entusiasmo, _m._, enthusiasm.
Don Ramón no sabÃa la letra sino á medias, pero lo cantaba con el
mismo entusiasmo que si la supiera.
El uno corre de entusiasmo ciego,
La niña arrulla á su muñeca inerme,
Y mientras grita el uno: Fuego, Fuego,
La otra murmura triste: Duerme, Duerme.
La excitación de la alegrÃa los fatiga, la tensión del entusiasmo se
afloja, la energÃa para el placer se ablanda, la voluntad se deslÃe, y
entonces un vaho de sopor, una onda de languidez y de ternura los
envuelve, los penetra, los sumerge dulcemente.
Añadió con
humildad que se creÃa inferior en doctrina y merecimientos á otros
muchos insignes varones allà presentes, y que por su parte procuraba
suplir la falta de otras excelencias y altas dotes á fuerza de
entusiasmo y celo por la comunidad que, aunque indigno, tenÃa la honra
de dirigir, etc., etc.
Ya ves qué de[12] consecuencias se desprenden de un fenómeno, al parecer
trivial.[13] Y no paran aquéllas aquÃ, pues el extranjero, por su parte,
aprende en esas tierras que explota a apreciar las cualidades del nativo
educado, su alto idealismo y su entusiasmo por las cosas que interesan a
la inteligencia y al sentimiento.
En las tardes de verano, especialmente cuando la atmósfera
pura del Ecuador se encuentra libre de vapores y de nubes, las faldas
argentadas de este rarÃsimo nevado, vistas de lejos,[4] arrebatan el
alma, aún de las personas que tienen menos hábito y menos propensiones a
contemplar con entusiasmo las obras magnas de la creación.
Figuraos un mundo de piedra, inmenso como el espÃritu de nuestra
religión, sombrÃo como sus tradiciones, enigmático como sus parábolas, y
todavÃa no tendréis una idea remota de ese eterno monumento del
entusiasmo y la fe de nuestros mayores, sobre el que los siglos han
derramado á porfÃa el tesoro de sus creencias, de su inspiración y de
sus artes.
Figuraos un mundo de piedra, inmenso como el espÃritu de nuestra
religión, sombrÃo como sus tradiciones, enigmático como sus parábolas,
y todavÃa no tendréis una idea remota de ese eterno monumento del
entusiasmo y la fe de nuestros mayores, sobre el que los siglos ban
derramado á porfÃa el tesoro de sus creencias, de su inspiration y de
sus artes.
Todos, en una explosión de libertad y de entusiasmo, cantan, estallan en
carcajadas, corren por la planicie, hacen girar los caballos empapados
en sudor, remolinean en grupos apretados, arrancan a manos llenas[2]
sartales de flores, desgajan los racimos de pomarrosas, se embriagan en
la fragancia de los limoneros, se arrojan puñados de azahares, y hacen
rodar por la grama el oro de las naranjas.
Sarmiento,[61] es el libro argentino por excelencia; la nota poética y
pictórica más alta que haya dado la literatura americana; sus capÃtulos
vibran de entusiasmo épico y de unción patriótica; pasan de la anécdota
aparentemente pueril al concepto sociológico y filosófico; de la
descripción del medio a la psicologÃa de los hombres que de ese medio
derivan; es el libro de un pensador y de un poeta, del más grande poeta
que hayamos tenido.
=entusiasmo,= enthusiasm.
=entusiasmo=, _m._, enthusiasm.
=144.=--[144.10] =sobre=, 'in.'
[144.13] =de entusiasmo ciego==_ciego de entusiasmo_.
Si le entusiasma alguna aventura heroica que le cuentan,
demuestra su admiración por el héroe con esta exclamación: «¡Ah
criollo!» Si él narra algún lance en que un ginete bien montado[12]
evitó un sablazo o una lanzada, ladeando el caballo, dice que «soslayó
el pingo».[13] No dice «tome usted», sino «velay»; al mate le llama «el
verde»,[14] a los tragos de caña o de ginebra «gorgoritos,» al
telégrafo eléctrico «el chismoso»,[15] al ferrocarril en señal de
admiración, «el bárbaro».[16]
Pero donde agota todo el repertorio de sus dichos, es en la enumeración
de las cualidades de un caballo que estima, y asà dice: «es aseadito
para andar»,[17] «es el peón de la casa»,[18] «es mi crédito», «es
seguidor en el camino», «es liberal por donde lo busquen»,[19] «a donde
quiera endereza»,[20] etc.
Si le entusiasma alguna aventura heroica que le cuentan,
demuestra su admiración por el héroe con esta exclamación: «¡Ah
criollo!» Si él narra algún lance en que un ginete bien montado[12]
evitó un sablazo o una lanzada, ladeando el caballo, dice que «soslayó
el pingo».[13] No dice «tome usted», sino «velay»; al mate le llama «el
verde»,[14] a los tragos de caña o de ginebra «gorgoritos,» al
telégrafo eléctrico «el chismoso»,[15] al ferrocarril en señal de
admiración, «el bárbaro».[16]
Pero donde agota todo el repertorio de sus dichos, es en la enumeración
de las cualidades de un caballo que estima, y asà dice: «es aseadito
para andar»,[17] «es el peón de la casa»,[18] «es mi crédito», «es
seguidor en el camino», «es liberal por donde lo busquen»,[19] «a donde
quiera endereza»,[20] etc.