El tÃo Tremontorio, sin levantar los ojos de su labor, le despide
canturriando con su áspera voz esta copleja:
«Por goloso y atrevido
Muere el pez en el anzuelo
Porque yo no soy goloso,
En paz y libre navego.»
* * * * *
Si mientras el Tuerto estaba á la mar, alguno de sus hijos rompÃa la
olla, ó se comÃa el pan que estaba en el arcón, ó hacÃa cualquiera
diablura propia de su edad, en el balcón le sacudÃa el polvo su madre,
en el balcón le estiraba las orejas y en el balcón le bañaba en sangre
la cara.
Si pregunta su nombre a alguno, y este responde, «soy fulano, para
servir a usted»,[24] él le replica, «para servir a Dios».[25] Si entra
a una pulperÃa y le convida un extraño: «gracias, amigo, a pagar lo que
guste».[26] Cuando da las señas de un paraje cercano, no dice más allá
sino «más allasito»; cuando se despide de los que estima, no dice adiós,
sino «adiosito»; cuando quiere afirmar que no conoce absolutamente nada
de un asunto, dice: «¡no sé cosÃsima ninguna!»
Sobresale también en buscar el lado ridÃculo de las cosas, y sus sátiras
son a veces divertidas, pero las más de las veces sangrientas.
asÃ=, 'such a.'
[92.20] =todos nos despedimos=, 'we all took leave of one another,' or
'bade one another good-night.'
[92.25] =Otro==_otro rato_.
Le hice entrar de nuevo en el comedor, y las dulces palabras de Cristina
vencieron los temores de Fernando, que permaneció tranquilo hasta las
doce de la noche, hora en que todos nos despedimos hasta el dÃa
siguiente, retirándonos cada cual á nuestras respectivas habitaciones.
El negro se defendÃa con el cañón de la escopeta, que despedÃa chispas
en los colmillos del cochino: la caja del fusil estaba hecha añicos.[8]
Pálido, ceniciento, se veÃa el negro entre el verde follaje de las
barrancas, bajo un toldo de ramas entrelazadas.
II
Las llamas rojas y azules se enroscaban chisporroteando á lo largo del
grueso tronco de encina que ardÃa en el ancho hogar; nuestras sombras,
que se proyectaban temblando sobre los ennegrecidos muros, se
empequeñecÃan ó tomaban formas gigantescas, según la hoguera despedÃa
resplandores más ó menos brillantes; el vaso de saúco, ora vacÃo, ora
lleno y no de agua, como cangilón de noria, habia dado tres veces la
vuelta en derredor del cÃrculo que formábamos junto al fuego, y todos
esperaban con impaciencia la historia de _La cruz del diablo_, que á
guisa de postres de la frugal cena que acabábamos de consumir, se nos
habÃa prometido, cuando nuestro guÃa tosió por dos veces, se echó al
coleto un último trago de vino, limpióse con el revés de la mano la
boca, y comenzó de este modo:
--Hace mucho tiempo, mucho tiempo, yo no sé cuánto, pero los moros
ocupaban aún la mayor parte de España, se llamaban condes[1] nuestros
reyes, y las villas y aldeas pertenecÃan en feudo á ciertos señores,
que á su vez prestaban homenaje á otros más poderosos, cuando acaeció
lo que voy á referir á ustedes.[2]
[Footnote 1: condes = 'counts,' 'earls.' The word conde comes from
the Latin _comes, comitem_, 'companion,' and during the Roman empire
in Spain was a title of honor granted to certain officers who had
jurisdiction over war and peace.
El negro se defendÃa con el cañón de la escopeta, que despedÃa chispas
en los colmillos del cochino: la caja del fusil estaba hecha añicos.[8]
Pálido, ceniciento, se veÃa el negro entre el verde follaje de las
barrancas, bajo un toldo de ramas entrelazadas.
II
Las llamas rojas y azules se enroscaban chisporroteando á lo largo del
grueso tronco de encina que ardÃa en el ancho hogar; nuestras sombras,
que se proyectaban temblando sobre los ennegrecidos muros, se
empequeñecÃan ó tomaban formas gigantescas, según la hoguera despedÃa
resplandores más ó menos brillantes; el vaso de saúco, ora vacÃo, ora
lleno y no de agua, como cangilón de noria, habia dado tres veces la
vuelta en derredor del cÃrculo que formábamos junto al fuego, y todos
esperaban con impaciencia la historia de _La cruz del diablo_, que á
guisa de postres de la frugal cena que acabábamos de consumir, se nos
habÃa prometido, cuando nuestro guÃa tosió por dos veces, se echó al
coleto un último trago de vino, limpióse con el revés de la mano la
boca, y comenzó de este modo:
--Hace mucho tiempo, mucho tiempo, yo no sé cuánto, pero los moros
ocupaban aún la mayor parte de España, se llamaban condes[1] nuestros
reyes, y las villas y aldeas pertenecÃan en feudo á ciertos señores,
que á su vez prestaban homenaje á otros más poderosos, cuando acaeció
lo que voy á referir á ustedes.[2]
[Footnote 1: condes = 'counts,' 'earls.' The word conde comes from
the Latin _comes, comitem_, 'companion,' and during the Roman empire
in Spain was a title of honor granted to certain officers who had
jurisdiction over war and peace.
El interés y emoción del público eran extraordinarios, y no menos la
solemnidad con que los migueletes se despedÃan de sus familias y amigos
para marchar á tan importante empresa.
Los tres tiros de mulas
hallábanse ya enganchados; el cochero ocupaba su puesto en el alto
pescante, y empuñaba con mano firme el abundante manojo de las mugrosas
riendas; el sota tenÃa por la brida el par de mulas delanteras para
impedir que partieran antes de tiempo; y dos mozos alumbraban la escena
con otras tantas gruesas y resinosas hachas, que despedÃan tanta luz
como chispas y espeso humo.
Cierta noche me despedÃ, como de costumbre, á estas horas.
Pasé con él momentos inolvidables, luego me
despedÃ.[14] El tenÃa que partir esa misma noche para Tampa, con objeto
de arreglar no sé qué[15] preciosas disposiciones de organización.
[14] =me despedÃ,= _I took my leave_.
Y se despidió de[127] él para siempre.
Llegó a la casa de baños, se despidió de su amigo y se bañó.
El revendedor le agradeció mil veces el favor, se
despidió de[367] Fray Gómez, y más que de prisa se encaminó 25
a la tienda de un prestamista.
El padre, algún tiempo antes de morir, habÃa conseguido que le diesen [á
Juan] una plaza de organista en una de las iglesias de Madrid,
retribuida con catorce reales diarios: no era bastante, como se
comprende, para sostener una casa abierta, por modesta que fuese; asÃ
que, pasados los primeros quince dÃas, nuestro ciego vendió por algunos
cuartos, muy pocos por cierto, el humilde ajuar de su morada, despidió á
la criada y se fué de pupilo á una casa de huéspedes pagando ocho
reales; los seis restantes le bastaban para atender á las demás
necesidades.
=despidió,= _past abs.
[Illustration]
Tomó el dinero, se lo metió en el bolsillo y se despidió el huésped.
asÃ=, 'such a.'
[92.20] =todos nos despedimos=, 'we all took leave of one another,' or
'bade one another good-night.'
[92.25] =Otro==_otro rato_.
Le hice entrar de nuevo en el comedor, y las dulces palabras de Cristina
vencieron los temores de Fernando, que permaneció tranquilo hasta las
doce de la noche, hora en que todos nos despedimos hasta el dÃa
siguiente, retirándonos cada cual á nuestras respectivas habitaciones.
Los jóvenes, muy contentos, se despidieron
de su padre y partieron en busca de fortuna.
Todos ellos se habÃan despedido ya de sus padres, de
sus mujeres, de sus hijos, que desde tierra les dirigÃan, entre
lágrimas, palabras de cariño y de esperanza.
El tÃo Tremontorio, sin levantar los ojos de su labor, le despide
canturriando con su áspera voz esta copleja:
«Por goloso y atrevido
Muere el pez en el anzuelo
Porque yo no soy goloso,
En paz y libre navego.»
* * * * *
Si mientras el Tuerto estaba á la mar, alguno de sus hijos rompÃa la
olla, ó se comÃa el pan que estaba en el arcón, ó hacÃa cualquiera
diablura propia de su edad, en el balcón le sacudÃa el polvo su madre,
en el balcón le estiraba las orejas y en el balcón le bañaba en sangre
la cara.
Si pregunta su nombre a alguno, y este responde, «soy fulano, para
servir a usted»,[24] él le replica, «para servir a Dios».[25] Si entra
a una pulperÃa y le convida un extraño: «gracias, amigo, a pagar lo que
guste».[26] Cuando da las señas de un paraje cercano, no dice más allá
sino «más allasito»; cuando se despide de los que estima, no dice adiós,
sino «adiosito»; cuando quiere afirmar que no conoce absolutamente nada
de un asunto, dice: «¡no sé cosÃsima ninguna!»
Sobresale también en buscar el lado ridÃculo de las cosas, y sus sátiras
son a veces divertidas, pero las más de las veces sangrientas.