Estas criaturas se vienen ahora mesmo conmigo, y se las
dejo á mi madre al tiempo de bajar.
Y ahora que
os dejo, permitidme por lo menos confesar esto:
no os agraviéis, vos que estimáis que mis dÃas
han sido un ensueño.
En cuanto a Mamerto no dejaba de tener unas dudillas,
porque se acordó de que éste durante la vida habÃa dicho más de una
vez:--Por una corrida de toros dejo yo la gloria eterna.
El agua, que[166] se saca del
aljibe diariamente por medio de[167] un balde suspendido de una roldana
por una cadena, es notablemente lÃmpida y pura por lo que[168] puede
beberse de ella sin peligro y su sabor carece del dejo especial de
ciertas aguas de fuente.
Como dejo dicho, nada se oÃa en derredor del castillo, excepto el eco
de las blasfemias, que palpitaban, perdidas en el sombrÃo seno de la
noche, como palpitan las almas de los condenados envueltas en los
pliegues del huracán de los infiernos.[1]
[Footnote 1: huracán de los infiernos.
Abrà los ojos según
dejo dicho: me incorporé con sumo cuidado, y poniendo atención á
aquel confuso murmullo que cada vez sonaba más próximo, oà en las
ráfagas del aire, como gritos y cantares extraños, carcajadas y tres ó
cuatro voces distintas que hablaban entre sà con un ruido y una
algarabÃa semejante al de las muchachas del lugar, cuando riendo y
bromeando por el camino, vuelven en bandadas de la fuente con sus
cántaros á la cabeza.
dejar, to leave, let, allow, cease, leave off, abandon, fail; Como
dejo dicho, as I have said; según dejamos dicho, as we have said; --
entrever, to show slightly; -- escapar, to utter; -- lugar, to give
place; -- paso, to let pass, make way; no -- titers con cabeza, to
destroy everything, put everything in disorder; -- se ver, to appear,
show oneself; -- la vida, to die; déjase de decir, fails to be said,
is not said, is left unsaid; -- se sentir, to make itself felt.
Cuando después de
escuchar las palabras que dejo referidas, me incorporé con prontitud
para sorprender á la persona que las habÃa pronunciado, una corza
blanca como la nieve salió de entre las mismas matas en donde yo
estaba oculto, y dando unos saltos enormes por cima de los carrascales
y los lentiscos, se alejó seguida de una tropa de corzas de su color
natural, y asà estas como la blanca que las iba guiando, no arrojaban
bramidos al huir, sino que se reÃan con unas carcajadas, cuyo eco
jurarÃa que aún me está soñando en los oÃdos en este momento.
=dejo=, _m._, a lingering taste after eating or drinking.
27 La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo [la] da, yo os [la]
doy.
28 Salà del Padre, y he venido al mundo: otra vez dejo el mundo, y voy
al Padre.
--Soy el zorro--dijo el animalejo,--y valgo tanto como el hombre por mi
travesura; entro en sus corrales y me como sus gallinas, y él sólo
aprovecha las que yo le dejo.
118, note 1.]
Como dejo dicho, asà en la plaza Mayor, como en las calles por donde
el prisionero debÃa atravesar para dirigirse al punto en que sus
jueces se encontraban, la impaciente multitud hervÃa como un apiñado
enjambre de abejas.
of_ =dejar=
=dejar= to let, allow
=dejas= _2 sing.
Ahora comprendo que mi noble Tony me
avisaba, me decÃa: «Vuelve atrás; te dejas tu dinero.» Y yo, miserable,
estúpido, imbécil, he pagado su lealtad dándole la muerte.
Pablo habÃa sacado el gato, dejándolo junto á las piedras, y en el calor
de la disputa, y viendo la terquedad y mala fe de su contrincante,
exclamó:--Conste que, si no cerramos el trato, es por culpa vuestra;
porque ya sabéis que convinimos que la entrega de las ovejas se harÃa en
el prado de Villaverde, y allà se contarÃan las cabezas, pagando las que
resultaran en perfecto estado de salud.--Pues no puede hacerse el trato
más que aquÃ,--añadió el ganadero;--si no te conviene, lo
dejas.--Quédate con tu ganado y yo con mi dinero, repuso Pablo....
165
--Si me dejas dormir en el cuarto del prÃncipe, te daré la
gallina.
[25.10] =más que aquÃ=, 'anywhere else than right here.'
[25.11] =lo dejas=, 'you may leave it alone.' The pres.
¡Ves que la pieza está herida, que es la primera
que cae por mi mano, y abandonas el rastro y la dejas perder para que
vaya á morir en el fondo del bosque!
--Yo--replica con mucha calma la vieja;--yo que los he recogido muchas
veces en mi casa, porque tú los dejas desnudos y abandonaos en la calle
cuando te vas á hacer de las tuyas de taberna en taberna...
of_ =dejar=;
=se deja quemar= lets itself be burned
=dejan= _3 pl.
of_ =declarar=
=dedo= _m._ finger
=deforme= deformed
=deja= _3 sing.
Baja en un vuelo, y deja eso, que es de la tierra y en la
tierra debe quedar.
de tu horrenda falsedad
en memoria, ni una pluma dejes, negra, ¡El busto deja!
Dormida,[2] los extremos de tu boca
Pliega sonrisa leve,[3]
Suave como el rastro luminoso
Que deja un sol que muere...
El catalán, aunque sea muy viril, deja
mucho que desear[259] en belleza, y no puede compararse
con la riqueza y dulzura del castellano.
p._); =--(se) de,=
to leave off, cease, fail, not to; =-- atrás,= to surpass; =-- en
blanco,= to omit; =-- paso,= to allow to pass; =¡deja, no más!= never
mind!
Junto a uno de los
lados de la entrada hay un tabique, el cual deja en el fondo del
edificio una abertura que comunica con el aposento en que hace el nido
la pareja.
Para ir á Arcos se deja á la izquierda el muerto castillo, en cuyo
recinto se mueven, como en un esqueleto hormigas, los trabajadores, con
los aperos de un pacÃfico cortijo.
Y deja caer los bultos sobre el almohadón del coche; después se quita
las botas, abre el saco de noche, saca unas babuchas que parecen dos
orejas de elefante y se las calza con la mayor tranquilidad murmurando:
--¿Ve V.
Después que la cosecha se recoje y se seca, cuesta poco
trabajo conducirla a lomo de mula por los senderos menos transitables en
apariencia.[14]
--¿Y qué beneficio deja el negocio ése?[15]
--Considerable; pues debe Ud.
todo ese vasto desierto de cristal;
ninguna ola indica que los vientos puedan
existir sobre otros mares lejanos y más felices;
ninguna ola, ninguna ola deja suponer que han
existido vientos sobre mares menos horrorosamente
serenos.
San MartÃn se retempla y
prolonga en él sus dÃas por la resignación magnánima y la digna espera
en la justicia futura; mientras que BolÃvar, a semejanza del gran
desventurado de la fábula, se deja devorar las entrañas por el buitre de
la desesperación.
Pero si Padre Dios nos deja bajar y andar por
las casas, es á condición de que no hemos de coger nada, y tú has
afanado eso.»
Celinina no se hacÃa cargo de estas poderosas razones, y apretando más
contra su pecho los dos animales, repitió:
«Pa mÃ, pa mÃ.
En los dÃas subsiguientes, la ciudad santa de Guadalupe que, como todas
las ciudades santas y focos de[5] devoción, es un lugarejo triste y
desolado, no presenta de notable más que el inmenso basurero en que la
deja convertida la devoción de los fieles mejicanos.
De estos hombres, algunos lloraban sentados; otros
permanecÃan de pie, pálidos, inmóviles, con el sello terrible que deja
un dolor profundo sobre un organismo fuerte y varonil; otros, fingiendo
tranquilidad, trataban de ocultar con una sonrisa violenta el llanto que
asomaba á sus ojos.
La reputación no le viene, sino muy tarde, cuando ya
las fatigas del estudio, la lucha por la vida y las torturas de las
pasiones han alterado su fisonomÃa primitiva; apenas deja sino una
máscara usada, marchita, donde cada dolor ha puesto por estigma una
magulladura o una arruga.»
Desde niño, Poe «prometÃa una gran belleza.»
Sus compañeros de colegio hablan de su agilidad y robustez.
Tiene el más completo desprecio
por los dormilones, asà es que de los que duermen siesta antes del medio
dÃa, dice «duermen la siesta del burro»[31] y cuando quiere satirizar a
alguno que ha sido desgraciado en la guerra, dice que «lo agarraron
durmiendo.»
El poncho, muy superior a la capa española por la facilidad en cubrirse
con él, y la desenvoltura en que deja los movimientos; el _chiripá_ que
aventaja al pantalón para el hombre que está todo el dÃa a caballo, la
bota de potro, fabricada por él mismo con un cuero de ese animal y
cómodamente dispuesta para no estrecharle; el pañuelo del cuello que
sirve de adorno y además de filtro para tomar agua en los arroyos y
cañadas, por cuya razón siempre es de seda; el lazo, las boleadoras y el
_facón_, que sirven para defenderse del hombre y de los enemigos; el
recado con todas sus _pilchas_[32] que constituyen la silla y la cama
del viajero, hacen que el gaucho, asà vestido y pertrechado, lleve
consigo a donde quiera que vaya, sus menesteres, su casa y su fortuna.
--Me deja Ud.
--¿Y me deja V.
¿Quién deja de llamar?
15
¿Qué es lo que se deja quemar por guardar un secreto?--El
lacre.
--Si su Reverencia no me deja hablar, no lo sabrá nunca, respondió el P.
--Este cuidado se deja, por lo general, a cargo de los procuradores, que
representan a las partes.
¿Y rÃe y llora y aborrece y ama,
Y guarda un rastro del dolor y el gozo,
Semejante al que deja cuando cruza
El cielo un meteoro?
12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las
ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye, y el lobo las
arrebata, y esparce las ovejas.
265
_No debemos detenernos en cuestiones frÃvolas, olvidando el asunto
principal._
LA ABEJA Y EL CUCLILLO
Saliendo del colmenar,
Dijo al cuclillo la abeja; 270
"Calla, porque no me deja
Tu ingrata voz trabajar.
En cambio, volviendo al Paraná, que dejamos en
Corrientes, vea Ud.
Como era de esperar, entre los oficiales que, según tenÃan de costumbre,
acudieron al dÃa siguiente á tomar el sol y á charlar un rato en el
Zocodover, no se hizo platillo de otra cosa que de la llegada de los
dragones, cuyo jefe dejamos en el anterior capÃtulo durmiendo á pierna
suelta y descansando de las fatigas de su viaje.
dejar, to leave, let, allow, cease, leave off, abandon, fail; Como
dejo dicho, as I have said; según dejamos dicho, as we have said; --
entrever, to show slightly; -- escapar, to utter; -- lugar, to give
place; -- paso, to let pass, make way; no -- titers con cabeza, to
destroy everything, put everything in disorder; -- se ver, to appear,
show oneself; -- la vida, to die; déjase de decir, fails to be said,
is not said, is left unsaid; -- se sentir, to make itself felt.
Según dejamos dicho, la iglesia estaba completamente desmantelada; en el
altar mayor pendÃan aún de las altas cornisas los rotos jirones del velo
con que le habÃan cubierto los religiosos al abandonar aquel recinto;
diseminados por las naves veÃanse algunos retablos adosados al muro, sin
imágenes en las hornacinas; en el coro se dibujaban con un ribete de luz
los extraños perfiles de la obscura sillerÃa de alerce; en el pavimento,
destrozado en varios puntos, distinguÃanse aún anchas losas sepulcrales
llenas de timbres, escudos y largas inscripciones góticas; y allá á lo
lejos, en el fondo de las silenciosas capillas y á lo largo del crucero,
se destacaban confusamente entre la obscuridad, semejantes á blancos é
inmóviles fantasmas, las estatuas de piedra que, unas tendidas, otras de
hinojos sobre el mármol de sus tumbas, parecÃan ser los únicos
habitantes del ruinoso edificio.
Según dejamos dicho, la iglesia estaba completamente desmantelada; en
el altar mayor pendÃan aún de las alias cornisas los rotos jirones del
velo con que le habÃan cubierto los religiosos al abandonar aquel
recinto; diseminados por las naves veianse algunos retablos adosados
al muro, sin imágenes en las hornacinas; en el coro se 'dibujaban con
un ribete de luz los extraños perfiles de la obscura sillerÃa de
alerce; en el pavimento, destrozado en varies puntos, distinguÃanse
aún anchas losas sepulcrales llenas de timbres, escudos y largas
inscripciones góticas; y allá á lo lejos, en el fondo de las
silenciosas capillas y á lo largo del crucero, se destacaban
confusamente entre la obscuridad, semejantes á blancos é inmóviles
fantasmas, las estatuas de piedra que, unas tendidas, otras de hinojos
sobre el mármol de sus tumbas, parecÃan ser los únicos habitantes del
ruinoso edificio.
48 Si le dejamos asÃ, todos creerán en él: y vendrán los Romanos, y
quitarán nuestro lugar y la nación.
66, note 1.]
Como era de esperar, entre los oficiales que, según tenÃan de
costumbre, acudieron al dÃa siguiente á tomar el sol y á charlar un
rato en el Zocodover, no se hizo platillo de otra cosa que de la
llegada de los dragones, cuyo jefe dejamos en el anterior capÃtulo
durmiendo á pierna suelta y descansando de las fatigas de su viaje.
à ver si me dejáis paso.
Aún no ban comenzado, cuando lo dejan.
VARIANT: =Buscado por.=
[6] =no dejan de,= _are not without_.
of_ =dejar=;
=se deja quemar= lets itself be burned
=dejan= _3 pl.
porque es humilde como las piedras de la
calle, que se dejan pisar de todo el mundo....
No dejan de figurar
actores y actrices de nota[6] en los repartos de tales espectáculos.
Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.
A través de los espacios y los tiempos marcan, marcan
mi sendero, y no me dejan cual me dejó la esperanza.
De todas las partes del carnero la
más desdeñada es la pierna y en realidad no dejan de[6] tener razón
para ello.
deberá enviar un agente que sea capaz de apreciar otros
elementos fuera de los que se refieren a la utilidad que dejan las
ventas.
Los cuadros que hay en las paredes pueden ser al óleo, al pastel o
acuarelas, aunque no dejan de[115] verse algunos[116] al carbón, sobre
todo si son[117] retratos.
Pero cuando las hadas que se han refugiado
bajo esa luna de la que se han servido, por asÃ
decirlo, como de una tienda, la dejan, no pueden
jamás volver a encontrar abrigo.
El monte que ocupa el centro se
confundirÃa con un pedazo de los Pirineos, y sus lindas casitas, más
pequeñas que las figuras, y sus árboles figurados con ramitas de
evónimus, dejan atrás á la misma Naturaleza.
Los frailes son hombres, y es muy cándido el creer
que al encajarse los hábitos y entrar en la clausura dejan á la puerta
su carácter, instintos y pasiones, transformándose de repente en
ángeles ó cosa parecida.
[115] =aunque no dejan de=.
¿Hay nada más
ridÃculo que estas gentes que quieren pasar por finas en medio de la más
crasa ignorancia de los usos sociales, que para obsequiarle le obligan á
usted á comer y beber por fuerza y no le dejan medio de hacer su gusto?
10, note 1.]
--Por una parte vuestras continuas excursiones, y por otra el dale que
le das de los cazadores furtivos, que ya con trampa ó con ballesta no
dejan res á vida en veinte jornadas al contorno, habÃan no hace mucho
agotado la caza en estos montes, hasta el extremo de no encontrarse un
venado en ellos ni por un ojo de la cara.
18 No os dejaré huérfanos: vendré á vosotros.
ganancias no dejará....= Note use of _no_ in expressing an
affirmative conjecture.
Si
queréis, yo tocaré el órgano en su ausencia; que ni maese Pérez es el
primer organista del mundo, ni á su muerte dejará de usarse este
instrumento por falta de inteligente....
¡Qué[18] crecidas
ganancias no dejará[19] ese negocio si se le practica con tino y
economÃa!
--Es el caso, padre, que no podrÃa responderle;
pero tengo fe en que no me dejará ir desconsolado.
32 He aquÃ, la hora viene, y ha venido, que seréis esparcidos cada uno
por su parte, y me dejaréis solo: mas no estoy solo, porque el Padre está
conmigo.
Ahora, te visitan pensamientos que no ahuyentarás
jamás; ahora surgen ante ti visiones
que no se desvanecerán jamás; jamás ellas dejarán
tu espÃritu, pero se fijarán como gotas
de rocÃo sobre la hierba.
Abierto el testamento del marqués, se vió que dejaba por heredero al
pastor de Fuencar.
Porque bajo su ala llevaba una oscura
mezcla y mientras volaba, dejaba caer una
esencia todopoderosa para consumir un alma que
tan bien la conocÃa.
En cuanto
cerrábamos la puerta del portal, cerraba ella la del piso y nos dejaba
casi en tinieblas; porque la luz que entraba de la calle era escasÃsima.
Cuando conoció ella que pronto debÃa abandonar a su marido y a su hija,
se puso muy triste, afligiéndose por los que dejaba en la tierra y sobre
todo por la niña.
En cuanto a Mamerto no dejaba de tener unas dudillas,
porque se acordó de que éste durante la vida habÃa dicho más de una
vez:--Por una corrida de toros dejo yo la gloria eterna.
Y penetró en la humildÃsima celda un individuo algo
mal vestido a quien acongojaban pobrezas; pero en
cuyo rostro se dejaba adivinar la proverbial honradez
del castellano viejo.
Cuando alguna vez era montado el moro por
algún otro ranchero, se mostraba tan mañoso y testarudo que ponÃa en
peligro la vida del valiente, y le dejaba desganado para volver a
cabalgarlo.
Dos años dejé de ir a los Sauces, y cuando ya bachiller en humanidades
me lo permitieron mis padres, avisé a mi amigo con un telegrama que en
el tren espreso de la mañana dejaba a Santiago.
Ahorcaba á sus pecheros, se batÃa
con sus iguales, perseguÃa á las doncellas, daba de palos á los
monjes, y en sus blasfemias y juramentos ni dejaba Santo en paz ni
cosa sagrada que no maldijese.
Y asà debÃa ser, porque el niño dejaba de ser judÃo para convertirse en
cristiano.[6] Se le borraba el pecado original[7] con un poco de agua,
sal y aceite, como si se tratara de preparar una lechuga.
Lo doblaba hasta convertirlo en un arco, me azotaba los
pantalones, lo blandÃa á guisa de florete, tocaba con él en la espalda
de los tertulios para preguntarles cualquier cosa, lo dejaba caer al
suelo.
Santiago no dejaba de moverse, dictando las órdenes
oportunas, acercándose á cada instante al ciego para preguntarle con
ansiedad:
--¿Cómo te encuentras ahora, Juan?--¿Estás bien?--¿Quieres otro
vino?--¿Necesitas más ropa?
El viento, agitando los frondosos pabellones de verdura que derramaban
en torno su flotante sombra, dejaba penetrar á intervalos un furtivo
rayo de luz, que brillaba como un relámpago de plata sobre la
superficie de las aguas inmóviles y profundas.
Al domingo siguiente volvió á hablarle al cura, más asustada, más
acongojada aún, y le dijo que el guarda la perseguÃa y hostigaba con su
amor, de manera que no la dejaba vivir,{89-2} y hasta habÃa llegado á
amenazarla, si se mantenÃa en no darle oÃdos.
La luna se dejaba ver á
intervalos por entre los jirones de las nubes que volaban en derredor
nuestro, rozando casi con la tierra, y las campanas de Trasmoz[1]
dejaban oir lentamente el toque de oraciones, como el final de la
horrible historia que me acababan de referir.
Alto, moreno,
ancho de pecho, rÃgido como un sable, su espesa cabellera negra caÃa,
aún en su edad madura, en enérgicas guedejas sobre su frente atezada,
según se dejaba ver en un retrato casi juvenil, que de él se conservaba
en la sala del gobierno[2] de la antigua Mendoza.
Y asà seguÃa el juego por largo rato, ellos aguantando un diluvio de
agua que los dejaba ensopados, y ellas recibiendo los huevos de cera,
que se estrellaban en sus manos, perfumándolas con esquisitas esencias,
no sin que[12] de vez en cuando se oyese a alguna gritar:
--¡Puf!
En cuanto al 10
pobre sacristán, no sabÃa lo que le pasaba,[252] y sin atreverse
a decir esta boca es mÃa, no hacia otra cosa que
toser y limpiarse el sudor de la cara, con su pañuelo, el
cual guardó y volvió a sacar una y cien veces, atacado
por la tos, que no le dejaba principiar.
Celinina, en sus ratos de mejorÃa, no dejaba de la boca el tema de la
Pascua; y como sus primitos, que iban á acompañarla, eran de más edad y
sabÃan cuanto hay que saber en punto á regalos y nacimientos, se
alborotaba más la fantasÃa de la pobre niña oyéndoles, y más se
encendÃan sus afanes de poseer golosinas y juguetes.
Mientras el niño vivió, ningún cuidado faltó á la humilde planta: él le
daba todo lo que la angosta ventana dejaba pasar de aire y de luz: y
cada noche la regaba, despidiéndose de ella con dulces palabras como de
una amiga; y la florecita azul se llenó de hojas, y fué un hermoso
adorno para el pobre tiestecillo donde la habÃan plantado.
Este descubrimiento no dejaba de inquietarla algo, sobre todo teniendo
en cuenta las ruidosas carcajadas que la noche anterior habÃa creÃdo
percibir á lo lejos y en uno de los ángulos de la plaza, cuando
cerraba el balcón y despedia á su amante; pero al mirar aparecer entre
las filas de los combatientes, que pasaban por debajo del estrado
lanzando chispas de fuego de sus brillantes armaduras, y envueltos en
una nube de polvo, los pendones reunidos de las casas de Carrillo y
Sandoval; al ver la significativa sonrisa que al saludar á la reina le
dirigieron los dos antiguos rivales que cabalgaban juntos, todo lo
adivinó, y la púrpura de la vergüenza enrojeció su frente, y brilló en
sus ojos una lágrima de despecho.
=dejar=, to let; leave, fail, forsake; =no dejaba de tener=, could
not help
=having.
Abierto el testamento del marqués, se vió que dejaba por heredero al
pastor de Fuencar.
Porque bajo su ala llevaba una oscura
mezcla y mientras volaba, dejaba caer una
esencia todopoderosa para consumir un alma que
tan bien la conocÃa.
En cuanto
cerrábamos la puerta del portal, cerraba ella la del piso y nos dejaba
casi en tinieblas; porque la luz que entraba de la calle era escasÃsima.
Cuando conoció ella que pronto debÃa abandonar a su marido y a su hija,
se puso muy triste, afligiéndose por los que dejaba en la tierra y sobre
todo por la niña.
En cuanto a Mamerto no dejaba de tener unas dudillas,
porque se acordó de que éste durante la vida habÃa dicho más de una
vez:--Por una corrida de toros dejo yo la gloria eterna.
Y penetró en la humildÃsima celda un individuo algo
mal vestido a quien acongojaban pobrezas; pero en
cuyo rostro se dejaba adivinar la proverbial honradez
del castellano viejo.
Cuando alguna vez era montado el moro por
algún otro ranchero, se mostraba tan mañoso y testarudo que ponÃa en
peligro la vida del valiente, y le dejaba desganado para volver a
cabalgarlo.
Dos años dejé de ir a los Sauces, y cuando ya bachiller en humanidades
me lo permitieron mis padres, avisé a mi amigo con un telegrama que en
el tren espreso de la mañana dejaba a Santiago.
Ahorcaba á sus pecheros, se batÃa
con sus iguales, perseguÃa á las doncellas, daba de palos á los
monjes, y en sus blasfemias y juramentos ni dejaba Santo en paz ni
cosa sagrada que no maldijese.
Y asà debÃa ser, porque el niño dejaba de ser judÃo para convertirse en
cristiano.[6] Se le borraba el pecado original[7] con un poco de agua,
sal y aceite, como si se tratara de preparar una lechuga.
Lo doblaba hasta convertirlo en un arco, me azotaba los
pantalones, lo blandÃa á guisa de florete, tocaba con él en la espalda
de los tertulios para preguntarles cualquier cosa, lo dejaba caer al
suelo.
Santiago no dejaba de moverse, dictando las órdenes
oportunas, acercándose á cada instante al ciego para preguntarle con
ansiedad:
--¿Cómo te encuentras ahora, Juan?--¿Estás bien?--¿Quieres otro
vino?--¿Necesitas más ropa?
El viento, agitando los frondosos pabellones de verdura que derramaban
en torno su flotante sombra, dejaba penetrar á intervalos un furtivo
rayo de luz, que brillaba como un relámpago de plata sobre la
superficie de las aguas inmóviles y profundas.
Al domingo siguiente volvió á hablarle al cura, más asustada, más
acongojada aún, y le dijo que el guarda la perseguÃa y hostigaba con su
amor, de manera que no la dejaba vivir,{89-2} y hasta habÃa llegado á
amenazarla, si se mantenÃa en no darle oÃdos.
La luna se dejaba ver á
intervalos por entre los jirones de las nubes que volaban en derredor
nuestro, rozando casi con la tierra, y las campanas de Trasmoz[1]
dejaban oir lentamente el toque de oraciones, como el final de la
horrible historia que me acababan de referir.
Alto, moreno,
ancho de pecho, rÃgido como un sable, su espesa cabellera negra caÃa,
aún en su edad madura, en enérgicas guedejas sobre su frente atezada,
según se dejaba ver en un retrato casi juvenil, que de él se conservaba
en la sala del gobierno[2] de la antigua Mendoza.
Y asà seguÃa el juego por largo rato, ellos aguantando un diluvio de
agua que los dejaba ensopados, y ellas recibiendo los huevos de cera,
que se estrellaban en sus manos, perfumándolas con esquisitas esencias,
no sin que[12] de vez en cuando se oyese a alguna gritar:
--¡Puf!
En cuanto al 10
pobre sacristán, no sabÃa lo que le pasaba,[252] y sin atreverse
a decir esta boca es mÃa, no hacia otra cosa que
toser y limpiarse el sudor de la cara, con su pañuelo, el
cual guardó y volvió a sacar una y cien veces, atacado
por la tos, que no le dejaba principiar.
Celinina, en sus ratos de mejorÃa, no dejaba de la boca el tema de la
Pascua; y como sus primitos, que iban á acompañarla, eran de más edad y
sabÃan cuanto hay que saber en punto á regalos y nacimientos, se
alborotaba más la fantasÃa de la pobre niña oyéndoles, y más se
encendÃan sus afanes de poseer golosinas y juguetes.
Mientras el niño vivió, ningún cuidado faltó á la humilde planta: él le
daba todo lo que la angosta ventana dejaba pasar de aire y de luz: y
cada noche la regaba, despidiéndose de ella con dulces palabras como de
una amiga; y la florecita azul se llenó de hojas, y fué un hermoso
adorno para el pobre tiestecillo donde la habÃan plantado.
Este descubrimiento no dejaba de inquietarla algo, sobre todo teniendo
en cuenta las ruidosas carcajadas que la noche anterior habÃa creÃdo
percibir á lo lejos y en uno de los ángulos de la plaza, cuando
cerraba el balcón y despedia á su amante; pero al mirar aparecer entre
las filas de los combatientes, que pasaban por debajo del estrado
lanzando chispas de fuego de sus brillantes armaduras, y envueltos en
una nube de polvo, los pendones reunidos de las casas de Carrillo y
Sandoval; al ver la significativa sonrisa que al saludar á la reina le
dirigieron los dos antiguos rivales que cabalgaban juntos, todo lo
adivinó, y la púrpura de la vergüenza enrojeció su frente, y brilló en
sus ojos una lágrima de despecho.
=dejar=, to let; leave, fail, forsake; =no dejaba de tener=, could
not help
=having.
Los faroles se habÃan puesto el gorro
blanco de dormir, y dejaban escapar melancólica claridad.
Y encima de
esto y por contera y remate, ¡no tener palabra ni ojos sino para el
mando y para lanzar miradas que dejaban al más osado hecho una estatua
de piedra!
Cuando le notificaron el cese,
nuestro ciego no experimentó más emoción que la sorpresa; allá en el
fondo casi se alegró, porque le dejaban más horas desocupadas para
concluir su misa.
El tÃo Tremontorio trabajaba en sus redes al balcón algunas veces, pero
siempre mudo y silencioso, cual era su carácter cuando sus convecinos le
dejaban en paz y entregado á sus naturales condiciones.
HacÃan agujeros con sus
agudos dientes en las paredes y en los pisos; asaltaban
los graneros y no dejaban vivir tranquilamente a
nadie.[140]
En medio de esta horrorosa plaga apareció un hombre 10
muy cortés a quien nadie conocÃa.
La luna se dejaba ver á
intervalos por entre los jirones de las nubes que volaban en derredor
nuestro, rozando casi con la tierra, y las campanas de Trasmoz[1]
dejaban oir lentamente el toque de oraciones, como el final de la
horrible historia que me acababan de referir.
Estos, que sólo se presentaban al principio muy de tarde en tarde y en
determinados puntos del bosque que, aún en el dÃa, se dilata á lo
largo de la ribera, concluyeron por ocupar casi todos los desfiladeros
de las montañas, emboscarse en los caminos, saquear los valles y
descender como un torrente á la llanura, donde á éste quiero á éste no
quiero, no dejaban tÃtere con cabeza.
y yo te dejé veintiuno!...
El miedo me paralizó, y me dejé caer contra la pared.
Yo pensé cuando le
dejé caer la muñeca encima que le habÃa matado...
Satisfecho ya el capricho, dejé la calle de las Infantas, y me fuà á
casa de un amigo.
y yo en
vez de ofrecerle el paraguas y taparme con el de la criada, le dejé ir
mojándose hasta casa...
Peguéla una
trisca que la dejé por muerta, y á los tres dÃas me vende una sábana por
media azumbre de caña; doila ayer veintiún cuartos pa carne, y bébelos
tamién...
Dos años dejé de ir a los Sauces, y cuando ya bachiller en humanidades
me lo permitieron mis padres, avisé a mi amigo con un telegrama que en
el tren espreso de la mañana dejaba a Santiago.
Al
aturdimiento siguió la desesperación; montó á caballo en su valiente
jaca, emprendió á escape el camino de Val-frÃo, llegó en menos de tres
cuartos de hora á las piedras, pero el gato no estaba
allÃ.--¡Ah!--exclamó.--Aquà lo dejé, aquà lo puse por mi propia mano....
El cielo, que desde el amanecer se
mantuvo cubierto y nebuloso, comenzaba á obscurecerse á medida que el
sol, que antes transparentaba su luz á través de las nieblas, iba
debilitándose, cuando, con la esperanza de ver su famoso castillo como
término y remate de mi artÃstica expedición, dejé á Litago[1] para
encaminarme á Trasmoz,[2] pueblo del que me separaba una distancia de
tres cuartos de hora por el camino más corto.
_Continúese_: Me dejé caer.
[37.28] =el de la criada=, 'the servant's.'
[37.29] =le dejé ir mojándose hasta casa=, 'I let him go on getting wet
all the way home.'
[37.31] =fué que=, 'it was because.'
=38.=--[38.1] =se le anudó la voz en la garganta=, 'the words choked in her
throat.'
[38.3] =se la quedó mirando==_se quedó mirándola_.
ind._
=dejó= _3 sing.
Cuando murió, ¿a quién dejó por heredero?
Y
dijéronle: Ayer á las siete le dejó la fiebre.
El caballero se dejó caer en una silla desesperado.
Rodeáronlas las amigas, y
ni una sola dejó de verter lágrimas.
Éste dejó caer el tenedor y el
cuchillo y miró al perro maravilloso.
Fué la noticia extendiéndose, y Chaviri dejó de oir el irónico: _¿Pican?
Este extraño rumor solo se dejó oir un instante, y después todo volvió
á quedar en silencio.
A través de los espacios y los tiempos marcan, marcan
mi sendero, y no me dejan cual me dejó la esperanza.
Cuando los dejó, varios perros saltaron a la
azotea por los tejados y, cogiéndolos, se pusieron a jugar con ellos.
El 60
padre no querÃa, pero al fin la llevó al jardÃn y la dejó en la casa
como habÃa prometido al oso.
Y entonces se me escapó una pregunta, la única que podia hacerse
tratándose del valiente capataz:
--¿Y Neira se dejó asesinar?
Y siempre pensando en tornar á España al año siguiente, dejó de hacer
averiguaciones proponiéndose darles una agradable sorpresa.
Una hora después empezó á llover á mares, y no lo dejó en toda la noche,
con gran mortificación del desmedido amor propio de Alvar.
Una flauta en ellos
Halló, que un zagal 160
Se dejó olvidada
Por casualidad.
VARIANTS: =No dejó en paz; no dió paz a.=
[3] =pluma volteriana.= Writings inspired by Voltaire's ironic scoffing
at religious hypocrisy.
II
Cuando Teobaldo dejó de percibir las pisadas de su corcel y se sintió
lanzado en el vacÃo, no pudo reprimir un involuntario estremecimiento
de terror.
No bien dejó la azotea cuando un halcón que revoloteaba sobre la casa,
creyendo que los zapatos eran buena presa, los cogió con sus garras y se
remontó en los aires.
Fernando lanzó un grito extraño y se dejó caer de rodillas ocultando el
rostro con las manos; yo cerré los ojos, dà algunos pasos y tropecé con
la puerta de la alcoba.
Cuando empezó la ópera, dejó de charlar y se puso
á atender tan decididamente, que á mà me hizo sonreir el verla{24-3} con
la cabecita apoyada en la pared y los ojos extáticos.
Cansado el halcón, desde cierta altura dejó caer
los zapatos sobre la cúpula de la mezquita mayor y los pesados zapatos
hicieron considerables destrozos en la cristalerÃa de la cúpula.
Después de mecerse un instante en ese vago espacio que media entre la
vigilia y el sueño, entornó al fin los ojos, dejó escapar la ballesta
de sus manos y se quedó profundamente dormido.
Note, finally, that a personal pronoun
object may follow any verb that comes first in a clause.--=le echó los
brazos al cuello=, 'threw her arms about her neck.'
[38.31] =dejó de=: see _no_ (or _ni_) _dejar de_, under _dejar_, in
Vocab.
Después de
desdoblar la madeja de seda, dejó caer[30] al pie de la
torre una de las puntas, para que la mujer atase a 25
ella el cordel, y cuando cogió el cordel se sirvió el
prisionero de[31] él para subir la soga.
Después de las once, y
cuando estaba la ciudad en plena[3] tiniebla, embozóse el virrey en su
capa y salió de Palacio.[4]
A poco andar[5] tropezó con una ronda; mas reconociéndolo el capitán, lo
dejó seguir tranquilamente, murmurando:--Vamos, ya pareció aquéllo[6]!
Pude, otra vez, admirar su hermoso
rostro, suave y varonil, curtido por todos los vientos y todas las
glorias de la América, con su ancha frente en la cual una bala dejó la
estampa de una estrella[4]; toda su expresión, simpática y genial, bajo
la sombra movediza de su gran chambergo.
El ángel miró tristemente y durante largo tiempo aquel pobre y
abandonado sitio; pero de repente su celeste mirada fué á posarse en una
florecita azul que un rayo de sol habÃa abierto y que parecÃa sonreir á
la tierra: el ángel dejó oir un grito de alegrÃa: abatió su vuelo y fué
á cogerla.
Ningún
hombre la habÃa besado hasta entonces; solamente su primo le habÃa dado
un beso á traición, pero le costó caro, porque le dejó caer dos vasos de
limón sobre la cabeza: hasta en los juegos de prendas hacÃa que pusieran
las manos delante,{28-2} para que no le tocasen la cara con los labios.
Fué periodista, tribuno,
historiador, novelista;
cultivó con
extraordinario brillo 15
casi todos los géneros
literarios en prosa, y
dejó en todos el sello
de su inspiración gigante
y de su verbo 20
inmortal.
Garcés le
encaró la ballesta; pero en el mismo punto en que iba á herirla, la
corza se volvió hacia el montero, y con voz clara y aguda detuvo su
acción con un grito, diciendole:--Garcés ¿qué haces?--El joven
vaciló, y después de un instante de duda, dejó caer al suelo el arma,
espantado á la sola idea de haber podido herir á su amante.
Al verlos
inmóviles, desafiándose en silencio con la mirada, y decididos ambos á
no abandonar el guante que acababan de levantar del suelo, la dama
dejó escapar un grito leve é involuntario, que ahogó el murmullo de
los asombrados espectadores, los cuales presentÃan una escena
borrascosa, que en el alcázar y en presencia del rey podrÃa
calificarse de un horrible desacato.
condenado engendro de Satanás, dijo éste con voz espantosa,
recogiendo la ballesta con una rapidez indecible: pronto has cantado
la victoria, pronto te has creÃdo fuera de mi alcance; y esto
diciendo, dejó volar la saeta, que partió silbando y fue á perderse en
la obscuridad del soto, en el fondo del cual sonó al mismo tiempo un
grito, al que siguieron después unos gemidos sofocados.
DecÃa asÃ, en una letra inglesa, crecida, hecha con mucho
cuidado y el papel rayado para no torcer: _Tan bien ustez me gusta á mÃ
no crea que juego con muñecas era de mi ermanita._{16-2}
Aunque sonreà al leer el billete amoroso, no dejó de causarme sensación
dulce y amable, que muy pronto hizo sitio á otra melancólica, al
recordar que me estaban prohibidas para siempre tales aventuras.
EL VOTO
POR DOÑA EMILIA PARDO BAZÃN{45-1}
Sebastián Becerro dejó su aldea á la edad de diez y siete años, y
embarcó con rumbo á Buenos Aires, provisto, mediante varias oncejas
ahorradas por su tÃo el cura, de un recio paraguas, un fuerte chaquetón,
el pasaje, el pasaporte y el certificado falso de hallarse libre de
quintas--que, con arreglo á tarifa, le facilitaron donde suelen
facilitarse tales documentos.
Para mostrarnos la celeste ruta
y el alma imperio de la paz Letea
atrás dejó al león en las alturas,
del león las estrellas traspasando,
del león a despecho, ora nos busca
y sus miradas lÃmpidas y dulces
son las miradas que el amor anuncian.»
VI
Mas Psiquis dijo señalando al Cielo:
«La palidez de ese astro me conturba;
pronto, huyamos de aquÃ, pronto, es preciso.»
Y de sus alas recogió las plumas
con intenso terror, y sollozando,
presa de pronto de invencible angustia
plegó las alas, hasta el polvo frÃo
lentas dejando descender las plumas.
Valles angostos, erizados de colosales
fragmentos de granito que las tempestades habian arrancado de la
cumbre de las montañas, alegres campiñas, cubiertas de un tapiz de
verdura y sembradas de blancos caserÃos; desiertos sin lÃmites, donde
hervÃan las arenas calcinadas por los rayos de un sol de fuego; vastas
soledades, llanuras inmensas, regiones de eternas nieves, donde los
gigantescos témpanos asemejaban, destacándose sobre un cielo gris y
obscuro, blancos fantasmas que extendÃan sus brazos para asirle por
los cabellos al pasar; todo esto, y mil y mil otras cosas que yo no
podré deciros, vió en su fantástica carrera, hasta tanto que envuelto
en una niebla obscura; dejó de percibir el ruido que producÃan los
cascos del caballo al herir la tierra.
Que en nuestra vida americana sobran asuntos de positivo interés, lo han
demostrado de antiguo, no sólo esas novelas o poemas románticos, hoy
célebres, que se llaman «MarÃa» y «Amalia,» y que se deben a la pluma de
dos poetas hondos y sinceros: Jorge Isaacs y José Mármol; lo demuestra
también, por otro concepto, ese modelo de sátira polÃtico-social que se
llama Blas Gil,[1] que sin desdeñar el sabor clásico del estilo, nos
dejó como reflejo de la vida colombiana el literato-presidente José
Manuel MarroquÃn.[2] En nuestros dÃas, es muy variado y extenso el
panorama de la novela en América, donde si bien es verdad que algunos
escritores como Enrique RodrÃguez Larreta, el discutido autor de «La
gloria de don Ramiro»,[3] eligen o prefieren temas exóticos, la mayorÃa
de los que al género novelesco se dedican ha sabido encontrar en el
marco de las costumbres nacionales asuntos múltiples que esperaban ser
explotados.
¿Sobre qué se dejó caer?
¿Para qué dejó la silla
el señor?
[15.22] =dejó oir=, 'uttered' (lit., 'let hear').
[4] =una bala dejó la estampa ...,= _a bullet had left its mark_.
--¡Nunca!...Ya el viento que nos dejó reposar un punto vuelve á
soplar, y ya me siento estremecida para levantarme de la tierra y
seguir con él.
28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fué á la ciudad, y dijo á
aquellos hombres:
29 Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás
es éste el Cristo?
_Manuel_ dejó de silbar, y dijo con su acostumbrada indiferencia:
--Una vieja que presenció el delito dice que, luego que mató á López,
ofreció que, si Ãbamos á buscarlo, tendrÃamos el gusto de verlo...
[80.7] =no lo dejó=, 'it did not stop [raining].'
[80.10] =por no tener=, 'on account of not having,' or 'because it did not have.'
[80.11] =aprendiz de rÃo=, 'an apprentice of a river.'
[80.17] =Móstoles=: the wine-grower of _Móstoles_ had been mentioned
before.
5
Para conocer bien sus propias fuerzas solÃa vestirse
modestamente y recorrer el paÃs,[202] sin que nadie le conociese;
y un dÃa en que pidió alojamiento en una
pobre casa de campo, le dejó la campesina cuidando
unas frituras junto al hogar, y sin acordarse de[203] ellas 10
abrió él su libro de estudio y se puso a leer.
En cambio, volviendo al Paraná, que dejamos en
Corrientes, vea Ud.
Como era de esperar, entre los oficiales que, según tenÃan de costumbre,
acudieron al dÃa siguiente á tomar el sol y á charlar un rato en el
Zocodover, no se hizo platillo de otra cosa que de la llegada de los
dragones, cuyo jefe dejamos en el anterior capÃtulo durmiendo á pierna
suelta y descansando de las fatigas de su viaje.
dejar, to leave, let, allow, cease, leave off, abandon, fail; Como
dejo dicho, as I have said; según dejamos dicho, as we have said; --
entrever, to show slightly; -- escapar, to utter; -- lugar, to give
place; -- paso, to let pass, make way; no -- titers con cabeza, to
destroy everything, put everything in disorder; -- se ver, to appear,
show oneself; -- la vida, to die; déjase de decir, fails to be said,
is not said, is left unsaid; -- se sentir, to make itself felt.
Según dejamos dicho, la iglesia estaba completamente desmantelada; en el
altar mayor pendÃan aún de las altas cornisas los rotos jirones del velo
con que le habÃan cubierto los religiosos al abandonar aquel recinto;
diseminados por las naves veÃanse algunos retablos adosados al muro, sin
imágenes en las hornacinas; en el coro se dibujaban con un ribete de luz
los extraños perfiles de la obscura sillerÃa de alerce; en el pavimento,
destrozado en varios puntos, distinguÃanse aún anchas losas sepulcrales
llenas de timbres, escudos y largas inscripciones góticas; y allá á lo
lejos, en el fondo de las silenciosas capillas y á lo largo del crucero,
se destacaban confusamente entre la obscuridad, semejantes á blancos é
inmóviles fantasmas, las estatuas de piedra que, unas tendidas, otras de
hinojos sobre el mármol de sus tumbas, parecÃan ser los únicos
habitantes del ruinoso edificio.
Según dejamos dicho, la iglesia estaba completamente desmantelada; en
el altar mayor pendÃan aún de las alias cornisas los rotos jirones del
velo con que le habÃan cubierto los religiosos al abandonar aquel
recinto; diseminados por las naves veianse algunos retablos adosados
al muro, sin imágenes en las hornacinas; en el coro se 'dibujaban con
un ribete de luz los extraños perfiles de la obscura sillerÃa de
alerce; en el pavimento, destrozado en varies puntos, distinguÃanse
aún anchas losas sepulcrales llenas de timbres, escudos y largas
inscripciones góticas; y allá á lo lejos, en el fondo de las
silenciosas capillas y á lo largo del crucero, se destacaban
confusamente entre la obscuridad, semejantes á blancos é inmóviles
fantasmas, las estatuas de piedra que, unas tendidas, otras de hinojos
sobre el mármol de sus tumbas, parecÃan ser los únicos habitantes del
ruinoso edificio.
48 Si le dejamos asÃ, todos creerán en él: y vendrán los Romanos, y
quitarán nuestro lugar y la nación.
66, note 1.]
Como era de esperar, entre los oficiales que, según tenÃan de
costumbre, acudieron al dÃa siguiente á tomar el sol y á charlar un
rato en el Zocodover, no se hizo platillo de otra cosa que de la
llegada de los dragones, cuyo jefe dejamos en el anterior capÃtulo
durmiendo á pierna suelta y descansando de las fatigas de su viaje.
Un dÃa salieron mis padres y me dejaron cuidando
a mi hermanito.
En cierta ocasión le robaron,
mientras dormÃa, los pantalones, y le dejaron otros de dril remendados.
Y la cabalgata se detuvo, y enmudecieron las trompas, y los lebreles
dejaron refunfuñando la pista á la voz de los cazadores.
Al
verla, ambos dejaron escapar una exclamación de júbilo, y apresurando
el paso en su dirección, no tardaron mucho en encontrarse junto al
retablo en que ardÃa.
Otra vez dejaron apresuradamente su trabajo y
acudieron en socorro del[61] pastor y de las ovejas; pero
tampoco encontraron rastros de lobo ni señal ninguna
de alarma.
Y el virrey encontró otras tres rondas, y los capitanes le dieron las
buenas noches,[8] y le preguntaron si querÃa ser acompañado y se
derritieron en cortesÃas, y le dejaron libre el paso.
Llegado que hubo éste á la costa, salieron los raqueros de su escondrijo
y le derribaron al suelo; le ataron de pies y manos, y le dejaron bajo
la custodia de uno de ellos mientras los demás se dirigÃan á la playa.
Milagro será que antes de caer tanta
agua en nuestros campos no cayeran algunas onzas de oro en manos del tÃo
Traga-santos, porque los de Barbaruelo vinieron á verle, y de seguro no
le dejaron con las manos peladas.
Llamó desde
luego la atención de los transeuntes, y muchos hicieron cÃrculo en torno
suyo, y no pocos, al observar la maestrÃa con que iba venciendo las
dificultades de la obra, se comunicaron en voz baja su sorpresa y
dejaron algunos cuartos en el sombrero, que habÃa colgado del brazo.
Los oficiales del ejército francés, que á juzgar por los actos de
vandalismo[1] con que dejaron en ella triste y perdurable memoria de
su ocupación, de todo tenÃan menos de artistas ó arqueólogos, no hay
para que decir que se fastidiaban soberanamente en la vetusta ciudad
de los Césares.[2]
[Footnote 1: vandalismo.
Violentos
murmullos interrumpieron el discurso, que no pudo reanudarse: los
frailes dejaron sus asientos y se arremolinaron por grupos, voceando y
gesticulando sin hacer más caso del Superior que de la carabina de
Ambrosio; los de un corrillo pasaban á otro, como consultándose
mutuamente; la confusión y el tumulto crecÃan por instantes; el
Superior, turbado ante aquella especie de motÃn, no sabÃa qué hacerse;
hasta que, por último, dominando toda la gresca y baraúnda, se oyeron
las voces de «¡Silencio!
Luego, poco á poco fué cesando el ruido y la animación; los vidrios de
colores de las altas ojivas del palacio dejaron de brillar; atravesó
por entre los apiñados grupos la última cabalgata; la gente del pueblo
á su vez comenzó á dispersarse en todas direcciones, perdiéndose entre
las sombras del enmarañado laberinto de calles obscuras, estrechas y
torcidas,[1] y ya no turbaba el profundo silencio de la noche más que
el grito lejano de vela de algún guerrero, el rumor de los pasos de
algún curioso que se retiraba el último, ó el ruido que producÃan las
aldabas de algunas puertas al cerrarse, cuando en lo alto de la
escalinata que conducÃa á la plataforma del palacio apareció un
caballero, el cual, después de tender la vista por todos lados como
buscando á alguien que debÃa esperarle, descendió lentamente hasta la
cuesta del alcázar, por la que se dirigie hacia el Zocodover.
Los oficiales del ejército francés, que á juzgar por los actos de
vandalismo con que dejaron en ella triste y perdurable memoria de su
ocupación, de todo tenÃan menos de{149-1} artistas ó arqueólogos, no hay
para qué decir que se fastidiaban soberanamente en la vetusta ciudad de
los Césares.{149-2}
En esta situación de ánimo la más insignificante novedad, que viniese á
romper la monótona quietud de aquellos dÃas eternos é iguales, era
acogida con avidez entre los ociosos; asà es que la promoción al grado
inmediato de uno de sus camaradas, la noticia del movimiento estratégico
de una columna volante, la salida de un correo de gabinete ó la llegada
de una fuerza cualquiera á la ciudad, convertÃanse en tema fecundo de
conversación y objeto de toda clase de comentarios, hasta tanto que otro
incidente venÃa á sustituirle, sirviendo de base á nuevas quejas,
crÃticas y suposiciones.
Celedonio y doña Rita bailaban con mil zapatetas; Jacinto,
abrazado á una silla, valsaba rauda y amorosamente; Pepa herÃa con el
rabo de un cazo la sartén, haciendo desapacible música, y el capataz,
tendido en el suelo, se revolcaba, gritando ó mejor dicho aullando
salvajemente: «¡Viva la Virgen!» Apenas divisaron al marqués, aquellos
locos se lanzaron á él con los brazos abiertos, y sin que fuese poderoso
á evitarlo, lo alzaron en volandas, y cantando y danzando y echándoselo
unos á otros como pelota de goma, lo pasearon por toda la cocina, hasta
que, viéndole furioso, lo dejaron en el suelo; y aun fué peor entonces,
pues la cocinera Pepa, cogiéndole por el talle, quieras no quieras le
arrastró en vertiginosa danza mientras el capataz, presentándole una
botella de vino, se empeñaba en que probase un trago, asegurando que el
licor era exquisito, cosa que él sabÃa á ciencia cierta por haber
trasegado á su estómago casi toda la sangre de la botella.
¿Qué
dejaron en el sombrero del ciego?
¡son aquellos
amigos que por siempre nos dejaron,
caros amigos para siempre idos,
fuera del Tiempo y fuera del Espacio!
¡Ojalá un siglo que presume de[6]
civilizado conserve y embellezca cada dÃa más ese bosque que los
antiguos veneraron como sagrado y que dejaron a su posteridad como un
monumento de civilización, como resto magnÃfico de una vegetación
salvaje, exuberante y prodigiosa!
Primero dejarÃa la
vida que abandonar su órgano favorito....
Este fuerte castillo,--por el que ha pasado el tiempo destrozador sin
dejar más huella que la que dejarÃa la pisada de un pájaro,--transpone á
uno con tal fuerza de ilusión á lo pasado, que se extraña no ver
tremolarse en sus torres el pendón de la media luna, y se echa de menos
detrás de cada almena un blanco turbante....
Primero dejarÃa la
vida que abandonar su órgano favorito....
Este fuerte castillo,--por el que ha pasado el tiempo destrozador sin
dejar más huella que la que dejarÃa la pisada de un pájaro,--transpone á
uno con tal fuerza de ilusión á lo pasado, que se extraña no ver
tremolarse en sus torres el pendón de la media luna, y se echa de menos
detrás de cada almena un blanco turbante....
Y todavÃa quedan sin mencionar el murciélago, el mono
y otros muchos animales cuyas pieles dejarÃan pingües utilidades si se
las preparase en el lugar mismo de producción[7] y obedeciendo a métodos
modernos.
no se ha de decir que te he dejado morir de sed, viéndonos
vaciar veinte botellas...
no
se ha de decir que te he dejado morir de sed, viéndonos vaciar veinte
botellas...
Hoy, que se me ha presentado ocasión, lo he puesto con letras grandes
en la primera cuartilla de papel, y luego he dejado á capriclio volar
la pluma.
no ha dejado de observar, sin duda, que a consecuencia de la guerra,
gran parte de los tÃtulos de esas mismas empresas han cruzado el océano.
Porque, al fin, esa brillante esperanza
y ese tiempo liviano se han ido, y mi reposo
terrestre, me ha dejado, él también, con un
suspiro, al pasar.
Literato, periodista, orador, poeta, filósofo,
profesor, hombre público, Enrique José Varona ha dejado por doquier,[65]
en la vida de su paÃs, la firme huella de su paso.
Esto me consoló algún tanto, y fué preciso ceder: un dÃa malo, dije para
mÃ, cualquiera lo pasa;{134-4} en este mundo para conservar amigos es
preciso tener el valor de aguantar sus obsequios.--No faltarás si no
quieres que riñamos.--No faltaré, dije con voz exánime y ánimo decaÃdo,
como el zorro que se revuelve inútilmente dentro de la trampa donde se
ha dejado coger.--Pues hasta mañana; y me dió un torniscón por
despedida.
--¿Entonces, por qué ha dejado de venir á verme y de pasar por la calle
de dÃa?
29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre;
porque yo, lo que á él agrada, hago siempre.
A mà no me han dejado ir (a ti no te han...).
VARIANT: =De mucho aliento.=
[3] =han dejado ya de ser,= _have ceased to be_.
Pero vamos, vamos, ya han dejado de tocar las campanas,
y va á comenzar la Misa; vamos adentro....
De todos los
retratos que he visto suyos, ninguno da idea de aquella especial
hermosura que en descripciones han dejado muchas de las personas que le
conocieron.
Como es natural suponerlo, muchos de
los inmigrados llegados en años anteriores han dejado 25
descendientes nacidos en el paÃs y que son, por consiguiente,
verdaderos argentinos.
En algunos, el estudio del problema del
regadÃo está a cargo de comisiones permanentes y en ellos se han
levantado empréstitos de muchos millones de dólares para llevar a cabo
trabajos de largo aliento.[2] Obras para regar una extensión de dos
millones de hectáreas han dejado ya de ser[3] una novedad.
¿es esto todo lo que las horas corrosivas han
perdonado, todo lo que ellos nos han dejado al
Destino y a mi?
La que habÃa dejado de existir era sobrina de la anciana y
llevaba por eso el nombre de su hija.
Procuré distraerle, pero en vano: la campana lanzaba un tañido más
fúnebre todavÃa y Fernando, que conocÃa aquel toque, me dijo que la
enferma habÃa dejado de existir.
Tal vez con intención,
acaso por descuido, doña Inés habÃa dejado sobre su falda uno de los
perfumados guantes, cuyos botones de oro se entretenÃa en arrancar uno
á uno mientras duró la conversación.
Por la tarde el criado
habÃa dejado inadvertidamente abierta la ventana del gabinete; ésta,
como es sabido, daba á una calle estrecha, y en la casa de enfrente, en
una pobre habitación, se hallaba el cadáver de aquella joven
desconocida, velado por la madre de Teresa.
Se acordaba de su pueblo, de sus parientes y
amigos, y hasta del mulo que habÃa dejado en la posada, y para
entretener el tiempo contaba y recontaba por los dedos las fanegas de
trigo y arrobas de aceite que habÃa vendido últimamente, y las que le
restaban por vender, y las ganancias positivas y las probables que de
tal tráfico alcanzarÃa.
La que habÃa dejado de existir era sobrina de la anciana y
llevaba por eso el nombre de su hija.
Procuré distraerle, pero en vano: la campana lanzaba un tañido más
fúnebre todavÃa y Fernando, que conocÃa aquel toque, me dijo que la
enferma habÃa dejado de existir.
Tal vez con intención,
acaso por descuido, doña Inés habÃa dejado sobre su falda uno de los
perfumados guantes, cuyos botones de oro se entretenÃa en arrancar uno
á uno mientras duró la conversación.
Por la tarde el criado
habÃa dejado inadvertidamente abierta la ventana del gabinete; ésta,
como es sabido, daba á una calle estrecha, y en la casa de enfrente, en
una pobre habitación, se hallaba el cadáver de aquella joven
desconocida, velado por la madre de Teresa.
Se acordaba de su pueblo, de sus parientes y
amigos, y hasta del mulo que habÃa dejado en la posada, y para
entretener el tiempo contaba y recontaba por los dedos las fanegas de
trigo y arrobas de aceite que habÃa vendido últimamente, y las que le
restaban por vender, y las ganancias positivas y las probables que de
tal tráfico alcanzarÃa.
ese.=
[5] =deje en ridÃculo,= _make him seem ridiculous_.
No deje usted ---- escribirme cuando usted llegue ---- Lima.
Por lo
general el gaucho es reservado y comedido con las gentes que no conoce:
el temor de decir algún disparate que le deje en ridÃculo,[5] le
contiene de hablar ante extraños.
He reparado que según disminuye la fe, aumenta el
número de los que dicen que la tienen; y ya no hay podrido que no finja
escrúpulos de doncella, ni deje de establecer cátedra de religión y
moral, censurándolo todo y admirándose de todo como si hubiese caÃdo de
las celestes regiones y temiera manchar la túnica de su inocencia al
contacto de este mundo pecador y terrestre.
Y al mismo tiempo decÃan los de Animalejos:
--¡Como hay Dios, debemos estar agradecidos al tÃo Traga-santos por lo
bien que se ha portado con nosotros!{107-1} Más cuenta nos hubiera
tenido que el tal Traga-santos no existiera, porque ayer, si al cielo se
le hubiera dejado hacer lo que quisiera,{107-2} sólo hubiera caÃdo un
chaparroncillo, que era lo que la vega necesitaba, y con meterse el tÃo
Traga-santos á pedir que llueva ó deje de llover,{107-3} llovió á jarros
y todo el trigo se ha tumbado, y con tanta humedad la roña se le va á
comer antes que cuaje el grano.
¡Que esta cámara
sea transformada en una más melancólica y yo
rogaré a Dios que la deje dormir para siempre,
los ojos cerrados, mientras que a su alrededor
errarán los fantasmas de oscuros velos!
de tu horrenda falsedad
en memoria, ni una pluma dejes, negra, ¡El busto deja!
Mira: puedes retirarte; pero asà que
apunte la primera luz del alba, no dejes de llamarme, aunque de seguro
estaré despierto.
maldita bruja,
muchas hiciste en vida, y ni aun muerta hemos logrado que nos dejes en
paz; pero, no haya cuidado, que á tà y tu endiablada raza de
hechiceras os hemos de aplastar una á una como á vÃboras.
Yo se la cogÃ;{34-3} medité un momento; conocà que estaba en el caso de
hablar formalmente, y le dije con todas las veras de mi alma:
--_Parrón_, tarde que temprano, ya me quites la vida, ya me la dejes...,
¡morirás ahorcado!
Solamente pedimos que por respeto del trabajo que
invertimos en dándote este texto (Encontrando, escaneando, y corrigiendo.),
que dejes este aviso y la siguiente introducción (Todo entre [Empieza
] y
[Termina
]) en cualquier copia que publicas sobre el Internet.
--Aviva el ojo, Juan, y no te dejes engañar,--dijo la mujer.
--Pues, por nosotros no dejes de dormir, Juan,--dijo Santiago.
ese.=
[5] =deje en ridÃculo,= _make him seem ridiculous_.
No deje usted ---- escribirme cuando usted llegue ---- Lima.
Por lo
general el gaucho es reservado y comedido con las gentes que no conoce:
el temor de decir algún disparate que le deje en ridÃculo,[5] le
contiene de hablar ante extraños.
He reparado que según disminuye la fe, aumenta el
número de los que dicen que la tienen; y ya no hay podrido que no finja
escrúpulos de doncella, ni deje de establecer cátedra de religión y
moral, censurándolo todo y admirándose de todo como si hubiese caÃdo de
las celestes regiones y temiera manchar la túnica de su inocencia al
contacto de este mundo pecador y terrestre.
Y al mismo tiempo decÃan los de Animalejos:
--¡Como hay Dios, debemos estar agradecidos al tÃo Traga-santos por lo
bien que se ha portado con nosotros!{107-1} Más cuenta nos hubiera
tenido que el tal Traga-santos no existiera, porque ayer, si al cielo se
le hubiera dejado hacer lo que quisiera,{107-2} sólo hubiera caÃdo un
chaparroncillo, que era lo que la vega necesitaba, y con meterse el tÃo
Traga-santos á pedir que llueva ó deje de llover,{107-3} llovió á jarros
y todo el trigo se ha tumbado, y con tanta humedad la roña se le va á
comer antes que cuaje el grano.
¡Que esta cámara
sea transformada en una más melancólica y yo
rogaré a Dios que la deje dormir para siempre,
los ojos cerrados, mientras que a su alrededor
errarán los fantasmas de oscuros velos!
El convento á
donde voy á conduciros no era mal local, pero hará cosa de tres ó
cuatro dÃas nos cayó aquà como de las nubes ima de las columnas
volantes que recorren la provincia, y gracias que hemos podido
conseguir que se amontonen por los claustros y dejen libre la iglesia.
El convento
á donde voy á conduciros no era mal local, pero hará cosa de tres ó
cuatro dÃas nos cayó aquà como de las nubes una de las columnas volantes
que recorren la provincia, y gracias que hemos podido conseguir que se
amontonen por los claustros y dejen libre la iglesia.
TodavÃa felices[6] y aun felicÃsimos los dÃas en que el nombre de
_tertulia_--se dió a reuniones donde por la noche se jugaba a la gallina
ciega[7] y al escondite:--que en estos juegos, no habÃa más
inconveniente sino que alguna niña se dejara vendar los ojos por mano de
quien ella bien querÃa; o que se escondiese en tal paraje donde estaba
cierta y segura que derechito iban a dar con ella sin necesidad de
buscarla.
--Iba yo en mi caballo--dijo--cuando este
hombre me rogó que le dejara montar y le llevara 25
hasta la plaza.
TodavÃa felices[6] y aun felicÃsimos los dÃas en que el nombre de
_tertulia_--se dió a reuniones donde por la noche se jugaba a la gallina
ciega[7] y al escondite:--que en estos juegos, no habÃa más
inconveniente sino que alguna niña se dejara vendar los ojos por mano de
quien ella bien querÃa; o que se escondiese en tal paraje donde estaba
cierta y segura que derechito iban a dar con ella sin necesidad de
buscarla.
--Iba yo en mi caballo--dijo--cuando este
hombre me rogó que le dejara montar y le llevara 25
hasta la plaza.
Yo añado que ese sueño estaba
atravesado por un pensamiento huraño, siempre
despierto, de seres que han existido, y que mi
espÃritu no hubiera apercibido jamás si los
hubiera dejado pasar cerca de mi, bajo mi ensoñadora
pupila.
Éste, después de coordinar sus ideas, prosiguió
asÃ:
--Desde el dÃa en que á pesar de tus funestas predicciones llegué á la
fuente de los Ãlamos, y atravesando sus aguas recobré el ciervo que
vuestra superstición hubiera dejado huir, se llenó mi alma del deseo
de la soledad.
Vuelto a América, vémosle en la escuela
de Clarke, en Richmond, en donde al mismo tiempo que se nutre de
clásicos y recita odas latinas, boxea y llega a ser algo como un
_champion_ estudiantil; en la carrera hubiera dejado atrás a Atalanta,
y aspiraba a los lauros natatorios de Byron.
Y al mismo tiempo decÃan los de Animalejos:
--¡Como hay Dios, debemos estar agradecidos al tÃo Traga-santos por lo
bien que se ha portado con nosotros!{107-1} Más cuenta nos hubiera
tenido que el tal Traga-santos no existiera, porque ayer, si al cielo se
le hubiera dejado hacer lo que quisiera,{107-2} sólo hubiera caÃdo un
chaparroncillo, que era lo que la vega necesitaba, y con meterse el tÃo
Traga-santos á pedir que llueva ó deje de llover,{107-3} llovió á jarros
y todo el trigo se ha tumbado, y con tanta humedad la roña se le va á
comer antes que cuaje el grano.
Yo añado que ese sueño estaba
atravesado por un pensamiento huraño, siempre
despierto, de seres que han existido, y que mi
espÃritu no hubiera apercibido jamás si los
hubiera dejado pasar cerca de mi, bajo mi ensoñadora
pupila.
Éste, después de coordinar sus ideas, prosiguió
asÃ:
--Desde el dÃa en que á pesar de tus funestas predicciones llegué á la
fuente de los Ãlamos, y atravesando sus aguas recobré el ciervo que
vuestra superstición hubiera dejado huir, se llenó mi alma del deseo
de la soledad.
Vuelto a América, vémosle en la escuela
de Clarke, en Richmond, en donde al mismo tiempo que se nutre de
clásicos y recita odas latinas, boxea y llega a ser algo como un
_champion_ estudiantil; en la carrera hubiera dejado atrás a Atalanta,
y aspiraba a los lauros natatorios de Byron.
Y al mismo tiempo decÃan los de Animalejos:
--¡Como hay Dios, debemos estar agradecidos al tÃo Traga-santos por lo
bien que se ha portado con nosotros!{107-1} Más cuenta nos hubiera
tenido que el tal Traga-santos no existiera, porque ayer, si al cielo se
le hubiera dejado hacer lo que quisiera,{107-2} sólo hubiera caÃdo un
chaparroncillo, que era lo que la vega necesitaba, y con meterse el tÃo
Traga-santos á pedir que llueva ó deje de llover,{107-3} llovió á jarros
y todo el trigo se ha tumbado, y con tanta humedad la roña se le va á
comer antes que cuaje el grano.
of_ =dejar=;
=se deja quemar= lets itself be burned
=dejan= _3 pl.
of_ =declarar=
=dedo= _m._ finger
=deforme= deformed
=deja= _3 sing.
Baja en un vuelo, y deja eso, que es de la tierra y en la
tierra debe quedar.
de tu horrenda falsedad
en memoria, ni una pluma dejes, negra, ¡El busto deja!
Dormida,[2] los extremos de tu boca
Pliega sonrisa leve,[3]
Suave como el rastro luminoso
Que deja un sol que muere...
El catalán, aunque sea muy viril, deja
mucho que desear[259] en belleza, y no puede compararse
con la riqueza y dulzura del castellano.
p._); =--(se) de,=
to leave off, cease, fail, not to; =-- atrás,= to surpass; =-- en
blanco,= to omit; =-- paso,= to allow to pass; =¡deja, no más!= never
mind!
Junto a uno de los
lados de la entrada hay un tabique, el cual deja en el fondo del
edificio una abertura que comunica con el aposento en que hace el nido
la pareja.
Para ir á Arcos se deja á la izquierda el muerto castillo, en cuyo
recinto se mueven, como en un esqueleto hormigas, los trabajadores, con
los aperos de un pacÃfico cortijo.
Y deja caer los bultos sobre el almohadón del coche; después se quita
las botas, abre el saco de noche, saca unas babuchas que parecen dos
orejas de elefante y se las calza con la mayor tranquilidad murmurando:
--¿Ve V.
Después que la cosecha se recoje y se seca, cuesta poco
trabajo conducirla a lomo de mula por los senderos menos transitables en
apariencia.[14]
--¿Y qué beneficio deja el negocio ése?[15]
--Considerable; pues debe Ud.
todo ese vasto desierto de cristal;
ninguna ola indica que los vientos puedan
existir sobre otros mares lejanos y más felices;
ninguna ola, ninguna ola deja suponer que han
existido vientos sobre mares menos horrorosamente
serenos.
San MartÃn se retempla y
prolonga en él sus dÃas por la resignación magnánima y la digna espera
en la justicia futura; mientras que BolÃvar, a semejanza del gran
desventurado de la fábula, se deja devorar las entrañas por el buitre de
la desesperación.
Pero si Padre Dios nos deja bajar y andar por
las casas, es á condición de que no hemos de coger nada, y tú has
afanado eso.»
Celinina no se hacÃa cargo de estas poderosas razones, y apretando más
contra su pecho los dos animales, repitió:
«Pa mÃ, pa mÃ.
En los dÃas subsiguientes, la ciudad santa de Guadalupe que, como todas
las ciudades santas y focos de[5] devoción, es un lugarejo triste y
desolado, no presenta de notable más que el inmenso basurero en que la
deja convertida la devoción de los fieles mejicanos.
De estos hombres, algunos lloraban sentados; otros
permanecÃan de pie, pálidos, inmóviles, con el sello terrible que deja
un dolor profundo sobre un organismo fuerte y varonil; otros, fingiendo
tranquilidad, trataban de ocultar con una sonrisa violenta el llanto que
asomaba á sus ojos.
La reputación no le viene, sino muy tarde, cuando ya
las fatigas del estudio, la lucha por la vida y las torturas de las
pasiones han alterado su fisonomÃa primitiva; apenas deja sino una
máscara usada, marchita, donde cada dolor ha puesto por estigma una
magulladura o una arruga.»
Desde niño, Poe «prometÃa una gran belleza.»
Sus compañeros de colegio hablan de su agilidad y robustez.
Tiene el más completo desprecio
por los dormilones, asà es que de los que duermen siesta antes del medio
dÃa, dice «duermen la siesta del burro»[31] y cuando quiere satirizar a
alguno que ha sido desgraciado en la guerra, dice que «lo agarraron
durmiendo.»
El poncho, muy superior a la capa española por la facilidad en cubrirse
con él, y la desenvoltura en que deja los movimientos; el _chiripá_ que
aventaja al pantalón para el hombre que está todo el dÃa a caballo, la
bota de potro, fabricada por él mismo con un cuero de ese animal y
cómodamente dispuesta para no estrecharle; el pañuelo del cuello que
sirve de adorno y además de filtro para tomar agua en los arroyos y
cañadas, por cuya razón siempre es de seda; el lazo, las boleadoras y el
_facón_, que sirven para defenderse del hombre y de los enemigos; el
recado con todas sus _pilchas_[32] que constituyen la silla y la cama
del viajero, hacen que el gaucho, asà vestido y pertrechado, lleve
consigo a donde quiera que vaya, sus menesteres, su casa y su fortuna.
--Me deja Ud.
--¿Y me deja V.
¿Quién deja de llamar?
15
¿Qué es lo que se deja quemar por guardar un secreto?--El
lacre.
--Si su Reverencia no me deja hablar, no lo sabrá nunca, respondió el P.
--Este cuidado se deja, por lo general, a cargo de los procuradores, que
representan a las partes.
¿Y rÃe y llora y aborrece y ama,
Y guarda un rastro del dolor y el gozo,
Semejante al que deja cuando cruza
El cielo un meteoro?
12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las
ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye, y el lobo las
arrebata, y esparce las ovejas.
265
_No debemos detenernos en cuestiones frÃvolas, olvidando el asunto
principal._
LA ABEJA Y EL CUCLILLO
Saliendo del colmenar,
Dijo al cuclillo la abeja; 270
"Calla, porque no me deja
Tu ingrata voz trabajar.
ese.=
[5] =deje en ridÃculo,= _make him seem ridiculous_.
No deje usted ---- escribirme cuando usted llegue ---- Lima.
Por lo
general el gaucho es reservado y comedido con las gentes que no conoce:
el temor de decir algún disparate que le deje en ridÃculo,[5] le
contiene de hablar ante extraños.
He reparado que según disminuye la fe, aumenta el
número de los que dicen que la tienen; y ya no hay podrido que no finja
escrúpulos de doncella, ni deje de establecer cátedra de religión y
moral, censurándolo todo y admirándose de todo como si hubiese caÃdo de
las celestes regiones y temiera manchar la túnica de su inocencia al
contacto de este mundo pecador y terrestre.
Y al mismo tiempo decÃan los de Animalejos:
--¡Como hay Dios, debemos estar agradecidos al tÃo Traga-santos por lo
bien que se ha portado con nosotros!{107-1} Más cuenta nos hubiera
tenido que el tal Traga-santos no existiera, porque ayer, si al cielo se
le hubiera dejado hacer lo que quisiera,{107-2} sólo hubiera caÃdo un
chaparroncillo, que era lo que la vega necesitaba, y con meterse el tÃo
Traga-santos á pedir que llueva ó deje de llover,{107-3} llovió á jarros
y todo el trigo se ha tumbado, y con tanta humedad la roña se le va á
comer antes que cuaje el grano.
¡Que esta cámara
sea transformada en una más melancólica y yo
rogaré a Dios que la deje dormir para siempre,
los ojos cerrados, mientras que a su alrededor
errarán los fantasmas de oscuros velos!
¡Basta de broma y dejad en paz á
los muertos!
¡Basta de broma y dejad en paz
á los muertos!
8 Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy: pues si á mà buscáis, dejad
ir á éstos.
»Silfos[1] invisibles, dejad el cáliz de los entreabiertos lirios, y
venid en vuestros carros de nácar al que vuelan uncidas las mariposas.
El convento á
donde voy á conduciros no era mal local, pero hará cosa de tres ó
cuatro dÃas nos cayó aquà como de las nubes ima de las columnas
volantes que recorren la provincia, y gracias que hemos podido
conseguir que se amontonen por los claustros y dejen libre la iglesia.
El convento
á donde voy á conduciros no era mal local, pero hará cosa de tres ó
cuatro dÃas nos cayó aquà como de las nubes una de las columnas volantes
que recorren la provincia, y gracias que hemos podido conseguir que se
amontonen por los claustros y dejen libre la iglesia.
Mira: puedes retirarte; pero asà que
apunte la primera luz del alba, no dejes de llamarme, aunque de seguro
estaré despierto.
--Pues, por nosotros no dejes de dormir, Juan,--dijo Santiago.