comenzar (comenzando)

Presente

English
I begin, am beginning
yo
comienzo
comienzas
Ud./él/ella
comienza
nosotros, -as
comenzamos
vosotros, -as
comenzáis
Uds./ellos/ellas
comienzan

Futuro

English
I will begin
yo
comenzaré
comenzarás
Ud./él/ella
comenzará
nosotros, -as
comenzaremos
vosotros, -as
comenzaréis
Uds./ellos/ellas
comenzarán

Imperfecto

English
I was beginning, used to begin, began
yo
comenzaba
comenzabas
Ud./él/ella
comenzaba
nosotros, -as
comenzábamos
vosotros, -as
comenzabais
Uds./ellos/ellas
comenzaban

Pretérito

English
I began
yo
comencé
comenzaste
Ud./él/ella
comenzó
nosotros, -as
comenzamos
vosotros, -as
comenzasteis
Uds./ellos/ellas
comenzaron

Condicional

English
I would begin
yo
comenzaría
comenzarías
Ud./él/ella
comenzaría
nosotros, -as
comenzaríamos
vosotros, -as
comenzaríais
Uds./ellos/ellas
comenzarían

Presente perfecto

English
I have begun
yo
he comenzado
has comenzado
Ud./él/ella
ha comenzado
nosotros, -as
hemos comenzado
vosotros, -as
habéis comenzado
Uds./ellos/ellas
han comenzado

Futuro perfecto

English
I will have begun
yo
habré comenzado
habrás comenzado
Ud./él/ella
habrá comenzado
nosotros, -as
habremos comenzado
vosotros, -as
habréis comenzado
Uds./ellos/ellas
habrán comenzado

Pluscuamperfecto

English
I had begun
yo
había comenzado
habías comenzado
Ud./él/ella
había comenzado
nosotros, -as
habíamos comenzado
vosotros, -as
habíais comenzado
Uds./ellos/ellas
habían comenzado

Pretérito anterior

English
I had begun
yo
hube comenzado
hubiste comenzado
Ud./él/ella
hubo comenzado
nosotros, -as
hubimos comenzado
vosotros, -as
hubisteis comenzado
Uds./ellos/ellas
hubieron comenzado

Condicional perfecto

English
I would have begun
yo
habría comenzado
habrías comenzado
Ud./él/ella
habría comenzado
nosotros, -as
habríamos comenzado
vosotros, -as
habríais comenzado
Uds./ellos/ellas
habrían comenzado

Presente

English
I begin, am beginning
yo
comience
comiences
Ud./él/ella
comience
nosotros, -as
comencemos
vosotros, -as
comencéis
Uds./ellos/ellas
comiencen

Imperfecto

English
I began, was beginning
yo
comenzara
comenzaras
Ud./él/ella
comenzara
nosotros, -as
comenzáramos
vosotros, -as
comenzarais
Uds./ellos/ellas
comenzaran

Futuro

English
I will begin
yo
comenzare
comenzares
Ud./él/ella
comenzare
nosotros, -as
comenzáremos
vosotros, -as
comenzareis
Uds./ellos/ellas
comenzaren

Presente perfecto

English
I have begun, began
yo
haya comenzado
hayas comenzado
Ud./él/ella
haya comenzado
nosotros, -as
hayamos comenzado
vosotros, -as
hayáis comenzado
Uds./ellos/ellas
hayan comenzado

Futuro perfecto

English
I will have begun
yo
hubiere comenzado
hubieres comenzado
Ud./él/ella
hubiere comenzado
nosotros, -as
hubiéremos comenzado
vosotros, -as
hubiereis comenzado
Uds./ellos/ellas
hubieren comenzado

Pluscuamperfecto

English
I had begun
yo
hubiera comenzado
hubieras comenzado
Ud./él/ella
hubiera comenzado
nosotros, -as
hubiéramos comenzado
vosotros, -as
hubierais comenzado
Uds./ellos/ellas
hubieran comenzado

Afirmativo

English
Begin!
yo
comienza
Ud./él/ella
comience
nosotros, -as
vosotros, -as
comenzad
Uds./ellos/ellas
comiencen

Negativo

English
Don't begin!
yo
no comiences
Ud./él/ella
no comience
nosotros, -as
vosotros, -as
no comencéis
Uds./ellos/ellas
no comiencen

Gritos, cerramientos estrepitosos de puertas, vidrios rotos, repliegues de las jugadoras a un rincón, y protestas de los dueños de la casa,--tal era el comienzo de la lucha.
This beautiful woman, Galatea, became his wife, and bore him a son called Paphos, founder of the city of that name in Cyprus.] --Por mi parte, puedo deciros que siempre la creí una locura; mas desde anoche comienzo á comprender la pasión del escultor griego.
=comienzo=, _m._, beginning.
=comienzo=, =-as=, =-a=, _etc._: _see_ =comenzar=.
--Por mi parte, puedo deciros que siempre la creí una locura; mas desde anoche comienzo á comprender la pasión del escultor griego.
=dar=, 5, to give; =---- a=, to open upon; =---- a entender=, to make known, indicate; =---- apoyo=, to assist; =---- comienzo a=, to begin; =---- una carcajada=, to burst out laughing; =---- con=, to come upon; =---- crédito a=, to believe; =---- cuenta=, to render account; =---- chasco a=, to play a joke on; =---- de comer a=, to feed; =---- disgusto(s) a=, to displease; =---- (las) gracias=, to thank; =---- gusto=, to please; =---- ímpetu a=, to encourage, aid; =---- incremento a=, to increase; =---- lástima a=, to inspire pity in; =---- miedo=, to make afraid; =---- motivo para=, to give reason for; =---- muestra de=, to show indication of; =---- parabienes a=, to congratulate; =---- pena=, to grieve; =---- por resultado=, to result in; =---- un rodeo=, to walk around; =---- señales de=, to give signs of; =---- tumbos=, to stagger; =----se cuenta de=, to become aware of, to notice; =----se por=, to consider oneself as; =----se trazas de=, to scheme.
El caballo comienza a marchar.
of_ =comer= =comienza= _3 sing.
Nuestro joven señor comienza por donde otros acaban ...
XXXVI.--EDUCACIÓN --¿A qué edad comienza la educación de los niños en la América latina?
Pero llega un obrero que comienza a golpearla, haciéndola pedazos con su martillo, y la roca exclama: --Este obrero es más poderoso que yo; ¡Quisiera ser este obrero!
Pasó el introito[1] y el Evangelió[2] y el ofertorio,[3] y llegó el instante solemne en que el sacerdote, después de haberla consagrado, toma con la extremidad de sus dedos la Sagrada Forma y comienza á elevarla.
Los demás viajeros conseguimos tranquilizarle, y la señora se ve acometida de un estremecimiento nervioso, y comienza á herir la delicadeza del fabricante desatándose en improperios contra los corchos, hasta que llega el interventor del tren y exige el billete de la perra con mal talante.
En esos ligeros y cortados sueños de la mañana, ricos en imágenes risueñas y voluptuosas, sueños diáfanos y celestes como la luz que entonces comienza á transparentarse á través de las blancas cortinas del lecho, no ha habido nunca imaginación de veinte años que bosquejase con los colores de la fantasía una escena semejante á la que se ofrecía en aquel punto á los ojos del atónito Garcés.
10 A medida que el tren adelanta en su marcha desde Puerto Limón hacia el interior del país se comienza a advertir los cambios que presenta la naturaleza.
--En acosar y perseguir á los infelices pastores que se arriesgan por esa parte de monte, ya haciendo ruido entre las matas, como si fuese un lobo, ya dando quejidos lastimeros como de criatura, ó acurrucándose en las quiebras de las rocas que están en el fondo del precipicio, desde donde llama con su mano amarilla y seca á los que van por el borde, les clava la mirada de sus ojos de buho, y cuando el vértigo comienza á desvanecer su cabeza, da un gran salto, se les agarra á los pies y pugna hasta despeñarlos en la sima....
Las viejas naciones se han ejercitado por décadas en un arte que apenas comenzamos[9] a ensayar nosotros.
Como no vimos la bala, comenzamos á reir satisfechos y hasta orgullosos de que nos avisasen tan ruidosamente.
[9] =que apenas comenzamos,= _which we have scarcely begun_ (_attempted_); _in which we are beginners_.
Ya comienzan los golpes ¡vecina!
Desde hoy comienzan la reclusión y el ayuno.
Esteban, exclamó don Dionís con aire burlón, sigue los consejos del preste de Tarazona; no hables de tus encuentros con los corzos amigos de burlas, no sea que haga el diablo que al fin pierdas el poco juicio que tienes; y pues ya estás provisto de los Evangelios y sabes las oraciones de San Bartolomé, vuélvete á tus corderos, que comienzan á desbandarse por la cañada.
Entre tanto no son sus trastornos, como suele pintarlos la pasión de los extraños, ininterrumpidos: ha mucho tiempo que, fuera del campo de batalla, no se derrama en esos pueblos sangre alguna por causas políticas: depuestas las armas, los hombres contienen sus resentimientos de partido, y se guardan entre sí las consideraciones de la amistad.[3] El trabajo, escaso antes de la revolución por las trabas sin cuento[4] que lo agobiaban, se ha desarrollado bajo el amparo de la libertad: lejos de decaer las grandes ciudades, se mejoran y prosperan: los caminos de hierro comienzan, y en algunas repúblicas gozan de importancia.
Había muerto de fatiga, había muerto cuando la carrera del herido jabalí comenzaba á acortarse; cuando bastaba un solo esfuerzo más para alcanzarlo.
Entre la gente menuda que se apiñaba á los pies de la iglesia, se oía un rumor sordo y confuso, cierto presagio de que la tempestad comenzaba á fraguarse y no tardaría mucho en dejarse sentir.
se decían unos á otros, y nadie sabía responder, y todos se empeñaban en adivinarlo, y crecía la confusión, y el alboroto comenzaba á subir de punto, amenazando turbar el orden y el recogimiento propios de la iglesia.
La multitud comenzaba á rebullirse, demostrando su impaciencia; los caballeros cambiaban entre sí algunas palabras á media voz, y el arzobispo mando á la sacristía uno de sus familiares á inquirir el por qué no comenzaba la ceremonia.
La noche comenzaba á extender sus sombras, la luna rielaba en la superficie del lago, la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y los ojos verdes brillaban en la obscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas infectas....
El sol había traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban á grandes pasos, por su falda; la brisa gemía entre los álamos de la fuente, y la niebla, elevándose poco á poco de la superficie del lago, comenzaba á envolver las rocas de su margen.
Qué risas, qué esclamaciones, qué agasajos; a nuestros cigarros correspondia con nidos de perdices que ya con tiempo tenia vistos entre los boldos y teatinas, y comenzaba a preguntarnos de todo, de si habria guerra, de si habíamos concluido la carrera, de si habíamos encontrado novia.
Los murmullos y las exclamaciones iban subiendo de punto; la gente comenzaba á agruparse en torno de los actores de la escena; doña Inés, ó aturdida ó complaciéndose en prolongarla, daba vueltas de un lado á otro, como buscando donde refugiarse y evitar las miradas de la gente, que cada vez acudía en mayor número.
Ambos habían nacido en Toledo; juntos habían hecho sus primeras armas, y en un mismo día, al encontrarse sus ojos con los de doña Inés, se sintieron poseídos de un secreto y ardiente amor por ella, amor que germinó algún tiempo retraído y silencioso, pero que al cabo comenzaba á descubrirse y á dar involuntarias señales de existencia en sus acciones y discursos.
Ya se extendían los brazos del signo de nuestra redención, ya comenzaba á formarse la cabecera, cuando la diabólica y encendida masa se retorcía de nuevo como en una convulsión espantosa, y rodeándose al cuerpo de los desgraciados, que pugnaban por desasirse de sus brazos de muerte, se enroscaba en anillas como una culebra, ó se contraía en zigzag como un relámpago.
Ya el cortesano combate de ingenio y galanura comenzaba á hacerse de cada vez más crudo; las frases eran aún corteses en la forma, pero breves, secas, y al pronunciarlas, si bien las acompañaba una ligera dilatación de los labios, semejante á una sonrisa, los ligeros relámpagos de los ojos imposibles de ocultar, demostraban que la cólera hervía comprimida en el seno de ambos rivales.
Mi abuelo se lo narró á mi padre; mi padre me lo ha referido á mí, y yo te lo cuento ahora, siquiera no sea mas que por pasar el rato.[1] *** [Footnote 1: por pasar el rato = 'to while away the time.'] I El crepúsculo comenzaba á extender sus ligeras alas de vapor sobre las pintorescas orillas del Segre,[1] cuando después de una fatigosa jornada llegamos á Bellver,[2] término de nuestro viaje.
El cielo, que desde el amanecer se mantuvo cubierto y nebuloso, comenzaba á obscurecerse á medida que el sol, que antes transparentaba su luz á través de las nieblas, iba debilitándose, cuando, con la esperanza de ver su famoso castillo como término y remate de mi artística expedición, dejé á Litago[1] para encaminarme á Trasmoz,[2] pueblo del que me separaba una distancia de tres cuartos de hora por el camino más corto.
Como á esta sazón notase don Dionís que entre unas y otras las horas del calor eran ya pasadas y el vientecillo de la tarde comenzaba á mover las hojas de los chopos y á refrescar los campos, dió orden á su comitiva para que aderezasen las caballerías que andaban paciendo sueltas por el inmediato soto; y cuando todo estuvo á punto, hizo seña á los unos para que soltasen las traíllas, y á los otros para que tocasen las trompas, y saliendo en tropel de la chopera, prosiguió adelante la interrumpida caza.
Á medida que las libaciones se hacían más numerosas y frecuentes, y el vapor del espumoso _Champagne_ comenzaba á trastornar las cabezas, crecían la animación, el ruido y la algazara de los jóvenes, de los cuales éstos arrojaban á los monjes de granito adosados en los pilares los cascos de las botellas vacías, y aquéllos cantaban á toda voz canciones báquicas y escandalosas, mientras los de más allá prorrumpían en carcajadas, batían las palmas en señal de aplauso, ó disputaban entre sí con blasfemias y juramentos.
Á medida que las libaciones se hacían más numerosas y frecuentes, y el vapor del espumoso _Champagne_ comenzaba á trastornar las cabezas, crecían la animación, el ruido y la algazara de los jóvenes, de los cuales éstos arrojaban á los monjes de granito adosados en los pilares los cascos de las botellas vacías, y aquellos cantaban á toda voz canciones báquicas y escandalosas, mientras los de más allá prorrumpían en carcajadas, batían las palmas en señal de aplauso, ó disputaban entre sí con blasfemias y juramentos.
La verdad era que el camino, que equivocadamente había tornado, se hacía cada vez más áspero y difícil y que por una parte la sombra que ya arrojaban las altísimas rocas, que parecían suspendidas sobre mi cabeza, y por otro el ruido vertiginoso del agua que corría profunda á mis pies, y de la que comenzaba á elevarse una niebla inquieta y azul, que se extendía por la cortadura borrando los objetos y los colores, parecían contribuir á turbar la vista y conmover el ánimo con una sensación de penoso malestar que vulgarmente podría llamarse preludio de miedo.
Así transcurrió el espacio de tres años; la historia del _mal caballero_, que sólo por este nombre se le conocía, comenzaba á pertenecer al exclusivo dominio de las viejas, que en las eternas veladas del invierno las[1] relataban con voz hueca y temerosa á los asombrados chicos; las madres asustaban á los pequeñuelos incorregibles ó llorones diciendoles: _¡que viene el señor del Segre!_[2] cuando he aquí que no sé si un dia ó una noche, si caído del cielo ó abortado de los profundos, el temido señor apareció efectivamente, y como suele decirse, en carne y hueso, en mitad de sus antiguos vasallos.
Cerca de una hora hacía que la conversación giraba alrededor de este asunto, y ya comenzaba á interpretarse de diversos modos la ausencia del recién venido, á quien uno de los presentes, antiguo compañero suyo de colegio, habia citado para el Zocodover, cuando en una de las boca-calles de la plaza apareció al fin nuestro bizarro capitán despojado de su ancho capotón de guerra, luciendo un gran casco de metal con penacho de plumas blancas, una casaca azul turquí con vueltas rojas y un magnífico mandoble con vaina de acero, que resonaba arrastrándose al compás de sus marciales pasos y del golpe seco y agudo de sus espuelas de oro.
Cerca de una hora hacía que la conversación giraba alrededor de este asunto, y ya comenzaba á interpretarse de diversos modos la ausencia del recién venido, á quien uno de los presentes, antiguo compañero suyo de colegio, había citado para el Zocodover, cuando en una de las boca-calles de la plaza apareció al fin nuestro bizarro capitán despojado de su ancho capotón de guerra, luciendo un gran casco de metal con penacho de plumas blancas, una casaca azul turquí con vueltas rojas y un magnífico mandoble con vaina de acero, que resonaba arrastrándose al compás de sus marciales pasos y del golpe seco y agudo de sus espuelas de oro.
¡ No creo en Dios!_ decia aún su acento agitándose en aquel océano de blasfemias; y Teobaldo comenzaba á creer.
47 Este, como oyó que Jesús venía de Judea á Galilea, fué á él, y rogábale que descendiese, y sanase á su hijo, porque se comenzaba á morir.
20, note 2.] Cuando Garcés llego á la cañada y al punto en que, según las instrucciones de Esteban, debía aguardar la aparición de las corzas, la luna comenzaba á remontarse con lentitud por detrás de los cercanos montes.
Había muerto de fatiga, había muerto cuando la carrera del herido jabalí comenzaba á acortarse; cuando bastaba un solo esfuerzo más para alcanzarlo.
Entre la gente menuda que se apiñaba á los pies de la iglesia, se oía un rumor sordo y confuso, cierto presagio de que la tempestad comenzaba á fraguarse y no tardaría mucho en dejarse sentir.
se decían unos á otros, y nadie sabía responder, y todos se empeñaban en adivinarlo, y crecía la confusión, y el alboroto comenzaba á subir de punto, amenazando turbar el orden y el recogimiento propios de la iglesia.
La multitud comenzaba á rebullirse, demostrando su impaciencia; los caballeros cambiaban entre sí algunas palabras á media voz, y el arzobispo mando á la sacristía uno de sus familiares á inquirir el por qué no comenzaba la ceremonia.
La noche comenzaba á extender sus sombras, la luna rielaba en la superficie del lago, la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y los ojos verdes brillaban en la obscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas infectas....
El sol había traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban á grandes pasos, por su falda; la brisa gemía entre los álamos de la fuente, y la niebla, elevándose poco á poco de la superficie del lago, comenzaba á envolver las rocas de su margen.
Qué risas, qué esclamaciones, qué agasajos; a nuestros cigarros correspondia con nidos de perdices que ya con tiempo tenia vistos entre los boldos y teatinas, y comenzaba a preguntarnos de todo, de si habria guerra, de si habíamos concluido la carrera, de si habíamos encontrado novia.
Los murmullos y las exclamaciones iban subiendo de punto; la gente comenzaba á agruparse en torno de los actores de la escena; doña Inés, ó aturdida ó complaciéndose en prolongarla, daba vueltas de un lado á otro, como buscando donde refugiarse y evitar las miradas de la gente, que cada vez acudía en mayor número.
Ambos habían nacido en Toledo; juntos habían hecho sus primeras armas, y en un mismo día, al encontrarse sus ojos con los de doña Inés, se sintieron poseídos de un secreto y ardiente amor por ella, amor que germinó algún tiempo retraído y silencioso, pero que al cabo comenzaba á descubrirse y á dar involuntarias señales de existencia en sus acciones y discursos.
Ya se extendían los brazos del signo de nuestra redención, ya comenzaba á formarse la cabecera, cuando la diabólica y encendida masa se retorcía de nuevo como en una convulsión espantosa, y rodeándose al cuerpo de los desgraciados, que pugnaban por desasirse de sus brazos de muerte, se enroscaba en anillas como una culebra, ó se contraía en zigzag como un relámpago.
Ya el cortesano combate de ingenio y galanura comenzaba á hacerse de cada vez más crudo; las frases eran aún corteses en la forma, pero breves, secas, y al pronunciarlas, si bien las acompañaba una ligera dilatación de los labios, semejante á una sonrisa, los ligeros relámpagos de los ojos imposibles de ocultar, demostraban que la cólera hervía comprimida en el seno de ambos rivales.
Mi abuelo se lo narró á mi padre; mi padre me lo ha referido á mí, y yo te lo cuento ahora, siquiera no sea mas que por pasar el rato.[1] *** [Footnote 1: por pasar el rato = 'to while away the time.'] I El crepúsculo comenzaba á extender sus ligeras alas de vapor sobre las pintorescas orillas del Segre,[1] cuando después de una fatigosa jornada llegamos á Bellver,[2] término de nuestro viaje.
El cielo, que desde el amanecer se mantuvo cubierto y nebuloso, comenzaba á obscurecerse á medida que el sol, que antes transparentaba su luz á través de las nieblas, iba debilitándose, cuando, con la esperanza de ver su famoso castillo como término y remate de mi artística expedición, dejé á Litago[1] para encaminarme á Trasmoz,[2] pueblo del que me separaba una distancia de tres cuartos de hora por el camino más corto.
Como á esta sazón notase don Dionís que entre unas y otras las horas del calor eran ya pasadas y el vientecillo de la tarde comenzaba á mover las hojas de los chopos y á refrescar los campos, dió orden á su comitiva para que aderezasen las caballerías que andaban paciendo sueltas por el inmediato soto; y cuando todo estuvo á punto, hizo seña á los unos para que soltasen las traíllas, y á los otros para que tocasen las trompas, y saliendo en tropel de la chopera, prosiguió adelante la interrumpida caza.
Á medida que las libaciones se hacían más numerosas y frecuentes, y el vapor del espumoso _Champagne_ comenzaba á trastornar las cabezas, crecían la animación, el ruido y la algazara de los jóvenes, de los cuales éstos arrojaban á los monjes de granito adosados en los pilares los cascos de las botellas vacías, y aquéllos cantaban á toda voz canciones báquicas y escandalosas, mientras los de más allá prorrumpían en carcajadas, batían las palmas en señal de aplauso, ó disputaban entre sí con blasfemias y juramentos.
Á medida que las libaciones se hacían más numerosas y frecuentes, y el vapor del espumoso _Champagne_ comenzaba á trastornar las cabezas, crecían la animación, el ruido y la algazara de los jóvenes, de los cuales éstos arrojaban á los monjes de granito adosados en los pilares los cascos de las botellas vacías, y aquellos cantaban á toda voz canciones báquicas y escandalosas, mientras los de más allá prorrumpían en carcajadas, batían las palmas en señal de aplauso, ó disputaban entre sí con blasfemias y juramentos.
La verdad era que el camino, que equivocadamente había tornado, se hacía cada vez más áspero y difícil y que por una parte la sombra que ya arrojaban las altísimas rocas, que parecían suspendidas sobre mi cabeza, y por otro el ruido vertiginoso del agua que corría profunda á mis pies, y de la que comenzaba á elevarse una niebla inquieta y azul, que se extendía por la cortadura borrando los objetos y los colores, parecían contribuir á turbar la vista y conmover el ánimo con una sensación de penoso malestar que vulgarmente podría llamarse preludio de miedo.
Así transcurrió el espacio de tres años; la historia del _mal caballero_, que sólo por este nombre se le conocía, comenzaba á pertenecer al exclusivo dominio de las viejas, que en las eternas veladas del invierno las[1] relataban con voz hueca y temerosa á los asombrados chicos; las madres asustaban á los pequeñuelos incorregibles ó llorones diciendoles: _¡que viene el señor del Segre!_[2] cuando he aquí que no sé si un dia ó una noche, si caído del cielo ó abortado de los profundos, el temido señor apareció efectivamente, y como suele decirse, en carne y hueso, en mitad de sus antiguos vasallos.
Cerca de una hora hacía que la conversación giraba alrededor de este asunto, y ya comenzaba á interpretarse de diversos modos la ausencia del recién venido, á quien uno de los presentes, antiguo compañero suyo de colegio, habia citado para el Zocodover, cuando en una de las boca-calles de la plaza apareció al fin nuestro bizarro capitán despojado de su ancho capotón de guerra, luciendo un gran casco de metal con penacho de plumas blancas, una casaca azul turquí con vueltas rojas y un magnífico mandoble con vaina de acero, que resonaba arrastrándose al compás de sus marciales pasos y del golpe seco y agudo de sus espuelas de oro.
Cerca de una hora hacía que la conversación giraba alrededor de este asunto, y ya comenzaba á interpretarse de diversos modos la ausencia del recién venido, á quien uno de los presentes, antiguo compañero suyo de colegio, había citado para el Zocodover, cuando en una de las boca-calles de la plaza apareció al fin nuestro bizarro capitán despojado de su ancho capotón de guerra, luciendo un gran casco de metal con penacho de plumas blancas, una casaca azul turquí con vueltas rojas y un magnífico mandoble con vaina de acero, que resonaba arrastrándose al compás de sus marciales pasos y del golpe seco y agudo de sus espuelas de oro.
¡ No creo en Dios!_ decia aún su acento agitándose en aquel océano de blasfemias; y Teobaldo comenzaba á creer.
47 Este, como oyó que Jesús venía de Judea á Galilea, fué á él, y rogábale que descendiese, y sanase á su hijo, porque se comenzaba á morir.
20, note 2.] Cuando Garcés llego á la cañada y al punto en que, según las instrucciones de Esteban, debía aguardar la aparición de las corzas, la luna comenzaba á remontarse con lentitud por detrás de los cercanos montes.
En 1837, aprendí el italiano en San Juan, por acompañar al joven Rawson,[8] cuyos talentos comenzaban desde entonces[9] a manifestarse.
En tanto que las piezas arrojadas á las llamas comenzaban á enrojecerse, largos y profundos gemidos parecían escaparse de la ancha hoguera, de entre cuyos troncos saltaban[1] como si estuvieran vivas y sintiesen la acción del fuego.
Especialmente en la puerta de la cárcel, la conmoción popular tomaba cada vez mayores proporciones, y ya los animados diálogos, los sordos murmullos y los amenazadores gritos comenzaban á poner en cuidado á sus guardas, cuando afortunadamente llego la orden de sacar al reo.
El arzobispo hizo una señal de asentimiento con la cabeza, y ya algunos de los fieles que conocían á aquel personaje extraño por un organista envidioso, enemigo del de Santa Inés, comenzaban á prorrumpir en exclamaciones de disgusto, cuando de improviso se oyó en el atrîo un ruido espantoso.
V Ya después de dudar un instante y á una nueva orden de su señor, comenzaban los pajes á desatar los lebreles, que aturdían la iglesia con sus ladridos; ya el barón había armado su ballesta riendo con una lisa de Satanás, y el venerable sacerdote, murmurando una plegaria, elevaba sus ojos al cielo y esperaba tranquilo la muerte, cuando se oyó fuera del sagrado recinto una vocería horrible, bramidos de trompas que hacían señales de ojeo, y gritos de _¡Al jabali!--¡Por Zas breñas!--¡Hacia el monte!_ Teobaldo, al anuncio de la deseada res, corrió á las puertas del santuario, ebrio de alegría; tras él fueron sus servidores, y con sus servidores los caballos y los lebreles.
[9] =comenzaban desde entonces,= _were then just beginning_.
--Á él voy, contestó con calma Esteban, que después de dar una gran voz acompañada de un silbido para que se agruparan los corderos, que no perdía de vista y comenzaban[1] á desparramarse por el monte, torno á rascarse la cabeza y prosiguió así: [Footnote 1: que no perdía de vista y comenzaban.
Pues yo no me voy sin verla, me dije, y pian pianito, comencé á pasear la calle sin perder de vista la casa, con la misma frescura que un cadete de Estado Mayor.
Impulsado de un pensamiento religioso, espontáneo é indefinible, eché maquinalmente pie á tierra, me descubrí, y comencé á buscar en el fondo de mi memoria una de aquellas oraciones que me enseñaron cuando niño; una de aquellas oraciones que, cuando más tarde se escapan involuntarias de nuestros labios, parece que aligeran el pecho oprimido, y semejantes á las lágrimas, alivian el dolor, que también toma estas formas para evaporarse.
Entonces comenzó una cosa horrible.
Ésta comenzó terrible y sangrienta.
Tony comenzó á ladrar desesperadamente.
Él insistió en entrar y comenzó a buscar.
El ciego comenzó á ejecutar una marcha guerrera.
Formaron las dos compañías, y comenzó la lista nominal.
of_ =comer= =comenzar= to begin =comenzó= _3 sing.
Entonces comenzó para el ciego una época miserable y angustiosa....
Durante sus largos rezos nocturnos comenzó á tener extrañas alucinaciones.
Después de secarse las lágrimas recobró su alegría y comenzó á charlar por los codos.
Tony comenzó á lamer las lágrimas que resbalaban por las curtidas mejillas de su amo.
Un individuo se separó del árbol y comenzó a andar en su direccion silbando alegremente.
Con esa inquietud, mezcla de desaliento y esperanza, Pablo comenzó á seguir aquel rastro de sangre.
Cuando los últimos fardos se perdieron en las calles de Torresalinas, comenzó la rapiña en la barca.
Y esto diciendo, comenzó á hacer en la bocina la señal del triunfo para que la oyesen sus servidores.
Sus deseos se habían cumplido; los concurrentes le subieron en brazos á la tribuna, y comenzó la Misa.
El pajarero comenzó á perder la paciencia, y acabó por vender la jaula en los ocho reales ofrecidos, dando un empujón á D.
La hija de maese Pérez abrió con mano temblorosa la puerta de la tribuna para sentarse en el banquillo del órgano, y comenzó la Misa.
Dejó partir al otro, y sin perder el tiempo, sacó un cuchillo, y comenzó a socavar la tierra alrededor de la lápida, hasta que logró levantarla.
Santiago se desprendió bruscamente de los brazos de su hermano y comenzó á gritar salpicando sus palabras con fuertes interjecciones: --¡Un coche, un coche!
Apenas la novedad comenzó á extenderse de boca en boca y de casa en casa, la multitud se lanzo á las calles con ruidosa algazara, y corrió á reunirse á las puertas de la prisión.
repetí cediendo á sus instancias, sin darme cuenta á mí mismo del involuntario temor que comenzó á apoderarse de mi espíritu, y que me rechazaba como una fuerza desconocida de aquel lugar; ¡la cruz del diablo!
Los perros levantaron las piezas[4] y comenzó el tiroteo en la parte de arriba; y salidas las reses del lecho de la quebrada, se hubiera dado por perdido el lance, si dos de ellas, macho y hembra, no hubiesen corrido hacia abajo.
Una vez allí, la bruja permaneció un largo rato inmóvil, con la cara hundida entre el légamo y el fango del arroyo que corría enrojecido con la sangre; después, poco á poco, comenzó como á volver en sí y á agitarse convulsivamente.
Un año después comenzó a[215] ejercer su profesión en la marina mercante del Mediterráneo, y bien pronto pasó a navegar[216] en el Océano Atlántico, que ofrecía esfera de 15 acción más amplia a su genio emprendedor.
X El caballo relinchó con una fuerza que hizo estremecer el bosque, dió un bote increíble, un bote en que se levantó más de diez varas del suelo, y el aire comenzó á zumbar en los oídos del jinete, como zumba una piedra arrojada por la honda.
Á medida que desechaba la primera impresión, Garcés comenzó á comprenderlo así, y riéndose interiormente de su incredulidad y su miedo, desde aquel instante solo se ocupó en averiguar, teniendo en cuenta la dirección que seguían, el punto donde se hallaban las corzas.
Pintar el efecto desagradable que causó en to do el mundo, sería cosa imposible; baste decir que comenzó á notarse tal bullicio en el templo, que el asistente se puso de pie y los alguaciles entraron á imponer silencio, confundiéndose entre las apiñadas olas de la multitud.
Apenas empezó á escucharse ese ruido particular que produce el agua que se bate á golpes ó se agita con violencia, Garcés comenzó á levantarse poquito á poco y con las mayores precauciones, apoyándose en la tierra primero sobre la punta de los dedos, y después con una de las rodillas.
Abrió un libro devoto y lo volvió á cerrar sin haber leído cuatro renglones: empezó una carta, y apenas hubo puesto delante de sí el papel y mojado la pluma en el ancho canjilón de loza que le servía de tintero, desistió de su idea y comenzó á recorrer la celda agitado y nervioso, como tigre enjaulado.
La noche estaba obscura; no brillaba una sola estrella en el cielo, ni en toda la plaza se veía una sola luz; no obstante, allá á lo lejos, y en la misma dirección en que comenzó á percibirse un ligero ruido como de pasos que iban aproximándose, creyó distinguir el bulto de un hombre: era sin duda el mismo á quien parecía[1] aguardaba con tanta impaciencia.
Que dijo aquella voz medrosa y sobrehumana, nunca pudo saberse; pero al oirla ambos jóvenes se sintieron poseídos de tan profundo terror, que las espadas se escaparon de sus manos, el cabello se les erizó, y por sus cuerpos, que estremecía un temblor involuntario, y por sus frentes pálidas y descompuestas, comenzó á correr un sudor frío como el de la muerte.
Presente á la relación de Esteban, como los otros monteros, Garcés fue acaso el único que oyó con verdadera curiosidad los pormenores de su increible aventura, y si bien no pudo menos de sonreir cuando el zagal repitió las palabras de la corza blanca, desde que abandonó el soto en que habían sesteado comenzó á revolver en su mente las más absurdas imaginaciones.
The first words of the Lord's Prayer in Latin.] El zagal, después de guardarse en el zurrón un medio pan blanco y un trozo de came de jabalí, y en el estomago un valiente trago de vino que le dió por orden de su señor uno de los palafreneros, despidióse de don Dionís y su hija, y apenas anduvo cuatro pasos, comenzó á voltear la honda para reunir á pedradas los corderos.
Una vez el zagal repuesto de su turbación, le dirigió de nuevo la palabra don Dionís, y con el tono más serio del mundo, y fingiendo un extraordinario interés por conocer los detalles del suceso á que su montero se había referido, le hizo una multitud de preguntas, á las que Esteban comenzó á contestar de una manera evasiva, como deseando evitar explicaciones sobre el asunto.
El pastor, convencido por las muestras de interés con que me disponía á escuchar su relate, de que yo no era uno de esos señores _de la ciudad_, dispuesto á tratar de majaderías su historia, levantó la mano en dirección á uno de los picachos de la cumbre, y comenzó así, señalándome una de las rocas que se destacaba obscura é imponente sobre el fondo gris del cielo, que el sol, al ponerse tras las nubes, teñía de algunos cambiantes rojizos.
Cuando el cercano día comenzó á blanquear las altas copas de los enebros, humeaban aún los calcinados escombros de las desplomadas torres, y á través de sus anchas brechas, chispeando al herirla la luz y colgada de uno de los negros pilares de la sala del festín, era fácil divisar la armadura del temido jefe, cuyo cadáver, cubierto de sangre y polvo, yacía entre los desgarrados tapices y las calientes cenizas, confundido con los de sus obscuros compañeros.
El asistente, obedeciendo las órdenes de su capitán, comenzó á descargar golpes en la sillería del coro, y después que hubo reunido una gran cantidad de leña que fué apilando al pie de las gradas del presbiterio, tomó la linterna y se dispuso á hacer un auto de fe con aquellos fragmentos tallados de riquísimas labores entre los que se veían por aquí parte de una columnilla salomónica, por allá la imagen de un santo abad, el torso de una mujer, ó la disforme cabeza de un grifo asomado entre hojarasca.
El asistente, obedeciendo las órdenes de su capitán, comenzó á descargar golpes en la sillería del coro, y después que hubo reunido una gran cantidad de leña que fué apilando al pie de las gradas del presbiterio, tomó la linterna y se dispuso á hacer un auto de fe con aquellos fragmentos tallados de riquísimas labores, entre los que se veían por aquí parte de una columnilla salomónica, por allá la imagen de un santo abad, el torso de una mujer, ó la disforme cabeza de un grifo asomado entre hojarasca.
Poco á poco, y bien fuese que el peso de la noche, que ya había pasado de la mitad, comenzara á dejarse sentir, bien que el lejano murmullo del agua, el penetrante aroma de las flores silvestres y las caricias del viento comunicasen á sus sentidos el dulce sopor en que parecía estar impregnada la naturaleza toda, el enamorado mozo que hasta aquel punto había estado entretenido revolviendo en su mente las más halagüeñas imaginaciones comenzó á sentir que sus ideas se elaboraban con más lentitud y sus pensamientos tomaban formas más leves é indecisas.
Haría[1] cosa de unas dos horas que don Dionís se encontraba en aquel delicioso lugar, recostado sobre la menuda grama á la sombra de una chopera, departiendo amigablemente con sus monteros sobre las peripecias del día, y refiriéndose unos á otros las aventuras más ó menos curiosas que en su vida de cazador les habían acontecido, cuando por lo alto de la más empinada ladera y á través de los alternados murmullos del viento que agitaba las hojas de los árboles, comenzó á percibirse, cada vez más cerca, el sonido de una esquililla semejante á la del guión de un rebano.
exclamaron en coro los oficiales que rodeaban al capitán; y como éste se dispusiera á hacerlo así, todos prestaron la mayor atención á sus palabras, mientras él comenzó la historia en estos terminos: --Dormía esta noche pasada como duerme un hombre que trae en el cuerpo trece[1] leguas de camino, cuando he aquí que en lo mejor del sueño me hizo despertar sobresaltado é incorporarme sobre el codo un estruendo horrible, un estruendo tal, que me ensordeció un instante para dejarme después los oídos zumbando cerca de un minuto, como si un moscardón me cantase á la oreja.
exclamaron en coro los oficiales que rodeaban al capitán; y como éste se dispusiera á hacerlo así, todos prestaron la mayor atención á sus palabras, mientras él comenzó la historia en estos términos: --Dormía esta noche pasada como duerme un hombre que trae en el cuerpo trece{152-1} leguas de camino, cuando he aquí que en lo mejor del sueño me hizo despertar sobresaltado é incorporarme sobre el codo un estruendo horrible, un estruendo tal, que me ensordeció un instante para dejarme después los oídos zumbando cerca de un minuto, como si un moscardón me cantase á la oreja.
Por último, viendo perdida toda esperanza, pidió como última merced que la dejasen un instante implorar del cielo, antes de morir, el perdón de sus culpas, y de rodillas al borde de la cortadura como estaba, la vieja inclinó la cabeza, juntó las manos y comenzó á murmurar entre dientes qué sé yo qué imprecaciones ininteligibles: palabras que yo no podía oir por la distancia que me separaba de ella, pero que ni los mismos que estaban á su lado lograron entender; Unos aseguran que hablaba en latín, otros que en una lengua salvaje y desconocida, no faltando quien pudo comprender que en efecto rezaba, aunque diciendo las oraciones al revés, como es costumbre de estas malas mujeres.
Luego, poco á poco fué cesando el ruido y la animación; los vidrios de colores de las altas ojivas del palacio dejaron de brillar; atravesó por entre los apiñados grupos la última cabalgata; la gente del pueblo á su vez comenzó á dispersarse en todas direcciones, perdiéndose entre las sombras del enmarañado laberinto de calles obscuras, estrechas y torcidas,[1] y ya no turbaba el profundo silencio de la noche más que el grito lejano de vela de algún guerrero, el rumor de los pasos de algún curioso que se retiraba el último, ó el ruido que producían las aldabas de algunas puertas al cerrarse, cuando en lo alto de la escalinata que conducía á la plataforma del palacio apareció un caballero, el cual, después de tender la vista por todos lados como buscando á alguien que debía esperarle, descendió lentamente hasta la cuesta del alcázar, por la que se dirigie hacia el Zocodover.
II Las llamas rojas y azules se enroscaban chisporroteando á lo largo del grueso tronco de encina que ardía en el ancho hogar; nuestras sombras, que se proyectaban temblando sobre los ennegrecidos muros, se empequeñecían ó tomaban formas gigantescas, según la hoguera despedía resplandores más ó menos brillantes; el vaso de saúco, ora vacío, ora lleno y no de agua, como cangilón de noria, habia dado tres veces la vuelta en derredor del círculo que formábamos junto al fuego, y todos esperaban con impaciencia la historia de _La cruz del diablo_, que á guisa de postres de la frugal cena que acabábamos de consumir, se nos había prometido, cuando nuestro guía tosió por dos veces, se echó al coleto un último trago de vino, limpióse con el revés de la mano la boca, y comenzó de este modo: --Hace mucho tiempo, mucho tiempo, yo no sé cuánto, pero los moros ocupaban aún la mayor parte de España, se llamaban condes[1] nuestros reyes, y las villas y aldeas pertenecían en feudo á ciertos señores, que á su vez prestaban homenaje á otros más poderosos, cuando acaeció lo que voy á referir á ustedes.[2] [Footnote 1: condes = 'counts,' 'earls.' The word conde comes from the Latin _comes, comitem_, 'companion,' and during the Roman empire in Spain was a title of honor granted to certain officers who had jurisdiction over war and peace.
¡Tony!--comenzó á gritar con desesperación.
52 Entonces él les preguntó á qué hora comenzó á estar mejor.
--¿Es cierto que Chile fué el primer país hispano-americano que comenzó a explotar el hierro?
--Mira, Lola,--comenzó con voz temblorosa y casi imperceptible,--después que te lo diga, ya no me querrás.
5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó á lavar los pies de los discípulos, y á limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido.
] Asi pensando y discurriendo pasó Garcés la tarde, y cuando ya el sol comenzó á esconderse por detras de las vecinas lomas y don Dionís mando volver grupas á su gente para tornar al castillo, separóse sin ser notado de la comitiva y echo en busca del zagal por lo más espeso é intrincado del monte.
108, note 3] En este punto del diálogo, terció don Dionís, y con una desesperante gravedad á través de la que se adivinaba toda la ironía de sus palabras, comenzó á darle al ya asendereado mozo los consejos más originates del mundo, para el caso de que se encontrase de manos á boca con el demonio convertido en corza blanca.
Las viejas naciones se han ejercitado por décadas en un arte que apenas comenzamos[9] a ensayar nosotros.
Como no vimos la bala, comenzamos á reir satisfechos y hasta orgullosos de que nos avisasen tan ruidosamente.
[9] =que apenas comenzamos,= _which we have scarcely begun_ (_attempted_); _in which we are beginners_.
comenzaron á gritar los vecinos de la villa presentes al acto.
Los hombres comenzaron á brincar delante de mí, gesticulando de modo extravagante.
Al cabo logróse apaciguar el tumulto, y comenzaron á disponerse á una nueva persecutión.
Nunca lo hubiera hecho; apenas anduve algunos pasos, la luz de mi linterna se apagó por sí sola, y mis dientes comenzaron á chocar, y mis cabellos á erizarse.
El tiempo pasó; comenzaron los zarzales á rastrear por los desiertos patios, la hiedra á enredarse en los obscuros machones, y las campanillas azules á mecerse colgadas de las mismas almenas.
Desde este momento las fábulas, que hasta aquella epoca no pasaron de un rumor vago y sin viso alguno de verosimilitud, comenzaron á tomar consistencia y á hacerse de día en día mas probables.
El corcel corría, ó mejor dicho nadaba en aquel océano de vapores caliginosos y encendidos, y las maravillas del cielo ro comenzaron á desplegarse unas tras otras ante los espantados ojos de su jinete.
Pusiéronse, pues, en cuclillas los circunstantes, inclusos los polizontes y el mismo Concejal, y comenzaron á ayudarle al _tío Buscabeatas_ en aquella singular comprobación, diciendo todos á un mismo tiempo con pueril regocijo: --¡Nada!
Después de ocupado el suntuoso alcázar{145-3} de Carlos V, echóse mano de la casa de Consejos; y cuando ésta no pudo contener más gente, comenzaron á invadir el asilo de las comunidades religiosas, acabando á la postre por transformar en cuadras hasta las iglesias consagradas al culto.
Después comenzaron á oirse como unos himnos distantes que entonaban las jerarquías de serafines; mil himnos á la vez, que al confundirse formaban uno solo, que, no obstante, era no más el acompañamiento de una extraña melodía, que parecía flotar sobre aquel océano de misteriosos ecos, como un jirón de niebla sobre las olas del mar.
EL BESO I Cuando una parte del ejército francés se apodero á principios de este siglo[1] de la historica Toledo,[2] sus jefes, que no ignoraban el peligro á que se exponían en las poblaciones españolas diseminándose en alojamientos separados, comenzaron por habilitar para cuarteles los más grandes y mejores edificios de la ciudad.
En el momento en que Constanza salió del bosquecillo, sin velo alguno que ocultase á los ojos de su amante los escondidos tesoros de su hermosura, sus compañeras comenzaron nuevamente á cantar estas palabras con una melodia dulcísima: CORO «Genios del aire, habitadores del luminoso éter, venid envueltos en un jirón de niebla plateada.
EL BESO POR DON GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER{145-1} I Cuando una parte del ejército francés se apoderó á principios de este siglo{145-2} de la histórica Toledo, sus jefes, que no ignoraban el peligro á que se exponían en las poblaciones españolas diseminándose en alojamientos separados, comenzaron por habilitar para cuarteles los más grandes y mejores edificios de la ciudad.
Echó pie á tierra, comenzaron los dimes y diretes del que compra y el que vende, y sucedió lo que sucede con frecuencia, es decir, que no se entendieron; porque Pablo quería que la punta de ovejas merinas fueran conducidas por los pastores del vendedor al prado de Villaverde, en las inmediaciones de Madrid, y el vendedor quería deshacerse de sus ovejas en el monte de Cabeza-fuerte, que era donde se hallaban pastando.
En los torneos del Zocodover,[1] en los juegos florales de la corte, siempre que se les había presentado coyuntura para rivalizar entre sí en gallardía ó donaire, la habían aprovechado con afán ambos caballeros, ansiosos de distinguirse á los ojos de su dama; y aquella noche, impelidos sin duda por un mismo afán, trocando los hierros por las plumas y las mallas por los brocados y la seda, de pie junto al sitial donde ella se reclinó un instante después de haber dado una vuelta por los salones, comenzaron una elegante lucha de frases enamoradas é ingeniosas, ó epigramas embozados y agudos.
50, note 2.] Después de ocupado el suntuoso alcázar[1] de Carlos V, [Footnote:2] echóse mano de la casa de Consejos;[3] y cuando ésta no pudo contener más gente, comenzaron á invadir el asilo de las comunidades religiosas, acabando á la postre por transformar en cuadras hasta las iglesias consagradas al culto.
_Longfellow's translation_ It is to this realm, where the carnal sinners are punished, that Dante relegates the lovers Paolo and Francesca da Rimini.] Ya los descuidados centinelas habian fijado algunas veces sus ojos en la villa que reposaba silenciosa, y se habian dormido sin temor á una sorpresa, apoyados en el grueso tronco de sus lanzas, cuando he aquí que algunos aldeanos, resueltos á morir y protegidos por la sombra, comenzaron á escalar el cubierto peñón del Segre, á cuya cima tocaron á punto de la media noche.
acaba de mencionar[38] no comenzarían a explotarse sino después que los fértiles prados sudamericanos hubieran sido ocupados,--observó el señor Mendoza.
En Colombia ha comenzado la explotación seria.
Algunos países, y ciertas regiones dentro de un país, están más libres que otros de esa tradición y, por lo tanto, han comenzado a organizar la enseñanza secundaria como continuación de la primaria, con el propósito de que la mayor parte del pueblo pueda terminar en ella su educación después de haber adquirido conocimientos de valor práctico para la vida.
Allí se ha generalizado, desde hace algunos años, la casa de estilo marcadamente parisiense, y de aquí que[99] se la designe con el nombre francés de «petit hôtel.» A la puerta exterior principal que da a[100] la calle, sigue el zaguán, que conduce al _hall_,[101] palabra[102] muy corriente en el Río de la Plata desde que los nuevos tipos de edificación han comenzado a reemplazar a los antiguos.
--Eso han comenzado a hacer las sociedades cooperativas, construyendo silos donde el trigo pueda guardarse en depósito, elevadores de granos para uniformar los tipos del cereal, bancos agrícolas que hagan préstamos al agricultor con un interés moderado, complementando todo esto con el aseguro de sus cosechas contra el granizo, la langosta y otros muchos contratiempos.
Así intentamos ahora echar un hilo sobre el ancho abismo que separa a ambas Américas, y si una mano solícita del bien[2] recoge y fija allá el otro cabo, habremos comenzado a construir el robusto cable que debe unir la actividad intelectual de ambos continentes.
Ya había comenzado á murmurarla, cuando de improviso sentí que me sacudían con violencia por los hombros.
Ya había comenzado á murmurarla, cuando de improviso sentí que me sacudían con violencia por los hombros.
este mapa, y comience la observación por su propio país.
este mapa, y comience la observación por su propio país.
Compare the expression _al primer gallo_, at midnight.] Como era natural, después de oirla, aguardé impaciente que comenzara la ceremonia, ansioso de asistir á un prodigio.
El esquilón llamaba á voz herida á los fieles desde la torre, y alguna que otra rara persona atravesaba el atrio silencioso y desierto esta vez, y después de tomar el agua bendita en la puerta, escogiá un puesto en un rincón de las naves, donde unos cuantos vecinos del barrio esperaban tranquilamente que comenzara la Misa del Gallo.
Poco á poco, y bien fuese que el peso de la noche, que ya había pasado de la mitad, comenzara á dejarse sentir, bien que el lejano murmullo del agua, el penetrante aroma de las flores silvestres y las caricias del viento comunicasen á sus sentidos el dulce sopor en que parecía estar impregnada la naturaleza toda, el enamorado mozo que hasta aquel punto había estado entretenido revolviendo en su mente las más halagüeñas imaginaciones comenzó á sentir que sus ideas se elaboraban con más lentitud y sus pensamientos tomaban formas más leves é indecisas.
Compare the expression _al primer gallo_, at midnight.] Como era natural, después de oirla, aguardé impaciente que comenzara la ceremonia, ansioso de asistir á un prodigio.
El esquilón llamaba á voz herida á los fieles desde la torre, y alguna que otra rara persona atravesaba el atrio silencioso y desierto esta vez, y después de tomar el agua bendita en la puerta, escogiá un puesto en un rincón de las naves, donde unos cuantos vecinos del barrio esperaban tranquilamente que comenzara la Misa del Gallo.
Poco á poco, y bien fuese que el peso de la noche, que ya había pasado de la mitad, comenzara á dejarse sentir, bien que el lejano murmullo del agua, el penetrante aroma de las flores silvestres y las caricias del viento comunicasen á sus sentidos el dulce sopor en que parecía estar impregnada la naturaleza toda, el enamorado mozo que hasta aquel punto había estado entretenido revolviendo en su mente las más halagüeñas imaginaciones comenzó á sentir que sus ideas se elaboraban con más lentitud y sus pensamientos tomaban formas más leves é indecisas.
El caballo comienza a marchar.
of_ =comer= =comienza= _3 sing.
Nuestro joven señor comienza por donde otros acaban ...
XXXVI.--EDUCACIÓN --¿A qué edad comienza la educación de los niños en la América latina?
Pero llega un obrero que comienza a golpearla, haciéndola pedazos con su martillo, y la roca exclama: --Este obrero es más poderoso que yo; ¡Quisiera ser este obrero!
Pasó el introito[1] y el Evangelió[2] y el ofertorio,[3] y llegó el instante solemne en que el sacerdote, después de haberla consagrado, toma con la extremidad de sus dedos la Sagrada Forma y comienza á elevarla.
Los demás viajeros conseguimos tranquilizarle, y la señora se ve acometida de un estremecimiento nervioso, y comienza á herir la delicadeza del fabricante desatándose en improperios contra los corchos, hasta que llega el interventor del tren y exige el billete de la perra con mal talante.
En esos ligeros y cortados sueños de la mañana, ricos en imágenes risueñas y voluptuosas, sueños diáfanos y celestes como la luz que entonces comienza á transparentarse á través de las blancas cortinas del lecho, no ha habido nunca imaginación de veinte años que bosquejase con los colores de la fantasía una escena semejante á la que se ofrecía en aquel punto á los ojos del atónito Garcés.
10 A medida que el tren adelanta en su marcha desde Puerto Limón hacia el interior del país se comienza a advertir los cambios que presenta la naturaleza.
--En acosar y perseguir á los infelices pastores que se arriesgan por esa parte de monte, ya haciendo ruido entre las matas, como si fuese un lobo, ya dando quejidos lastimeros como de criatura, ó acurrucándose en las quiebras de las rocas que están en el fondo del precipicio, desde donde llama con su mano amarilla y seca á los que van por el borde, les clava la mirada de sus ojos de buho, y cuando el vértigo comienza á desvanecer su cabeza, da un gran salto, se les agarra á los pies y pugna hasta despeñarlos en la sima....
este mapa, y comience la observación por su propio país.
English to Spanish Translation

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