
3 Dejó á Judea, y fuése otra vez á Galilea.
Apenas le vió su camarada, salió á su encuentro para saludarle, y con él
se adelantaron casi todos los que á la sazón se encontraban en el
corrillo, en quienes habÃan despertado la curiosidad y la gana de
conocerle los pormenores que ya habÃan oÃdo referir acerca de su
carácter original y extraño.
Apenas le vió su camarada, salió á su encuentro para saludarle, y con
él se adelantaron casi todos los que á la sazón se encontraban en el
corrillo; en quienes habÃan despertado la curiosidad y la gana de
conocerle, los pormenores que ya habÃan oÃdo referir acerca de su
carácter original y extraño.
40 Era Andrés, hermano de Simón Pedro, uno de los dos que habÃan oÃdo de
Juan, y le habÃan seguido.
6.--LA CAZA DEL TIGRE
ConocÃase que las mujeres nos contaban y recontaban[1] desde que nos
alcanzaron a ver,[2] y cuando nos acercamos a la casa estaban aún
indecisas entre el susto y la alegrÃa, pues por nuestra demora y los
disparos que habÃan oÃdo suponÃan que habÃamos corrido peligros.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
=oiga,= _pr.
=oiga=, _etc., from_ =oÃr=.
=oiga=, =oigas=, _etc._, _pres.
--Pues oiga usted, tÃo Traga-santos, lo que pasó en Madrid entre D.
=oir=, to hear; =oir hablar de=, to hear of (about); =¡oye!= =¡oiga!=
listen!
--Grita, grita más alto; que te lo oiga el tu marido que por allá abajo
asoma, y mira después onde te metes.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
=oiga=, =oigas=, _etc._, _pres.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
=oiga,= _pr.
=oiga=, _etc., from_ =oÃr=.
=oiga=, =oigas=, _etc._, _pres.
--Pues oiga usted, tÃo Traga-santos, lo que pasó en Madrid entre D.
=oir=, to hear; =oir hablar de=, to hear of (about); =¡oye!= =¡oiga!=
listen!
--Grita, grita más alto; que te lo oiga el tu marido que por allá abajo
asoma, y mira después onde te metes.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
Lo que buscaba Israel aquello no ha alcanzado; mas la
elección lo ha alcanzado: y los demás fueron endurecidos;
8 Como está escrito: Dióles Dios espÃritu de remordimiento, ojos con que
no vean, y oÃdos con que no oigan, hasta el dÃa de hoy.
IMPERFECTO DE SUBJUNTIVO: =Oyese, oyeses=, etc.; =oyera, oyeras=, etc.
Después levantó la tapa
para que se oyera mejor, abrió con cuidado las puertas y ejecutó todas
las maniobras conducentes á producir una sorpresa en la casa; pero todo
ello con tal esmero, andando sobre la punta de los pies, hablando en
falsete y haciendo tantas y tan graciosas muecas, que Juan al notarlo no
pudo menos de reirse exclamando: ¡Siempre el mismo Santiago!
=oye; oyó; oyera, oyese:= _see_ =oir=.
IMPERFECTO DE SUBJUNTIVO: =Oyese, oyeses=, etc.; =oyera, oyeras=, etc.
IMPERFECTO DE SUBJUNTIVO: =Oyese, oyeses=, etc.; =oyera, oyeras=, etc.
Después levantó la tapa
para que se oyera mejor, abrió con cuidado las puertas y ejecutó todas
las maniobras conducentes á producir una sorpresa en la casa; pero todo
ello con tal esmero, andando sobre la punta de los pies, hablando en
falsete y haciendo tantas y tan graciosas muecas, que Juan al notarlo no
pudo menos de reirse exclamando: ¡Siempre el mismo Santiago!
=oye; oyó; oyera, oyese:= _see_ =oir=.
47 Y el que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo; porque
no he venido á juzgar al mundo, sino á salvar al mundo.
50 DÃceles Nicodemo (el que vino á él de noche, el cual era uno de
ellos):
51 ¿Juzga nuestra ley á hombre, si primero no oyere de él, y entendiere
lo que ha hecho?
13 Pero cuando viniere aquel EspÃritu de verdad, él os guiará á toda
verdad; porque no hablará de sà mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y
os hará saber las cosas que han de venir.
FUTURO DE SUBJUNTIVO: =Oyere, oyeres=, etc.
47 Y el que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo; porque
no he venido á juzgar al mundo, sino á salvar al mundo.
50 DÃceles Nicodemo (el que vino á él de noche, el cual era uno de
ellos):
51 ¿Juzga nuestra ley á hombre, si primero no oyere de él, y entendiere
lo que ha hecho?
13 Pero cuando viniere aquel EspÃritu de verdad, él os guiará á toda
verdad; porque no hablará de sà mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y
os hará saber las cosas que han de venir.
25 De cierto, de cierto os digo: Vendrá hora, y ahora es, cuando los
muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán.
oye=, _that he almost heard me_.
Todo aquél que es de la verdad, oye mi voz.
El juez la llamó y le dijo: 5
--No llores, querida, y oye bien lo que voy a decirte.
Desde
mi cuarto se oye el de la iglesia, y además, al venir ahora miré el del
comedor, que está al paso, y es muy seguro, y todavÃa no han dado las
tres, aunque ya faltará poco.
de todos los ojos caen lagrimones
tamaños, y al concluir se oye como un suspiro inmenso, que no es otra
cosa que la respiración de los circunstantes contenida mientras dura
la música....
Abajo revuelan
clamoreando las pintadas guacamayas y se oye la voz de los verdes
papagayos habitadores de la zona tórrida; en tanto que arriba gime la
paloma torcaz y se cierne en las nubes el águila altanera.
Para delicia del natural y
del extranjero, en San José, Cartago, Heredia, Alajuela y
otras ciudades se oye también la soñadora música de 25
los latinos, tanto en las plazas públicas como en los
patios de las casas de habitación.
acaso ilusión de la fantasÃa, que oye y ve y palpa en su
exaltación lo que no existe, pero la verdad era que ya cerca, ya lejos,
ora á sus espaldas, ora á su lado mismo, sonaban como sollozos que se
comprimen, como roce de telas que se arrastran, como rumor de pasos que
van y vienen sin cesar.
acaso ilusión de la fantasÃa, que oye y ve y palpa en su
exaltación lo que no existe, pero la verdad era que ya cerca, ya
lejos, ora á sus espaldas, ora á su lado mismo, sonaban como sollozos
que se comprimen, como roce de telas que se arrastran, como rumor de
pasos que van y vienen sin cesar.
Háblannos de Rivera la fábula tejida por la
imaginación del gaucho, tan vivaz como la fantasÃa del árabe del
desierto; la conseja de los abuelos referida al calor del hogar[1]; la
anécdota picante[2] que se oye en las estancias; el chascarrillo agudo
que entre risas vuela, y hasta las leyendas populares chismean más de
un idilio con el chinerÃo campero, y madrigalizan las tenoriadas del
ilustre _Pardejón_.[3]
--_Daniel MartÃnez Vigil_ (URUGUAYO)
Chapter Footnotes:
[A] JOSÉ F.
En ocasiones saltan de repente[6] lagartos enormes,
parecidos a las iguanas, y huyen revolviendo la basura del suelo; en
otras nada se ve, pero se oye un sordo roznar en la espesura, y el ruido
de un andar lento al través de la maleza; de continuo[7] y por todas
partes la animación de la naturaleza en el esplendor de su abandono; y a
raros intervalos, a orillas del camino y escondida se encuentra la choza
miserable de algún vecino de Guayabito, pálido y enfermizo: el hombre
está de más[8] en medio de aquellas selvas, y sucumbe sin energÃa, como
abrumado por el mundo fÃsico.
yo te doy gracias, exclamo respirando, como el ciervo que
acaba de escaparse de una docena de perros, y que oye ya apenas sus
ladridos; para de aquà en adelante no te pido riquezas, no te pido
empleos, no honores; lÃbrame de los convites caseros y de dÃas de dÃas:
lÃbrame de estas casas en que es un convite un acontecimiento; en que
sólo se pone la mesa decente para los convidados; en que creen hacer
obsequios cuando dan mortificaciones; en que se hacen finezas; en que se
dicen versos; en que hay niños; en que hay gordos; en que reina, en fin,
la brutal franqueza de los castellanos viejos.
Gibson, su
«mirada cansada, tediosa y hastiada.» Ya en su edad viril, recuérdale el
bibliófilo Gowans: «Poe tenÃa un exterior notablemente agradable y que
predisponÃa en su favor: lo que las damas llamarÃan claramente bello.»
Una persona que le oye recitar en Boston, dice: «Era la mejor
realización de un poeta, en su fisonomÃa, aire y manera.» Un precioso
retrato es hecho de mano femenina: «Una talla algo menos que de altura
mediana, quizá, pero tan perfectamente proporcionada y coronada por una
cabeza tan noble, llevada tan regiamente, que, a mi juicio de muchacha,
causaba la impresión de una estatura dominante.
Son de notarse[54] los rasgos descriptivos que el poeta
ecuatoriano da de BolÃvar, con quien se encuentra antes de empezar la
batalla; la descripción de la pelea entre los dos ejércitos, la cual
trasporta al lector al campo de los combatientes, donde ve a cada
guerrero a la cabeza de los bravos que le han recomendado, embistiendo,
cargando, arrollando, distinguiéndose cada cual en la lid según su valor
y ardimiento,--donde oye el silbido de las balas, el estridor de los
aceros, el grito de los que luchan, el alarido de los que caen, el
atambor que redobla, el clamor de la trompeta que excita a la pelea, y
el relincho de los fogosos corceles--, y ve sangre a torrentes[55] y
montones de cadáveres por donde quiera que vuelve los ojos.
Mientras iba ensartando estas cosas con voz insinuante y melÃflua, le
oÃa el capÃtulo como quien oye llover desde lugar cubierto; unos
parecÃan mirar con grande atención las pinturas de los muros y bóveda,
medio dormidos otros cabeceaban haciendo reverencias, y muchos con las
manazas cruzadas sobre la barriga y hartos ya de plática, decÃan para su
sayo: «¿cuándo se acabará esto y tocarán á refectorio?» Pero el discurso
no llevaba trazas de concluirse tan pronto; antes, al contrario, de unas
reflexiones nacÃan otras; como las aguas vivas de manantial abundante,
las palabras con rapidez asombrosa brotaban de los labios del orador,
que siempre habÃa sido hombre de gran facundia, y en aquella ocasión lo
era más todavÃa, de suerte que el aburrido auditorio tenÃa casi agotada
la paciencia, y sólo por ciertos respetos no daba mayores señales de su
disgusto.
¡oye el cucú!
=oye=, _pres.
=oye=, _from_ =oÃr=.
=oigo=, =oyes=, =oye=, _etc._, _pres.
=oye; oyó; oyera, oyese:= _see_ =oir=.
¡Al fin se te ve,[7] o por lo menos se te oye!
¿Qué se oye a menudo por la noche en los
pueblos de España?
[101.14] =se oye el=, etc.,=_el [reloj] de la iglesia se oye_.
=oir=, to hear; =oir hablar de=, to hear of (about); =¡oye!= =¡oiga!=
listen!
47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye: por esto no [las] oÃs
vosotros, porque no sois de Dios.
=11.= =OÃr=, _to hear_ =oyendo= =oÃdo=
PRESENTE DE INDICATIVO: =Oigo, oyes, oye=, oÃmos, oÃs, oyen.
31 Y sabemos que Dios no oye á los pecadores: mas si alguno es temeroso
de Dios, y hace su voluntad, á éste oye.
24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me
ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á
vida.
¡Cuando le vi entrar me dió una risa, que por poco me
oye!{19-4}
La chiquilla se reÃa aún, con tanta gana y tan francamente, que me
obligó á hacer lo mismo.
--Entre los productores importantes de azúcar de caña, sólo se oye
hablar de Cuba, Méjico, Perú, Santo Domingo, Brasil, Guayanas,
Venezuela, Ecuador y Argentina.
29 El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que
está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; asà pues, este
mi gozo es cumplido.
4 and 28.]
VIII
Atravesaba esa fantástica región adonde van todos los acentos de la
tierra, los sonidos que decimos que se desvanecen, las palabras que
juzgamos que se pierden en el aire, los lamentos que creemos que nadie
oye.
13,
note 1.]
Ya enzarzado en lo más espeso y fragoso del monte, llevando del
diestro la caballerÃa por entre sendas casi impracticables, ora por
las cumbres para descubrir la salida del laberinto, ora por las
honduras con la idea de cortar terreno, anduve vagando al azar un buen
espacio de tarde hasta que por último, en el fondo de una cortadura
tropecé con un pastor, el cual abrevaba su ganado en el riachuelo que,
después de deslizarse sobre un cauce de piedras de mil colores, salta
y se retuerce allà con un ruido particular que se oye á gran
distancia, en medio del profundo silencio de la naturaleza que en
aquel punto y á aquella hora parece muda ó dormida.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
=oiga,= _pr.
=oiga=, _etc., from_ =oÃr=.
=oiga=, =oigas=, _etc._, _pres.
--Pues oiga usted, tÃo Traga-santos, lo que pasó en Madrid entre D.
=oir=, to hear; =oir hablar de=, to hear of (about); =¡oye!= =¡oiga!=
listen!
--Grita, grita más alto; que te lo oiga el tu marido que por allá abajo
asoma, y mira después onde te metes.
Pero, oÃd.
IMPERATIVO: =Oye=, oÃd.
PRESENTE DE SUBJUNTIVO: =Oiga, oigas, oiga, oigamos, oigáis, oigan.=
PRETÉRITO: OÃ, oÃste, =oyó=, oÃmos, oÃsteis, =oyeron=.
Lo que buscaba Israel aquello no ha alcanzado; mas la
elección lo ha alcanzado: y los demás fueron endurecidos;
8 Como está escrito: Dióles Dios espÃritu de remordimiento, ojos con que
no vean, y oÃdos con que no oigan, hasta el dÃa de hoy.
Lo que buscaba Israel aquello no ha alcanzado; mas la
elección lo ha alcanzado: y los demás fueron endurecidos;
8 Como está escrito: Dióles Dios espÃritu de remordimiento, ojos con que
no vean, y oÃdos con que no oigan, hasta el dÃa de hoy.