Mirándolos jugar, me aflijo y callo;
¡Cuál será sobre el mundo su fortuna?
Callas, callas y doblas la frente....
Callas, callas y
doblas la frente...
--¡Es que si callas, te voy á deshacer yo la cara de una guantá!
calla...
Tú, que de nada sirves, calla el pico.
El chiquitÃn tiembla de miedo, mira alternativamente á su padre y á su
madre, y calla.
Largo rato Neira respira fatigosamente y el chico, inclinado sobre él,
calla lleno de estupor y de miedo.
Cuando me rindo del dolor al peso,
Cuando la negra duda me avasalla,
Se me cuelga del cuello, me da un beso,
Se le saltan las lágrimas, y calla.
of_ =caer=
=caliente= hot
=calor= _m._ heat, warmth;
=hace (hacÃa) calor= it is (was) hot;
=hace (hacÃa) mucho calor= it is (was) very hot
=caluroso= warm
=calla= _impv.
Poco á
poco fué extinguiéndose en ella aquel acompasado son, que es el último
vibrar de la vida, y al fin todo calló, como calla la máquina del reloj
que se para; y la linda Celinina fué un gracioso bulto, inerte y frÃo
como mármol, blanco y transparente como la purificada cera que arde en
los altares.
=¡calla!= hold on!
--Yo lo oà y tú lo oiste, y nos estremecimos y callamos.
--¡à ver si vos calláis, con mil demonios!--exclamó el pescador con
visible emoción.--Y tú--añadió dirigiéndose á su mujer,--ya sabes lo que
se va á hacer.
Todas esas bandadas
que véis llegar con teas encendidas entonando villancicos con gritos
desaforados al compás de los panderos, las sonajas y las zambombas,
contra su costumbre, que es la de alborotar las iglesias, callan como
muertos cuando pone maese Pérez las manos en el órgano...
Una vez que se reponen, conocida y hasta celebrada la causa de la
sorpresa que han experimentado, para hallar entonces motivo de charla,
porque las mujeres no callan sino cuando duermen, si bien las hay que
hasta hablan en sueños, pregunta una la hora que es; otra añade que
tiene frÃo; y alguna, sintiendo asà como[10] _una penita_ en el
estómago,[11] según lo asevera, trata de buscar algo que la conforte:
pero es lo malo, que[12] han concluido ya con todo, los que están en el
comedor dejando sólo los huesos de las aceitunas; por lo que, no hay
otro recurso que hacer chocolate.
Era Noche-Buena, y si todo callaba en la triste vivienda recién visitada
de la muerte, fuera, en las calles de la ciudad, y en todas las demás
casas, resonaban placenteras bullangas de groseros instrumentos músicos,
y vocerÃa de chiquillos y adultos cantando la venida del MesÃas.
Era Noche-Buena, y si todo callaba en la triste vivienda recién visitada
de la muerte, fuera, en las calles de la ciudad, y en todas las demás
casas, resonaban placenteras bullangas de groseros instrumentos músicos,
y vocerÃa de chiquillos y adultos cantando la venida del MesÃas.
Hasta las
golondrinas,--arquitectas, que como amigas de las casas pacÃficas y
felices, acudÃan allà en gran número,--callaban su pico, por traerle
ocupado con la mezcla.
Yo voy por un camino, ella por otro;
Pero al pensar en nuestro mutuo amor,
Yo digo aún: ¿Por qué callé aquel dÃa?
of_ =callar=
=callar= to be silent
=calle= _f._ street
=calló= _3 sing.
Jacinto (era el ayuda de cámara), bien se calló, pero miraba
á esa Pepa (la cocinera).
Arrodillado un hombre a los pies de un sacerdote, 5
estaba confesando sus culpas, con la más edificante
humildad, cuando se calló de repente, como si se hubiese
tropezado con[319] un pecado nada leve.
Poco á
poco fué extinguiéndose en ella aquel acompasado son, que es el último
vibrar de la vida, y al fin todo calló, como calla la máquina del reloj
que se para; y la linda Celinina fué un gracioso bulto, inerte y frÃo
como mármol, blanco y transparente como la purificada cera que arde en
los altares.
--Yo lo oà y tú lo oiste, y nos estremecimos y callamos.
Todo cuanto los dos hemos callado
¡Lo tenemos[3] que hablar!
Pero ¡calle!
pero
¡calle!
pero, ¡calle!
Bajé a la calle.
en
ninguna calle.
calle, _f._, street.
callar, to be silent; ¡calle!
Concluido el discurso, salimos a la calle.
calle=, _with a bound I reached the street_.
Sinforoso y
poniéndole de patitas en la calle....
San Felipe= = _y en parte de la calle
de San Felipe_.
boca-calle, _f._, entrance (end _or_ opening) to a street.
LA CASA
La casa en que vivo está en la calle de Wáshington.
les pregunta en la calle un amigo importuno, señalándoles
el traje.
Don Juan llegó al palacio y se
metió detrás de la puerta de la calle.
Sonaron en la calle tambores y zambombas y alegre chasquido de panderos.
El primero se adivina
por tres angostÃsimas ventanas abiertas á la calle.
of_ =calleja=, _which is, in turn, a
depreciative of_ =calle=), narrow street.
of_ =callar=
=callar= to be silent
=calle= _f._ street
=calló= _3 sing.
Satisfecho ya el capricho, dejé la calle de las Infantas, y me fuà á
casa de un amigo.
MerecÃa que se las llevaran á la calle de Chicarreros[3] y se las
engarzasen en oro....
porque es humilde como las piedras de la
calle, que se dejan pisar de todo el mundo....
Y los dos hermanos quedaron abrazados y sollozando algunos minutos en
medio de la calle.
Éste fué hallado por el sereno de la
calle de la Perseguida en el portal de la señora Da.
Porque
en el invierno le cierran las puertas de las casas, y tiene que estarse
en la calle.
Oir Alvar este grito, exhalar otro de sorpresa y alegrÃa, y lanzarse á
la calle, todo fué uno.
El
espanto, la violencia y la herida que le causó fueron tales que quedó
desmayada en la calle.
Pocos minutos después estaba en la calle, con su lÃo al brazo, en
compañÃa de Bolina y Tremontorio.
à no ser por ese noble distintivo, cualquiera le creerÃa un lonjista
de la calle de Culebras.[1] ...
Al llegar la noche, apretado por la necesidad, desfallecido,
bajó á la calle á implorar una limosna.
Nieves, una señora viuda que vive sola en la calle de la
Perseguida, á quien debe mi yerno su empleo.
De pronto leà en
letras gordas: _El crimen de la calle de la Perseguida_, y quedé helado
por el terror.
Quién diria que esos dos que
parecen tan amigos, si dentro de media hora se encuentran en una calle
obscura ...
Pues si todos los
confesonarios fueran por el mismo estilo, acudirÃan más penitentes que
piedras hay en la calle....
The text of _El crimen de la calle de la
Perseguida_ and of _Los puritanos_ is taken from the _Obras Completas de
D.
of_ =pata=): =poner de patitas en la calle=, to
push some one out (into the street) with one's foot, put out forcibly.
Vine á parar á esta misma casa, esto es, á la misma
posada; la casa estaba entonces situada en la calle del Barquillo.
Notice the use of _haya_ instead of tenga,
although possession is indicated.]
[Footnote 3: la calle de Chicarreros.
Será cosa, á más tardar, del
viernes ó el sábado, me dije después de comer, encendiendo un cigarro y
echándome á la calle.
Al oirme,
suelta sus manos, rÃe, se aprieta los ijares, alborota la calle, y
pónenos á entrambos en escena.--¡Bien, mi amigo!
Éste es Juan de quien tanto os he hablado, á quien acabo de
encontrar en la calle á punto de morirse helado entre la nieve....
De un salto me planté en la calle{5-3} y corrà hasta la esquina; pero
allà me hice cargo de que venÃa sin sombrero, y me volvÃ.
Mas he
aquà que en la calle de Altavilla, cuando ya me iba serenando,{6-2} se
acerca de improviso un guardia del Ayuntamiento.
Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado
de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos á mi
alrededor.
Las habitaciones,
espaciosas, bien iluminadas, de altos techos, se suceden una tras
otra[94] en lÃnea perpendicular a la calle.
Me empeñé hoy
en ir á la tertulia de unas primas, que viven en la calle de Fuencarral,
y papá mandó á Manuel que me acompañase.
Durante el juego, uno de los perros tiró un zapato al aire con tal
fuerza que cayó a la calle en el momento en que pasaba una mujer.
Durante algunos meses vivió el ciego sin salir á la calle
más que para cumplir su obligación; de casa á la iglesia, y de la
iglesia á casa.
Ya no seguÃ, pues, la calle de las Infantas como acostumbraba después de
almorzar, ni aun para ir á la de Valverde, donde vivÃan unos amigos.
puede suponer, esto, lejos de hacerme desistir, me
animó á quedarme petrificado en la esquina de la primer boca-calle, en
contemplación extática.
En fin, no quedó nada que hacer.{7-1}
Cuando al fin la tertulia se deshizo y en la calle me separé de mis
compañeros, estaba un poco más sosegado.
En cuanto
cerrábamos la puerta del portal, cerraba ella la del piso y nos dejaba
casi en tinieblas; porque la luz que entraba de la calle era escasÃsima.
Salgo á la calle un poco disgustado, como cualquier otro orador en el
mismo caso, y sigo mi camino, no sin volver repetidas veces la cabeza
hacia el balcón.
Pude observar á la tenue claridad que entraba
de la calle, que ponÃan siempre por delante uno como más fuerte ó
resuelto, detrás del cual los otros se guarecÃan.
Pues yo no me voy sin verla, me dije, y pian pianito, comencé á pasear
la calle sin perder de vista la casa, con la misma frescura que un
cadete de Estado Mayor.
Al propio tiempo _Heredia_ fijó en él sus ojos; y dando un grito y un
salto como si le hubiese picado una vÃbora, arrancó á correr hacia la
calle de San Jerónimo.
El tiempo fué pasando 25
y para colmo de todas sus desdichas[169] la calle se iba
llenando de gente que acudÃa a ver[170] los famosos
americanos.
Oro y viandas recataba con la falda de su vestido, cuando al volver una
calle de rosales tropezó con su padre, que también habÃa salido á
distraer allà sus melancolÃas.
bien se lo dije yo: «¡Mira que ésa es
_callealtera_, y no puede ser buena!»
--Los de la calle Alta tienen la cara muy limpia, y se la pueden enseñar
á todo el mundo...
La hierba crecÃa entre las piedras de la mÃsera calle como prueba de su
silencio y abandono, y en muchos sitios se veÃan cenizas arrojadas al
viento y groseros platos de barro rotos.
Santiago se golpeaba la cabeza: su esposa lloraba:
los chicos atónitos le decÃan estrechándole la mano: ¿No volverás á
tener hambre ni á salir á la calle sin paraguas, verdad, tiito?...
No
necesitaré decirle que, por más que me sintiese avergonzado de aquella
aventura, seguà dando vueltas á la misma hora por la calle, y que el
tiroteo era cada vez más intenso y animado.
Por fin uno de entre ellos empezó a dibujar una vaca
y el mozo que estaba escudriñando lo que hacÃa,
echóse a la calle disparado como una bala, dejándolos
a todos pensativos y atónitos.
Pensando en lo que habÃa
de decir á mis colegas cuando me viese entre ellos, y en el modo mejor
de explicarles la causa del fracaso, crucé la plaza del Rey y entré en
la calle de las Infantas.
HabÃan llegado á la calle del Cristo,[1] y la luz que se divisaba en
uno de sus extremes parecÃa ser la del farolillo que alumbraba en
aquella época, y alumbra aún, á la imagen que le da su nombre.
Al fin, otro desgraciado le facilitó una guitarra vieja y
rota, y después de arreglarla del mejor modo que pudo, y después de
derramar abundantes lágrimas, salió cierta noche de diciembre á la
calle.
Casi al mismo tiempo que ellos en la calle,
aparecieron en sus respectivos balcones la mujer de Bolina, rodeada de
sus nietos, y la del pobre Tuerto, sola, desgreñada y dando alaridos de
desconsuelo.
Me ceñà á la pared por el lado de la sombra, y haciendo el
menor{6-1} ruido con los pasos, doblé pronto la esquina de la calle de
la Perseguida, entré en la de San JoaquÃn y caminé la vuelta de mi casa.
Para llevar á cabo este
propósito, lo primero que se me ocurrió fué no acordarme más de Teresa,
ni pasar siquiera por su calle, aunque fuese camino obligado: después,
abreviar cuanto pudiese los asuntos.
Le pregunté por señas si
salÃa de paseo, y me contestó que sÃ: y en efecto, un dÃa aguardé en la
calle hasta las cuatro y la vi salir en compañÃa de una señora, que
debÃa de ser su mamá, y de dos hermanitos.
Habló después
de las primas de la calle de Fuencarral; una era muy bonita, la otra
graciosa solamente: las dos tenÃan novio, pero no valÃan{23-5} cuatro
cuartos: chiquillos que todavÃa estudiaban en el Instituto.
La aludida casa está separada de la en que escribo por la calle, que no
es muy ancha; y mis vecinos, lo mismo en invierno que en verano, saldan
todas sus cuentas y ventilan los asuntos más graves, de balcón á balcón.
Pero cuando más embebido andaba en mis pensamientos y planes
polÃticos, y cuando ya estaba próximo á doblar la esquina de la calle,
he aquà que siento un brazo que se apoya en el mÃo y una voz que me
dice:
--¿Va V.
Pero apenas
se habÃan tocado los aceros y antes que ninguno de los combatientes
hubiese podido dar un solo paso ó intentar un golpe, la luz se
apagó[1] de repente y la calle quedó sumida en la obscuridad más
profunda.
Antes de pasar más adelante, debe saber el lector que, desde tiempo
inmemorial, existe entre los mareantes de la calle Alta y los de la del
Mar, barrios diametralmente opuestos de Santander, una antipatÃa
inextinguible.
Era un sublime apasionado, un nervioso, uno
de esos divinos semilocos necesarios para el progreso humano,
lamentables cristos del arte, que por amor al eterno ideal tienen su
calle de la amargura, sus espinas y su cruz.
Al oir este coro desgarrador, los tres marineros apretaron el paso, los
vecinos de la calle salieron á sus balcones, y yo me decidà á seguir á
mis conocidos hasta el desenlace de la escena, cuyo principio habÃa
presenciado.
En el momento en que estaban lidiando el toro de
muerte, un vecino, de muchos años y de mucho entendimiento, vió á la
madre del torero arrodillada á los pies de un Santo Cristo muy milagroso
que se veneraba en una calle del pueblo.
Cristina y su madre nos esperaban, en efecto, y juntos nos dirigimos á
casa de la tÃa de Fernando, que estaba situada en la plaza del pueblo,
haciendo esquina á una calle estrecha y sombrÃa, en la que, sin saber
por qué, entré con una profunda tristeza.
Era frecuente encontrarla en la calle llevando y trayendo floreros y
candelabros para adornar los altares, y en vÃsperas de las grandes
fiestas no volvÃa á salir de la iglesia ni para comer, afanada como una
hormiga en los preparativos de la solemnidad.
No
es raro que la propiedad se extienda desde una calle hasta la que limita
la manzana por el lado opuesto, y en este caso la parte posterior está
ocupada por el huerto o fondo, como familiarmente se le llama, y donde
suele haber añosos árboles frutales.
Entonces, por
consideración á su debilidad, le tuvieron algunos dÃas más de cortesÃa,
muy pocos, y después le pusieron en la calle, gloriándose mucho de
dejarle libre el baúl y la ropa, ya que con ella podÃan cobrarse de los
pocos reales que les quedaba á deber.
Por la tarde el criado
habÃa dejado inadvertidamente abierta la ventana del gabinete; ésta,
como es sabido, daba á una calle estrecha, y en la casa de enfrente, en
una pobre habitación, se hallaba el cadáver de aquella joven
desconocida, velado por la madre de Teresa.
Al llegar al extremo de la calle sentà la
necesidad imperiosa de verla otra vez, y di la vuelta, no sin percibir
cierta vergüenza en el fondo del corazón, pues ni mi edad, ni mi estado,
me autorizaban semejantes informalidades; mucho menos tratándose de tal
criaturita.
Espronceda describes effectively a
similar miraculous extinguishing and relighting of a lamp before a
shrine, in Part IV of his _Estudiante de Salamanca_:
La moribunda lámpara que ardÃa
Trémula lanza su postrer fulgor,
Y en honda obscuridad, noche sombrÃa
La misteriosa calle encapotó.
Y el muchacho, que sabe por experiencia que su padre no amenaza en vano,
á pesar de las señas que le hace su madre para que calle, cierra los
ojos y dice rápidamente, como si le quemaran la boca las palabras:
--Mi madre trajo esta mañana un cuartillo de aguardiente, y tiene la
botella escondÃa en el jergón de la cama.
El gabinete tenÃa una
sola ventana con vistas á la calle estrecha y sombrÃa, á la que hacÃa
esquina la casa de Fernando; enfrente de la ventana habÃa un armario de
espejo; á un lado de éste estaba la puerta de la alcoba, al otro una
mesita de escribir; algunas sillas iguales á las del dormitorio
completaban el mueblaje del gabinete que diez años antes perteneció á la
tÃa de Fernando.
Allà se ha generalizado, desde hace
algunos años, la casa de estilo marcadamente parisiense, y de aquÃ
que[99] se la designe con el nombre francés de «petit hôtel.» A la
puerta exterior principal que da a[100] la calle, sigue el zaguán, que
conduce al _hall_,[101] palabra[102] muy corriente en el RÃo de la Plata
desde que los nuevos tipos de edificación han comenzado a reemplazar a
los antiguos.
San Pedro lo es de la calle Alta, ó _Cabildo de Arriba_, y la
calle del Mar, ó _Cabildo de Abajo_, está encomendado al amparo de los
santos mártires Emeterio y Celedonio,{168-2} á cuyas gloriosas cabezas,
de las que se cuenta que llegaron milagrosamente á este puerto en un
barco de piedra, ha dedicado, construyéndola á sus expensas, una bonita
capilla en el barrio de Miranda, dominando una gran extensión de mar.
Detrás
de la cerca de limón, veo una ancha calle con doble fila de matas de
cocos, naranjas y _caimitos_; por más allá[3] se divisan los cuadros de
cafetos, cargados de blancas flores que imitan el azahar, cortados a la
misma altura y que devuelven hacia la tierra sus copiosas y redondas
ramas; sobresalen entre los cafetos las matas de plátanos, que con sus
hermosos racimos ofrecen abundoso alimento, regalo de una tierra
providencial.
Por lo general se ven verjas en los jardines, en las ventanas
pequeñas o las que ofrecen un acceso peligroso desde la calle, las
cuales[56] por eso se mantienen abiertas sólo _de_ dÃa.[57] El herrero
hace, como se lo dije[58] ya, los balcones de hierro, el armazón de las
claraboyas, las escaleras, sobre todo las que se llaman de caracol, que
son generalmente de hierro y se conocen con ese nombre[59] por estar[60]
construidas sobre un eje.
Entonces me tocó llevar la voz cantante, y le dije al oÃdo mil
requiebros y ternezas, explicándola por menudo el amor que me habÃa
inspirado y lo que habÃa sufrido en los dÃas en que no pasé por su
calle: recordéle todos los pormenores, hasta los más insignificantes, de
nuestro conocimiento visual y epistolar, y le di cuenta de los vestidos
que le habÃa visto{27-1} y de los adornos, á fin de que comprendiese la
profunda impresión que me habÃa causado.
III
Quince dÃas después de la escena que acabamos de referir, y á eso de las
nueve de la mañana, muchÃsima gente ociosa presenciaba, en la calle de
San Juan de Dios y parte de la de San Felipe{41-1} de aquella misma
capital, la reunión de dos compañÃas de migueletes que debÃan salir á
las nueve y media en busca de _Parrón_, cuyo paradero, asà como sus
señas personales y las de todos sus compañeros de fechorÃas, habÃa al
fin averiguado el Conde del Montijo.
Si de vuelta de correr la sardina salÃa alcanzada la mujer del Tuerto en
la cuenta que éste le tomaba rigorosamente, en el balcón se oÃa la
primera guantada de las que administraba el desdichado marido á su
costilla; desde el balcón llamaba á su padre, á su madre y á
Tremontorio; desde el balcón les contaba lo sucedido, y renegaba
furibundo de su mujer; desde el balcón imploraba el auxilio de Dios...,
y de balcón á balcón se enredaba un diálogo animadÃsimo que entretenÃa,
por espacio de media hora, á las gentes de la calle.
El pobre niño creció en la sombra, y jamás vió el sol más que desde la
ventana de la sola pieza que habÃa en la casa de sus padres; todo el dÃa
estaba solo; su madre lavaba la ropa en casa de un rico arrendador; su
padre labraba los campos; su hermana llevaba á pacer las vacas de un
vecino; cuando con gran trabajo conseguÃa el pobre niño dejar su camita
de paja, se apoyaba en dos pequeñas muletas que su padre le habÃa hecho
de las ramas de un sauce, y salÃa á la puerta de la calle: pero allà no
llegaba el sol nunca; la calle era tan estrecha y tan obscura....
¡calle!
=calle=, _f._, street.
[Footnote 1: calle de Culebras.
¿Era ancha y luminosa la calle?
¿Salió muy contento a la calle?
¿Qué decÃa para sà en la
calle?
[Footnote 1: la calle del Cristo.
¿PodÃa salir de la puerta de la
calle?
¿Qué dijo para sà cuando estaba en la calle?
=calle,= _f._, street; =-- de las Infantas,= _prop.
--¿Y los de la calle que las vean pasar a su casa, Da.
=calle=, _f._, street, lane; =por las calles=, in the streets.
--No conozco al virrey en la calle, después de las diez de la noche.
--¿Entonces, por qué ha dejado de venir á verme y de pasar por la calle
de dÃa?
¿Hubiera usted esperado una hora entera antes de ponerle
de patitas en la calle?
=boca,= mouth; =-- arriba,= (lying) on one's back; =-- calle,= _f._,
opening _or_ end of a street.
--_Miguel Cané_ (ARGENTINO)
Chapter Footnotes:
[1] =calle Florida.= The most fashionable street in Buenos Aires.
--Lo que eres tú, me lo sé yo muy bien; y no me acomoda que el mejor dÃa
amanezcan los ángeles de Dios aterecÃos á la puerta de la calle.
--Yo digo la verdá aunque sea delante del mi marido,--replica la de la
buhardilla, mirando de reojo á una esquina de la calle y bajando la voz
asà que ve al Tuerto.
--Yo--replica con mucha calma la vieja;--yo que los he recogido muchas
veces en mi casa, porque tú los dejas desnudos y abandonaos en la calle
cuando te vas á hacer de las tuyas de taberna en taberna...
=salir=, to come out (_or_ forth), go out, get out, start, rise (_of the
sun, etc._); =salir á la calle=, to go out on the street; =salir al
paso=, to come out to meet; =salir de=, to come (_or_ go) out of, leave.
26.--EL LUTO
Ya han pasado dos meses y las niñas están cansadas del encierro, y abren
algún tanto y por un momento, un postigo, para ver _algo_ de la calle y
oÃr el órgano que toca en la esquina o en otra parte.
23.--BOGOTÃ
Pero, me diréis, ¿los bogotanos no pasean, no tienen un punto de
reunión, un club, una calle predilecta, algo como los bulevares, nuestra
calle Florida,[1] el Ringstrasse de Viena, el Unter den Linden de
BerlÃn, El Corso de Roma, el Broadway de New York, o el Park Lane de
Londres?
17.--EN UN VELORIO
A eso de[1] la una de la madrugada, el velorio está en su punto.[2] Tres
o cuatro jóvenes, en la puerta de la calle, charlan, disputan, manotean,
y hasta lanzan alguna pedrada a un gato, que tiene la mala ocurrencia de
dejarse ver por aquellos contornos; y al cual, le aciertan casualmente,
causando esto sumo regocijo al grupo, que no sabe cómo celebrar el tino
del que tan flaco servicio[3] le acaba de hacer al micho.
HabÃamos recorrido algunas calles.
Andábame dÃas pasados por esas calles á buscar materiales para mis
artÃculos.
Dos calles más arriba está la posada del León de
Oro, cuyo amo es mi competidor.
Luego, sin mirarle, emprendà una carrera desesperada, loca,
al través de las calles.
Mientras conversábamos de esta suerte Ãbamos caminando sosegadamente por
las calles.
Cuando los últimos fardos se perdieron en las calles de Torresalinas,
comenzó la rapiña en la barca.
Ya no
habÃa en las calles el movimiento de las primeras horas, pero con todo,
seguimos las más solitarias.
Algunos se creen capaces, con la mayor ingenuidad,
de embuchar en sus estómagos cuanto ostentan la Plaza Mayor y calles
adyacentes.
Además, las compañÃas
deben pagar la cuarta parte del costo del repavimento y de la reparación
de las calles por donde pasan las lÃneas.
Posee hermosas calles y
plazas y tiene algunos edificios de buena arquitectura
y es ciudad muy celebrada por todos los que la visitan.
Buscando manera de pasar las horas de que disponÃamos más dignamente que
vagando por las calles, tropezamos al bajar la cuesta de Santo Domingo
con el Teatro Real.
Los pollos que se crÃan en las casas se hacen mansos y familiares desde
el primer dÃa, entran en todos los aposentos, se pasean por las calles,
salen al campo y vuelven a casa.
Apenas la novedad comenzó á extenderse de boca en boca y de casa en
casa, la multitud se lanzo á las calles con ruidosa algazara, y corrió
á reunirse á las puertas de la prisión.
Éste, que
caminaba á pie delante de su interlocutor, llevando en la mano un
farolillo, parecÃa servirle de guÃa por entre aquel laberinto de calles
obscuras, enmarañadas y revueltas.
Éste, que
caminaba á pie delante de su interlocutor, llevando en la mano un
farolillo, parecÃa servirle de guÃa por entre aquel laberinto de
calles obscuras, enmarañadas y revueltas.
El corazón le latÃa fuertemente; las piernas le temblaban; cuando
quiso cantar en una de las calles más céntricas, no pudo; el dolor y la
vergüenza habÃan formado un nudo en su garganta.
Tan pronto como[142] sonó la primera
nota, empezaron a[143] salir de sus cuevas los dañinos 10
animales, llenando en un momento las calles y las
plazas de la población.
En suma: el Nacimiento _número uno_ de Madrid es el de aquélla casa,
una de las más principales, y ha reunido en sus salones á los niños más
lindos y más juiciosos de veinte calles á la redonda.
Tienen que contribuir a las rentas municipales con el seis por ciento de
las entradas brutas y con un impuesto de cincuenta pesos por cada cuadra
de lÃnea sencilla[7] en las calles pavimentadas.
Una tarde, una hermosa tarde de invierno, de las que sólo se ven en este
Madrid, salà de casa después de almorzar con el objeto de hacer algunas
visitas y también para espaciarme por esas calles de Dios.
Sus amplias y rectas calles, espléndidamente alumbradas
y limpias, sus sólidos edificios, los muchos bancos que
posee, asà como el movimiento de la gente, despiertan 10
siempre admiración.
Largo rato anduvieron dando vueltas á través de las calles de Toledo,
buscando un lugar á propósito para terminar sus diferencias; pero la
obscuridad de la noche era tan profunda, que el duelo parecÃa
imposible.
Cortan la finca en secciones regulares espaciosas calles
de corpulentos frutales; veo el maÃz, veo la yuca, veo cuanto forma[4]
una gran despensa, ante la cual la miseria cesa y la abundancia la
sustituye y la reemplaza.
Después de pasar
muchas horas sollozando y pidiendo fuerzas á Dios para soportar su
desdicha, resolvióse á implorar la caridad; pero todavÃa quiso el
infeliz disfrazar la humillación, y decidió cantar por las calles de
noche solamente.
Era Noche-Buena, y si todo callaba en la triste vivienda recién visitada
de la muerte, fuera, en las calles de la ciudad, y en todas las demás
casas, resonaban placenteras bullangas de groseros instrumentos músicos,
y vocerÃa de chiquillos y adultos cantando la venida del MesÃas.
La noche habÃa cerrado sombrÃa y amenazadora; el cielo estaba cubierto
de nubes de color de plomo; el aire, que zumbaba encarcelado en las
estrechas y retorcidas calles, agitaba la moribunda luz del farolillo de
los retablos, ó hacÃa girar con un chirrido agudo las veletas de hierro
de las torres.
La noche habÃa cerrado sombrÃa y amenazadora; el cielo estaba cubierto
de nubes de color de plomo; el aire, que zumbaba encarcelado en las
estrechas y retorcidas calles, agitaba la moribunda luz del farolillo
de los retablos, ó hacia girar con un chirrido agudo las veletas de
hierro de las torres.
Terminado este brevÃsimo diálogo, los dos jóvenes se internaron por
una de las estrechas calles que desembocan en el Zocodover,
desapareciendo en la obscuridad como esos fantasmas de la noche, que
después de aterrar un instante al que los ve, se deshacen en átomos de
niebla y se confunden en el seno de las sombras.
Ver Alvar desde su ventana, que daba al paseo de los Melancólicos, que
un ladronzuelo arrebataba la capa á un melancólico, y salir
desempedrando las calles de Madrid del Sur, pregonando el robo, no para
tener el gusto de que acudiesen á perseguir al ladrón, sino para tener
el gusto de dar la noticia antes que nadie, todo era uno.
Su contrario le imitó; pero esta vez, no tan
sólo volvió á rodearlos una sombra espesisima é impenetrable, sino que
al mismo tiempo hirió sus oÃdos el eco profundo de una voz misteriosa,
semejante á esos largos gemidos del vendaval que parece que se queja y
articula palabras al correr aprisionado por las torcidas, estrechas y
tenebrosas calles de Toledo.
Las
silenciosas calles de Toledo[3] resonaban noche y dÃa con el marcial
rumor de los atabales y los clarines, y ya en la morisca puerta de
Visagra,[4] ya en la del Cambrón,[5] en la embocadura del antiguo
puente de San MartÃn,[6] no pasaba hora sin que se oyese el ronco
grito de los centinelas, anunciando la llegada de algún caballero que,
precedido de su pendón señorial y seguido de jinetes y peones, venÃa á
reunirse al grueso del ejército castellano.
Asà es que en los solemnes
dÃas de procesiones y oficios religiosos, cuando los frailes salÃan
juntos en comunidad y cruzaban grave y lentamente {114-2} plazas y
calles precedidos de estandartes, cantores y músicas, admirábase{114-3}
la gente devota de verlos tan lucios, gordos y colorados, á pesar de los
ayunos, maceraciones y cilicios que debÃan de sufrir, atribuyendo sus
esféricas panzas, bermejos rostros y anchos cogotes á la influencia y
acción de la divina gracia, tranquilidad de conciencia y justo galardón
de evangélicas virtudes.
Allà se codea la dama encopetada, de mantilla española o de velo de
Chantilly, que estamos acostumbrados a ver balanceándose sobre sus altos
tacones en las calles de Plateros, con la india enredada de Cuautitlán o
de Atzcapotzalco; allà se confunde cubierto de polvo, el joven elegante
de cuello abierto, de pantalón _à la patte d'éléphant_ que luce sus
atractivos femeniles en el Zócalo, con el tosco y barbudo arriero de
Ixmiquilpan o con el indio medio desnudo de las comarcas de Texcoco, de
Ecatepec y de Zumpango, o con el sucio lépero de la Palma o de Santa
Ana.
En esta conformidad se encontraban las
cosas en la población donde tuvo lugar el suceso que voy á referir,
cuando, una noche, ya á hora hastante avanzada, envueltos en sus
obscures capotes de guerra y ensordeciendo las estrechas y solitarias
calles que conducen desde la Puerta del Sol[4] á Zocodover,[5] con el
choque de sus armas y el ruidoso golpear de los cascos de sus corceles
que sacaban chispas de los pedernales, entraron en la ciudad hasta
unos cien dragones de aquellos altos, arrogantes y fornidos, de que
todavÃa nos hablan con admiración nuestras abuelas.
En esta conformidad se encontraban las cosas en la población
donde tuvo lugar el suceso que voy á referir, cuando una noche, ya á
hora bastante avanzada, envueltos en sus obscuros capotes de guerra y
ensordeciendo las estrechas y solitarias calles que conducen desde la
Puerta del Sol{145-4} á Zocodover,{145-5} con el choque de sus armas y
el ruidoso golpear de los cascos de sus corceles que sacaban chispas de
los pedernales, entraron en la ciudad hasta unos cien dragones de
aquellos altos, arrogantes y fornidos, de que todavÃa nos hablan con
admiración nuestras abuelas.
En la confusión de su
delirio, y sobre el revuelto oleaje de su pensamiento, flotaba, como el
único objeto salvado de un cataclismo, la idea fija del deseo que no
habÃa sido satisfecho; de aquella codiciada mula y de aquel suspirado
buey, que aun proseguÃan en estado de esperanza.{68-1}
El papá salió medio loco, corrió por las calles; pero en mitad de una de
ellas se detuvo y dijo: «¿Quién piensa ahora en figuras de nacimiento?»
Y corriendo de aquà para allÃ, subió escaleras, y tocó campanillas, y
abrió puertas sin reposar un instante, hasta que hubo juntado siete ú
ocho médicos, y les llevó á su casa.
Cerca de una hora hacÃa que la conversación giraba alrededor de este
asunto, y ya comenzaba á interpretarse de diversos modos la ausencia
del recién venido, á quien uno de los presentes, antiguo compañero
suyo de colegio, habia citado para el Zocodover, cuando en una de las
boca-calles de la plaza apareció al fin nuestro bizarro capitán
despojado de su ancho capotón de guerra, luciendo un gran casco de
metal con penacho de plumas blancas, una casaca azul turquà con
vueltas rojas y un magnÃfico mandoble con vaina de acero, que resonaba
arrastrándose al compás de sus marciales pasos y del golpe seco y
agudo de sus espuelas de oro.
Cerca de una hora hacÃa
que la conversación giraba alrededor de este asunto, y ya comenzaba á
interpretarse de diversos modos la ausencia del recién venido, á quien
uno de los presentes, antiguo compañero suyo de colegio, habÃa citado
para el Zocodover, cuando en una de las boca-calles de la plaza apareció
al fin nuestro bizarro capitán despojado de su ancho capotón de guerra,
luciendo un gran casco de metal con penacho de plumas blancas, una
casaca azul turquà con vueltas rojas y un magnÃfico mandoble con vaina
de acero, que resonaba arrastrándose al compás de sus marciales pasos y
del golpe seco y agudo de sus espuelas de oro.
Unas tras otras, las literas de los señores fueron
desfilando y perdiéndose en las revueltas[1] de las calles vecinas;
los grupos del atrio se disolvieron, dispersándose los fieles en
distintas direcciones; y ya la demandadera se disponÃa á cerrar las
puertas de la entrada del atrio, cuando se divisaban aún dos mujeres
que, después de persignarse y murmurar una oración ante el retablo del
arco de San Felipe,[2] prosiguieron su camino, internándose en el
callejón de las Duenas.[3]
[Footnote 1: revueltas= 'turns.' The streets of Seville are many of
them crooked like those of Toledo and other Moorish cities in
Spain.]
[Footnote 2: San Felipe.
Luego, poco á poco fué cesando el ruido y la animación; los vidrios de
colores de las altas ojivas del palacio dejaron de brillar; atravesó
por entre los apiñados grupos la última cabalgata; la gente del pueblo
á su vez comenzó á dispersarse en todas direcciones, perdiéndose entre
las sombras del enmarañado laberinto de calles obscuras, estrechas y
torcidas,[1] y ya no turbaba el profundo silencio de la noche más que
el grito lejano de vela de algún guerrero, el rumor de los pasos de
algún curioso que se retiraba el último, ó el ruido que producÃan las
aldabas de algunas puertas al cerrarse, cuando en lo alto de la
escalinata que conducÃa á la plataforma del palacio apareció un
caballero, el cual, después de tender la vista por todos lados como
buscando á alguien que debÃa esperarle, descendió lentamente hasta la
cuesta del alcázar, por la que se dirigie hacia el Zocodover.
=calle=, _f._, street, lane; =por las calles=, in the streets.
51 note 2.]
Durante una ó dos horas, en las calles inmediatas á estos puntos reinó
un bullicio, una animación y un movimiento indescriptibles.
118, note 1.]
Como dejo dicho, asà en la plaza Mayor, como en las calles por donde
el prisionero debÃa atravesar para dirigirse al punto en que sus
jueces se encontraban, la impaciente multitud hervÃa como un apiñado
enjambre de abejas.
[Illustration: _Propiedad de la Unión Panamericana_
EL SEMINARIO DE CUENCA]
El que visita a Cuenca hoy recibe una agradable 15
sorpresa al contemplar la magnÃfica apariencia de los
sólidos edificios y la gran actividad y movimiento
comercial que se advierte en las calles.
12.--SAN MIGUEL ALLENDE
Unos cuantos minutos más, y estoy ya[1] dentro de San Miguel el
Grande,[2] dentro de esa ciudad donde todo es amable, donde todo es
bello, donde son simpáticas hasta las pobres muchachuelas que con sus
zagalejos atraviesan las calles, cargadas con su verdura, con sus aves,
o con sus manojos de flores.
28.--EL DÃA DE MUERTOS[1] EN MI PUEBLO
En los hogares del pobre, en las calles y plazas de mi pueblo, en los
senderos que conducen a la huerta y a la montaña, hay, antes de llegar
el dÃa de Muertos, un movimiento inusitado y extraordinario: DirÃase que
se prepara una gran fiesta en la cual deben tomar parte todos los
corazones.
Pero ¡calle!
pero
¡calle!
pero, ¡calle!
Bajé a la calle.
en
ninguna calle.
calle, _f._, street.
callar, to be silent; ¡calle!
Concluido el discurso, salimos a la calle.
calle=, _with a bound I reached the street_.
Sinforoso y
poniéndole de patitas en la calle....
San Felipe= = _y en parte de la calle
de San Felipe_.
boca-calle, _f._, entrance (end _or_ opening) to a street.
LA CASA
La casa en que vivo está en la calle de Wáshington.
les pregunta en la calle un amigo importuno, señalándoles
el traje.
Don Juan llegó al palacio y se
metió detrás de la puerta de la calle.
Sonaron en la calle tambores y zambombas y alegre chasquido de panderos.
El primero se adivina
por tres angostÃsimas ventanas abiertas á la calle.
of_ =calleja=, _which is, in turn, a
depreciative of_ =calle=), narrow street.
of_ =callar=
=callar= to be silent
=calle= _f._ street
=calló= _3 sing.
Satisfecho ya el capricho, dejé la calle de las Infantas, y me fuà á
casa de un amigo.
MerecÃa que se las llevaran á la calle de Chicarreros[3] y se las
engarzasen en oro....
porque es humilde como las piedras de la
calle, que se dejan pisar de todo el mundo....
Y los dos hermanos quedaron abrazados y sollozando algunos minutos en
medio de la calle.
Éste fué hallado por el sereno de la
calle de la Perseguida en el portal de la señora Da.
Porque
en el invierno le cierran las puertas de las casas, y tiene que estarse
en la calle.
Oir Alvar este grito, exhalar otro de sorpresa y alegrÃa, y lanzarse á
la calle, todo fué uno.
El
espanto, la violencia y la herida que le causó fueron tales que quedó
desmayada en la calle.
Pocos minutos después estaba en la calle, con su lÃo al brazo, en
compañÃa de Bolina y Tremontorio.
à no ser por ese noble distintivo, cualquiera le creerÃa un lonjista
de la calle de Culebras.[1] ...
Al llegar la noche, apretado por la necesidad, desfallecido,
bajó á la calle á implorar una limosna.
Nieves, una señora viuda que vive sola en la calle de la
Perseguida, á quien debe mi yerno su empleo.
De pronto leà en
letras gordas: _El crimen de la calle de la Perseguida_, y quedé helado
por el terror.
Quién diria que esos dos que
parecen tan amigos, si dentro de media hora se encuentran en una calle
obscura ...
Pues si todos los
confesonarios fueran por el mismo estilo, acudirÃan más penitentes que
piedras hay en la calle....
The text of _El crimen de la calle de la
Perseguida_ and of _Los puritanos_ is taken from the _Obras Completas de
D.
of_ =pata=): =poner de patitas en la calle=, to
push some one out (into the street) with one's foot, put out forcibly.
Vine á parar á esta misma casa, esto es, á la misma
posada; la casa estaba entonces situada en la calle del Barquillo.
Notice the use of _haya_ instead of tenga,
although possession is indicated.]
[Footnote 3: la calle de Chicarreros.
Será cosa, á más tardar, del
viernes ó el sábado, me dije después de comer, encendiendo un cigarro y
echándome á la calle.
Al oirme,
suelta sus manos, rÃe, se aprieta los ijares, alborota la calle, y
pónenos á entrambos en escena.--¡Bien, mi amigo!
Éste es Juan de quien tanto os he hablado, á quien acabo de
encontrar en la calle á punto de morirse helado entre la nieve....
De un salto me planté en la calle{5-3} y corrà hasta la esquina; pero
allà me hice cargo de que venÃa sin sombrero, y me volvÃ.
Mas he
aquà que en la calle de Altavilla, cuando ya me iba serenando,{6-2} se
acerca de improviso un guardia del Ayuntamiento.
Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado
de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos á mi
alrededor.
Las habitaciones,
espaciosas, bien iluminadas, de altos techos, se suceden una tras
otra[94] en lÃnea perpendicular a la calle.
Me empeñé hoy
en ir á la tertulia de unas primas, que viven en la calle de Fuencarral,
y papá mandó á Manuel que me acompañase.
Durante el juego, uno de los perros tiró un zapato al aire con tal
fuerza que cayó a la calle en el momento en que pasaba una mujer.
Durante algunos meses vivió el ciego sin salir á la calle
más que para cumplir su obligación; de casa á la iglesia, y de la
iglesia á casa.
Ya no seguÃ, pues, la calle de las Infantas como acostumbraba después de
almorzar, ni aun para ir á la de Valverde, donde vivÃan unos amigos.
puede suponer, esto, lejos de hacerme desistir, me
animó á quedarme petrificado en la esquina de la primer boca-calle, en
contemplación extática.
En fin, no quedó nada que hacer.{7-1}
Cuando al fin la tertulia se deshizo y en la calle me separé de mis
compañeros, estaba un poco más sosegado.
En cuanto
cerrábamos la puerta del portal, cerraba ella la del piso y nos dejaba
casi en tinieblas; porque la luz que entraba de la calle era escasÃsima.
Salgo á la calle un poco disgustado, como cualquier otro orador en el
mismo caso, y sigo mi camino, no sin volver repetidas veces la cabeza
hacia el balcón.
Pude observar á la tenue claridad que entraba
de la calle, que ponÃan siempre por delante uno como más fuerte ó
resuelto, detrás del cual los otros se guarecÃan.
Pues yo no me voy sin verla, me dije, y pian pianito, comencé á pasear
la calle sin perder de vista la casa, con la misma frescura que un
cadete de Estado Mayor.
Al propio tiempo _Heredia_ fijó en él sus ojos; y dando un grito y un
salto como si le hubiese picado una vÃbora, arrancó á correr hacia la
calle de San Jerónimo.
El tiempo fué pasando 25
y para colmo de todas sus desdichas[169] la calle se iba
llenando de gente que acudÃa a ver[170] los famosos
americanos.
Oro y viandas recataba con la falda de su vestido, cuando al volver una
calle de rosales tropezó con su padre, que también habÃa salido á
distraer allà sus melancolÃas.
bien se lo dije yo: «¡Mira que ésa es
_callealtera_, y no puede ser buena!»
--Los de la calle Alta tienen la cara muy limpia, y se la pueden enseñar
á todo el mundo...
La hierba crecÃa entre las piedras de la mÃsera calle como prueba de su
silencio y abandono, y en muchos sitios se veÃan cenizas arrojadas al
viento y groseros platos de barro rotos.
Santiago se golpeaba la cabeza: su esposa lloraba:
los chicos atónitos le decÃan estrechándole la mano: ¿No volverás á
tener hambre ni á salir á la calle sin paraguas, verdad, tiito?...
No
necesitaré decirle que, por más que me sintiese avergonzado de aquella
aventura, seguà dando vueltas á la misma hora por la calle, y que el
tiroteo era cada vez más intenso y animado.
Por fin uno de entre ellos empezó a dibujar una vaca
y el mozo que estaba escudriñando lo que hacÃa,
echóse a la calle disparado como una bala, dejándolos
a todos pensativos y atónitos.
Pensando en lo que habÃa
de decir á mis colegas cuando me viese entre ellos, y en el modo mejor
de explicarles la causa del fracaso, crucé la plaza del Rey y entré en
la calle de las Infantas.
HabÃan llegado á la calle del Cristo,[1] y la luz que se divisaba en
uno de sus extremes parecÃa ser la del farolillo que alumbraba en
aquella época, y alumbra aún, á la imagen que le da su nombre.
Al fin, otro desgraciado le facilitó una guitarra vieja y
rota, y después de arreglarla del mejor modo que pudo, y después de
derramar abundantes lágrimas, salió cierta noche de diciembre á la
calle.
Casi al mismo tiempo que ellos en la calle,
aparecieron en sus respectivos balcones la mujer de Bolina, rodeada de
sus nietos, y la del pobre Tuerto, sola, desgreñada y dando alaridos de
desconsuelo.
Me ceñà á la pared por el lado de la sombra, y haciendo el
menor{6-1} ruido con los pasos, doblé pronto la esquina de la calle de
la Perseguida, entré en la de San JoaquÃn y caminé la vuelta de mi casa.
Para llevar á cabo este
propósito, lo primero que se me ocurrió fué no acordarme más de Teresa,
ni pasar siquiera por su calle, aunque fuese camino obligado: después,
abreviar cuanto pudiese los asuntos.
Le pregunté por señas si
salÃa de paseo, y me contestó que sÃ: y en efecto, un dÃa aguardé en la
calle hasta las cuatro y la vi salir en compañÃa de una señora, que
debÃa de ser su mamá, y de dos hermanitos.
Habló después
de las primas de la calle de Fuencarral; una era muy bonita, la otra
graciosa solamente: las dos tenÃan novio, pero no valÃan{23-5} cuatro
cuartos: chiquillos que todavÃa estudiaban en el Instituto.
La aludida casa está separada de la en que escribo por la calle, que no
es muy ancha; y mis vecinos, lo mismo en invierno que en verano, saldan
todas sus cuentas y ventilan los asuntos más graves, de balcón á balcón.
Pero cuando más embebido andaba en mis pensamientos y planes
polÃticos, y cuando ya estaba próximo á doblar la esquina de la calle,
he aquà que siento un brazo que se apoya en el mÃo y una voz que me
dice:
--¿Va V.
Pero apenas
se habÃan tocado los aceros y antes que ninguno de los combatientes
hubiese podido dar un solo paso ó intentar un golpe, la luz se
apagó[1] de repente y la calle quedó sumida en la obscuridad más
profunda.
Antes de pasar más adelante, debe saber el lector que, desde tiempo
inmemorial, existe entre los mareantes de la calle Alta y los de la del
Mar, barrios diametralmente opuestos de Santander, una antipatÃa
inextinguible.
Era un sublime apasionado, un nervioso, uno
de esos divinos semilocos necesarios para el progreso humano,
lamentables cristos del arte, que por amor al eterno ideal tienen su
calle de la amargura, sus espinas y su cruz.
Al oir este coro desgarrador, los tres marineros apretaron el paso, los
vecinos de la calle salieron á sus balcones, y yo me decidà á seguir á
mis conocidos hasta el desenlace de la escena, cuyo principio habÃa
presenciado.
En el momento en que estaban lidiando el toro de
muerte, un vecino, de muchos años y de mucho entendimiento, vió á la
madre del torero arrodillada á los pies de un Santo Cristo muy milagroso
que se veneraba en una calle del pueblo.
Cristina y su madre nos esperaban, en efecto, y juntos nos dirigimos á
casa de la tÃa de Fernando, que estaba situada en la plaza del pueblo,
haciendo esquina á una calle estrecha y sombrÃa, en la que, sin saber
por qué, entré con una profunda tristeza.
Era frecuente encontrarla en la calle llevando y trayendo floreros y
candelabros para adornar los altares, y en vÃsperas de las grandes
fiestas no volvÃa á salir de la iglesia ni para comer, afanada como una
hormiga en los preparativos de la solemnidad.
No
es raro que la propiedad se extienda desde una calle hasta la que limita
la manzana por el lado opuesto, y en este caso la parte posterior está
ocupada por el huerto o fondo, como familiarmente se le llama, y donde
suele haber añosos árboles frutales.
Entonces, por
consideración á su debilidad, le tuvieron algunos dÃas más de cortesÃa,
muy pocos, y después le pusieron en la calle, gloriándose mucho de
dejarle libre el baúl y la ropa, ya que con ella podÃan cobrarse de los
pocos reales que les quedaba á deber.
Por la tarde el criado
habÃa dejado inadvertidamente abierta la ventana del gabinete; ésta,
como es sabido, daba á una calle estrecha, y en la casa de enfrente, en
una pobre habitación, se hallaba el cadáver de aquella joven
desconocida, velado por la madre de Teresa.
Al llegar al extremo de la calle sentà la
necesidad imperiosa de verla otra vez, y di la vuelta, no sin percibir
cierta vergüenza en el fondo del corazón, pues ni mi edad, ni mi estado,
me autorizaban semejantes informalidades; mucho menos tratándose de tal
criaturita.
Espronceda describes effectively a
similar miraculous extinguishing and relighting of a lamp before a
shrine, in Part IV of his _Estudiante de Salamanca_:
La moribunda lámpara que ardÃa
Trémula lanza su postrer fulgor,
Y en honda obscuridad, noche sombrÃa
La misteriosa calle encapotó.
Y el muchacho, que sabe por experiencia que su padre no amenaza en vano,
á pesar de las señas que le hace su madre para que calle, cierra los
ojos y dice rápidamente, como si le quemaran la boca las palabras:
--Mi madre trajo esta mañana un cuartillo de aguardiente, y tiene la
botella escondÃa en el jergón de la cama.
El gabinete tenÃa una
sola ventana con vistas á la calle estrecha y sombrÃa, á la que hacÃa
esquina la casa de Fernando; enfrente de la ventana habÃa un armario de
espejo; á un lado de éste estaba la puerta de la alcoba, al otro una
mesita de escribir; algunas sillas iguales á las del dormitorio
completaban el mueblaje del gabinete que diez años antes perteneció á la
tÃa de Fernando.
Allà se ha generalizado, desde hace
algunos años, la casa de estilo marcadamente parisiense, y de aquÃ
que[99] se la designe con el nombre francés de «petit hôtel.» A la
puerta exterior principal que da a[100] la calle, sigue el zaguán, que
conduce al _hall_,[101] palabra[102] muy corriente en el RÃo de la Plata
desde que los nuevos tipos de edificación han comenzado a reemplazar a
los antiguos.
San Pedro lo es de la calle Alta, ó _Cabildo de Arriba_, y la
calle del Mar, ó _Cabildo de Abajo_, está encomendado al amparo de los
santos mártires Emeterio y Celedonio,{168-2} á cuyas gloriosas cabezas,
de las que se cuenta que llegaron milagrosamente á este puerto en un
barco de piedra, ha dedicado, construyéndola á sus expensas, una bonita
capilla en el barrio de Miranda, dominando una gran extensión de mar.
Detrás
de la cerca de limón, veo una ancha calle con doble fila de matas de
cocos, naranjas y _caimitos_; por más allá[3] se divisan los cuadros de
cafetos, cargados de blancas flores que imitan el azahar, cortados a la
misma altura y que devuelven hacia la tierra sus copiosas y redondas
ramas; sobresalen entre los cafetos las matas de plátanos, que con sus
hermosos racimos ofrecen abundoso alimento, regalo de una tierra
providencial.
Por lo general se ven verjas en los jardines, en las ventanas
pequeñas o las que ofrecen un acceso peligroso desde la calle, las
cuales[56] por eso se mantienen abiertas sólo _de_ dÃa.[57] El herrero
hace, como se lo dije[58] ya, los balcones de hierro, el armazón de las
claraboyas, las escaleras, sobre todo las que se llaman de caracol, que
son generalmente de hierro y se conocen con ese nombre[59] por estar[60]
construidas sobre un eje.
Entonces me tocó llevar la voz cantante, y le dije al oÃdo mil
requiebros y ternezas, explicándola por menudo el amor que me habÃa
inspirado y lo que habÃa sufrido en los dÃas en que no pasé por su
calle: recordéle todos los pormenores, hasta los más insignificantes, de
nuestro conocimiento visual y epistolar, y le di cuenta de los vestidos
que le habÃa visto{27-1} y de los adornos, á fin de que comprendiese la
profunda impresión que me habÃa causado.
III
Quince dÃas después de la escena que acabamos de referir, y á eso de las
nueve de la mañana, muchÃsima gente ociosa presenciaba, en la calle de
San Juan de Dios y parte de la de San Felipe{41-1} de aquella misma
capital, la reunión de dos compañÃas de migueletes que debÃan salir á
las nueve y media en busca de _Parrón_, cuyo paradero, asà como sus
señas personales y las de todos sus compañeros de fechorÃas, habÃa al
fin averiguado el Conde del Montijo.
Si de vuelta de correr la sardina salÃa alcanzada la mujer del Tuerto en
la cuenta que éste le tomaba rigorosamente, en el balcón se oÃa la
primera guantada de las que administraba el desdichado marido á su
costilla; desde el balcón llamaba á su padre, á su madre y á
Tremontorio; desde el balcón les contaba lo sucedido, y renegaba
furibundo de su mujer; desde el balcón imploraba el auxilio de Dios...,
y de balcón á balcón se enredaba un diálogo animadÃsimo que entretenÃa,
por espacio de media hora, á las gentes de la calle.
El pobre niño creció en la sombra, y jamás vió el sol más que desde la
ventana de la sola pieza que habÃa en la casa de sus padres; todo el dÃa
estaba solo; su madre lavaba la ropa en casa de un rico arrendador; su
padre labraba los campos; su hermana llevaba á pacer las vacas de un
vecino; cuando con gran trabajo conseguÃa el pobre niño dejar su camita
de paja, se apoyaba en dos pequeñas muletas que su padre le habÃa hecho
de las ramas de un sauce, y salÃa á la puerta de la calle: pero allà no
llegaba el sol nunca; la calle era tan estrecha y tan obscura....
¡calle!
=calle=, _f._, street.
[Footnote 1: calle de Culebras.
¿Era ancha y luminosa la calle?
¿Salió muy contento a la calle?
¿Qué decÃa para sà en la
calle?
[Footnote 1: la calle del Cristo.
¿PodÃa salir de la puerta de la
calle?
¿Qué dijo para sà cuando estaba en la calle?
=calle,= _f._, street; =-- de las Infantas,= _prop.
--¿Y los de la calle que las vean pasar a su casa, Da.
=calle=, _f._, street, lane; =por las calles=, in the streets.
--No conozco al virrey en la calle, después de las diez de la noche.
--¿Entonces, por qué ha dejado de venir á verme y de pasar por la calle
de dÃa?
¿Hubiera usted esperado una hora entera antes de ponerle
de patitas en la calle?
=boca,= mouth; =-- arriba,= (lying) on one's back; =-- calle,= _f._,
opening _or_ end of a street.
--_Miguel Cané_ (ARGENTINO)
Chapter Footnotes:
[1] =calle Florida.= The most fashionable street in Buenos Aires.
--Lo que eres tú, me lo sé yo muy bien; y no me acomoda que el mejor dÃa
amanezcan los ángeles de Dios aterecÃos á la puerta de la calle.
--Yo digo la verdá aunque sea delante del mi marido,--replica la de la
buhardilla, mirando de reojo á una esquina de la calle y bajando la voz
asà que ve al Tuerto.
--Yo--replica con mucha calma la vieja;--yo que los he recogido muchas
veces en mi casa, porque tú los dejas desnudos y abandonaos en la calle
cuando te vas á hacer de las tuyas de taberna en taberna...
=salir=, to come out (_or_ forth), go out, get out, start, rise (_of the
sun, etc._); =salir á la calle=, to go out on the street; =salir al
paso=, to come out to meet; =salir de=, to come (_or_ go) out of, leave.
26.--EL LUTO
Ya han pasado dos meses y las niñas están cansadas del encierro, y abren
algún tanto y por un momento, un postigo, para ver _algo_ de la calle y
oÃr el órgano que toca en la esquina o en otra parte.
23.--BOGOTÃ
Pero, me diréis, ¿los bogotanos no pasean, no tienen un punto de
reunión, un club, una calle predilecta, algo como los bulevares, nuestra
calle Florida,[1] el Ringstrasse de Viena, el Unter den Linden de
BerlÃn, El Corso de Roma, el Broadway de New York, o el Park Lane de
Londres?
17.--EN UN VELORIO
A eso de[1] la una de la madrugada, el velorio está en su punto.[2] Tres
o cuatro jóvenes, en la puerta de la calle, charlan, disputan, manotean,
y hasta lanzan alguna pedrada a un gato, que tiene la mala ocurrencia de
dejarse ver por aquellos contornos; y al cual, le aciertan casualmente,
causando esto sumo regocijo al grupo, que no sabe cómo celebrar el tino
del que tan flaco servicio[3] le acaba de hacer al micho.
He gastao en velas pa los Santos
Mártiles, á ver si la quitan el vicio, un sentÃo..., y como si
callara...
=callar,= to be silent, pass over in silence, conceal; =y como si
callara,= and all in vain.
He gastao en velas pa los Santos
Mártiles, á ver si la quitan el vicio, un sentÃo..., y como si
callara...
=callar,= to be silent, pass over in silence, conceal; =y como si
callara,= and all in vain.
calla...
Tú, que de nada sirves, calla el pico.
El chiquitÃn tiembla de miedo, mira alternativamente á su padre y á su
madre, y calla.
Largo rato Neira respira fatigosamente y el chico, inclinado sobre él,
calla lleno de estupor y de miedo.
Cuando me rindo del dolor al peso,
Cuando la negra duda me avasalla,
Se me cuelga del cuello, me da un beso,
Se le saltan las lágrimas, y calla.
of_ =caer=
=caliente= hot
=calor= _m._ heat, warmth;
=hace (hacÃa) calor= it is (was) hot;
=hace (hacÃa) mucho calor= it is (was) very hot
=caluroso= warm
=calla= _impv.
Poco á
poco fué extinguiéndose en ella aquel acompasado son, que es el último
vibrar de la vida, y al fin todo calló, como calla la máquina del reloj
que se para; y la linda Celinina fué un gracioso bulto, inerte y frÃo
como mármol, blanco y transparente como la purificada cera que arde en
los altares.
=¡calla!= hold on!
Pero ¡calle!
pero
¡calle!
pero, ¡calle!
Bajé a la calle.
en
ninguna calle.
calle, _f._, street.
callar, to be silent; ¡calle!
Concluido el discurso, salimos a la calle.
calle=, _with a bound I reached the street_.
Sinforoso y
poniéndole de patitas en la calle....
San Felipe= = _y en parte de la calle
de San Felipe_.
boca-calle, _f._, entrance (end _or_ opening) to a street.
LA CASA
La casa en que vivo está en la calle de Wáshington.
les pregunta en la calle un amigo importuno, señalándoles
el traje.
Don Juan llegó al palacio y se
metió detrás de la puerta de la calle.
Sonaron en la calle tambores y zambombas y alegre chasquido de panderos.
El primero se adivina
por tres angostÃsimas ventanas abiertas á la calle.
of_ =calleja=, _which is, in turn, a
depreciative of_ =calle=), narrow street.
of_ =callar=
=callar= to be silent
=calle= _f._ street
=calló= _3 sing.
Satisfecho ya el capricho, dejé la calle de las Infantas, y me fuà á
casa de un amigo.
MerecÃa que se las llevaran á la calle de Chicarreros[3] y se las
engarzasen en oro....
porque es humilde como las piedras de la
calle, que se dejan pisar de todo el mundo....
Y los dos hermanos quedaron abrazados y sollozando algunos minutos en
medio de la calle.
Éste fué hallado por el sereno de la
calle de la Perseguida en el portal de la señora Da.
Porque
en el invierno le cierran las puertas de las casas, y tiene que estarse
en la calle.
Oir Alvar este grito, exhalar otro de sorpresa y alegrÃa, y lanzarse á
la calle, todo fué uno.
El
espanto, la violencia y la herida que le causó fueron tales que quedó
desmayada en la calle.
Pocos minutos después estaba en la calle, con su lÃo al brazo, en
compañÃa de Bolina y Tremontorio.
à no ser por ese noble distintivo, cualquiera le creerÃa un lonjista
de la calle de Culebras.[1] ...
Al llegar la noche, apretado por la necesidad, desfallecido,
bajó á la calle á implorar una limosna.
Nieves, una señora viuda que vive sola en la calle de la
Perseguida, á quien debe mi yerno su empleo.
De pronto leà en
letras gordas: _El crimen de la calle de la Perseguida_, y quedé helado
por el terror.
Quién diria que esos dos que
parecen tan amigos, si dentro de media hora se encuentran en una calle
obscura ...
Pues si todos los
confesonarios fueran por el mismo estilo, acudirÃan más penitentes que
piedras hay en la calle....
The text of _El crimen de la calle de la
Perseguida_ and of _Los puritanos_ is taken from the _Obras Completas de
D.
of_ =pata=): =poner de patitas en la calle=, to
push some one out (into the street) with one's foot, put out forcibly.
Vine á parar á esta misma casa, esto es, á la misma
posada; la casa estaba entonces situada en la calle del Barquillo.
Notice the use of _haya_ instead of tenga,
although possession is indicated.]
[Footnote 3: la calle de Chicarreros.
Será cosa, á más tardar, del
viernes ó el sábado, me dije después de comer, encendiendo un cigarro y
echándome á la calle.
Al oirme,
suelta sus manos, rÃe, se aprieta los ijares, alborota la calle, y
pónenos á entrambos en escena.--¡Bien, mi amigo!
Éste es Juan de quien tanto os he hablado, á quien acabo de
encontrar en la calle á punto de morirse helado entre la nieve....
De un salto me planté en la calle{5-3} y corrà hasta la esquina; pero
allà me hice cargo de que venÃa sin sombrero, y me volvÃ.
Mas he
aquà que en la calle de Altavilla, cuando ya me iba serenando,{6-2} se
acerca de improviso un guardia del Ayuntamiento.
Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado
de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos á mi
alrededor.
Las habitaciones,
espaciosas, bien iluminadas, de altos techos, se suceden una tras
otra[94] en lÃnea perpendicular a la calle.
Me empeñé hoy
en ir á la tertulia de unas primas, que viven en la calle de Fuencarral,
y papá mandó á Manuel que me acompañase.
Durante el juego, uno de los perros tiró un zapato al aire con tal
fuerza que cayó a la calle en el momento en que pasaba una mujer.
Durante algunos meses vivió el ciego sin salir á la calle
más que para cumplir su obligación; de casa á la iglesia, y de la
iglesia á casa.
Ya no seguÃ, pues, la calle de las Infantas como acostumbraba después de
almorzar, ni aun para ir á la de Valverde, donde vivÃan unos amigos.
puede suponer, esto, lejos de hacerme desistir, me
animó á quedarme petrificado en la esquina de la primer boca-calle, en
contemplación extática.
En fin, no quedó nada que hacer.{7-1}
Cuando al fin la tertulia se deshizo y en la calle me separé de mis
compañeros, estaba un poco más sosegado.
En cuanto
cerrábamos la puerta del portal, cerraba ella la del piso y nos dejaba
casi en tinieblas; porque la luz que entraba de la calle era escasÃsima.
Salgo á la calle un poco disgustado, como cualquier otro orador en el
mismo caso, y sigo mi camino, no sin volver repetidas veces la cabeza
hacia el balcón.
Pude observar á la tenue claridad que entraba
de la calle, que ponÃan siempre por delante uno como más fuerte ó
resuelto, detrás del cual los otros se guarecÃan.
Pues yo no me voy sin verla, me dije, y pian pianito, comencé á pasear
la calle sin perder de vista la casa, con la misma frescura que un
cadete de Estado Mayor.
Al propio tiempo _Heredia_ fijó en él sus ojos; y dando un grito y un
salto como si le hubiese picado una vÃbora, arrancó á correr hacia la
calle de San Jerónimo.
El tiempo fué pasando 25
y para colmo de todas sus desdichas[169] la calle se iba
llenando de gente que acudÃa a ver[170] los famosos
americanos.
Oro y viandas recataba con la falda de su vestido, cuando al volver una
calle de rosales tropezó con su padre, que también habÃa salido á
distraer allà sus melancolÃas.
bien se lo dije yo: «¡Mira que ésa es
_callealtera_, y no puede ser buena!»
--Los de la calle Alta tienen la cara muy limpia, y se la pueden enseñar
á todo el mundo...
La hierba crecÃa entre las piedras de la mÃsera calle como prueba de su
silencio y abandono, y en muchos sitios se veÃan cenizas arrojadas al
viento y groseros platos de barro rotos.
Santiago se golpeaba la cabeza: su esposa lloraba:
los chicos atónitos le decÃan estrechándole la mano: ¿No volverás á
tener hambre ni á salir á la calle sin paraguas, verdad, tiito?...
No
necesitaré decirle que, por más que me sintiese avergonzado de aquella
aventura, seguà dando vueltas á la misma hora por la calle, y que el
tiroteo era cada vez más intenso y animado.
Por fin uno de entre ellos empezó a dibujar una vaca
y el mozo que estaba escudriñando lo que hacÃa,
echóse a la calle disparado como una bala, dejándolos
a todos pensativos y atónitos.
Pensando en lo que habÃa
de decir á mis colegas cuando me viese entre ellos, y en el modo mejor
de explicarles la causa del fracaso, crucé la plaza del Rey y entré en
la calle de las Infantas.
HabÃan llegado á la calle del Cristo,[1] y la luz que se divisaba en
uno de sus extremes parecÃa ser la del farolillo que alumbraba en
aquella época, y alumbra aún, á la imagen que le da su nombre.
Al fin, otro desgraciado le facilitó una guitarra vieja y
rota, y después de arreglarla del mejor modo que pudo, y después de
derramar abundantes lágrimas, salió cierta noche de diciembre á la
calle.
Casi al mismo tiempo que ellos en la calle,
aparecieron en sus respectivos balcones la mujer de Bolina, rodeada de
sus nietos, y la del pobre Tuerto, sola, desgreñada y dando alaridos de
desconsuelo.
Me ceñà á la pared por el lado de la sombra, y haciendo el
menor{6-1} ruido con los pasos, doblé pronto la esquina de la calle de
la Perseguida, entré en la de San JoaquÃn y caminé la vuelta de mi casa.
Para llevar á cabo este
propósito, lo primero que se me ocurrió fué no acordarme más de Teresa,
ni pasar siquiera por su calle, aunque fuese camino obligado: después,
abreviar cuanto pudiese los asuntos.
Le pregunté por señas si
salÃa de paseo, y me contestó que sÃ: y en efecto, un dÃa aguardé en la
calle hasta las cuatro y la vi salir en compañÃa de una señora, que
debÃa de ser su mamá, y de dos hermanitos.
Habló después
de las primas de la calle de Fuencarral; una era muy bonita, la otra
graciosa solamente: las dos tenÃan novio, pero no valÃan{23-5} cuatro
cuartos: chiquillos que todavÃa estudiaban en el Instituto.
La aludida casa está separada de la en que escribo por la calle, que no
es muy ancha; y mis vecinos, lo mismo en invierno que en verano, saldan
todas sus cuentas y ventilan los asuntos más graves, de balcón á balcón.
Pero cuando más embebido andaba en mis pensamientos y planes
polÃticos, y cuando ya estaba próximo á doblar la esquina de la calle,
he aquà que siento un brazo que se apoya en el mÃo y una voz que me
dice:
--¿Va V.
Pero apenas
se habÃan tocado los aceros y antes que ninguno de los combatientes
hubiese podido dar un solo paso ó intentar un golpe, la luz se
apagó[1] de repente y la calle quedó sumida en la obscuridad más
profunda.
Antes de pasar más adelante, debe saber el lector que, desde tiempo
inmemorial, existe entre los mareantes de la calle Alta y los de la del
Mar, barrios diametralmente opuestos de Santander, una antipatÃa
inextinguible.
Era un sublime apasionado, un nervioso, uno
de esos divinos semilocos necesarios para el progreso humano,
lamentables cristos del arte, que por amor al eterno ideal tienen su
calle de la amargura, sus espinas y su cruz.
Al oir este coro desgarrador, los tres marineros apretaron el paso, los
vecinos de la calle salieron á sus balcones, y yo me decidà á seguir á
mis conocidos hasta el desenlace de la escena, cuyo principio habÃa
presenciado.
En el momento en que estaban lidiando el toro de
muerte, un vecino, de muchos años y de mucho entendimiento, vió á la
madre del torero arrodillada á los pies de un Santo Cristo muy milagroso
que se veneraba en una calle del pueblo.
Cristina y su madre nos esperaban, en efecto, y juntos nos dirigimos á
casa de la tÃa de Fernando, que estaba situada en la plaza del pueblo,
haciendo esquina á una calle estrecha y sombrÃa, en la que, sin saber
por qué, entré con una profunda tristeza.
Era frecuente encontrarla en la calle llevando y trayendo floreros y
candelabros para adornar los altares, y en vÃsperas de las grandes
fiestas no volvÃa á salir de la iglesia ni para comer, afanada como una
hormiga en los preparativos de la solemnidad.
No
es raro que la propiedad se extienda desde una calle hasta la que limita
la manzana por el lado opuesto, y en este caso la parte posterior está
ocupada por el huerto o fondo, como familiarmente se le llama, y donde
suele haber añosos árboles frutales.
Entonces, por
consideración á su debilidad, le tuvieron algunos dÃas más de cortesÃa,
muy pocos, y después le pusieron en la calle, gloriándose mucho de
dejarle libre el baúl y la ropa, ya que con ella podÃan cobrarse de los
pocos reales que les quedaba á deber.
Por la tarde el criado
habÃa dejado inadvertidamente abierta la ventana del gabinete; ésta,
como es sabido, daba á una calle estrecha, y en la casa de enfrente, en
una pobre habitación, se hallaba el cadáver de aquella joven
desconocida, velado por la madre de Teresa.
Al llegar al extremo de la calle sentà la
necesidad imperiosa de verla otra vez, y di la vuelta, no sin percibir
cierta vergüenza en el fondo del corazón, pues ni mi edad, ni mi estado,
me autorizaban semejantes informalidades; mucho menos tratándose de tal
criaturita.
Espronceda describes effectively a
similar miraculous extinguishing and relighting of a lamp before a
shrine, in Part IV of his _Estudiante de Salamanca_:
La moribunda lámpara que ardÃa
Trémula lanza su postrer fulgor,
Y en honda obscuridad, noche sombrÃa
La misteriosa calle encapotó.
Y el muchacho, que sabe por experiencia que su padre no amenaza en vano,
á pesar de las señas que le hace su madre para que calle, cierra los
ojos y dice rápidamente, como si le quemaran la boca las palabras:
--Mi madre trajo esta mañana un cuartillo de aguardiente, y tiene la
botella escondÃa en el jergón de la cama.
El gabinete tenÃa una
sola ventana con vistas á la calle estrecha y sombrÃa, á la que hacÃa
esquina la casa de Fernando; enfrente de la ventana habÃa un armario de
espejo; á un lado de éste estaba la puerta de la alcoba, al otro una
mesita de escribir; algunas sillas iguales á las del dormitorio
completaban el mueblaje del gabinete que diez años antes perteneció á la
tÃa de Fernando.
Allà se ha generalizado, desde hace
algunos años, la casa de estilo marcadamente parisiense, y de aquÃ
que[99] se la designe con el nombre francés de «petit hôtel.» A la
puerta exterior principal que da a[100] la calle, sigue el zaguán, que
conduce al _hall_,[101] palabra[102] muy corriente en el RÃo de la Plata
desde que los nuevos tipos de edificación han comenzado a reemplazar a
los antiguos.
San Pedro lo es de la calle Alta, ó _Cabildo de Arriba_, y la
calle del Mar, ó _Cabildo de Abajo_, está encomendado al amparo de los
santos mártires Emeterio y Celedonio,{168-2} á cuyas gloriosas cabezas,
de las que se cuenta que llegaron milagrosamente á este puerto en un
barco de piedra, ha dedicado, construyéndola á sus expensas, una bonita
capilla en el barrio de Miranda, dominando una gran extensión de mar.
Detrás
de la cerca de limón, veo una ancha calle con doble fila de matas de
cocos, naranjas y _caimitos_; por más allá[3] se divisan los cuadros de
cafetos, cargados de blancas flores que imitan el azahar, cortados a la
misma altura y que devuelven hacia la tierra sus copiosas y redondas
ramas; sobresalen entre los cafetos las matas de plátanos, que con sus
hermosos racimos ofrecen abundoso alimento, regalo de una tierra
providencial.
Por lo general se ven verjas en los jardines, en las ventanas
pequeñas o las que ofrecen un acceso peligroso desde la calle, las
cuales[56] por eso se mantienen abiertas sólo _de_ dÃa.[57] El herrero
hace, como se lo dije[58] ya, los balcones de hierro, el armazón de las
claraboyas, las escaleras, sobre todo las que se llaman de caracol, que
son generalmente de hierro y se conocen con ese nombre[59] por estar[60]
construidas sobre un eje.
Entonces me tocó llevar la voz cantante, y le dije al oÃdo mil
requiebros y ternezas, explicándola por menudo el amor que me habÃa
inspirado y lo que habÃa sufrido en los dÃas en que no pasé por su
calle: recordéle todos los pormenores, hasta los más insignificantes, de
nuestro conocimiento visual y epistolar, y le di cuenta de los vestidos
que le habÃa visto{27-1} y de los adornos, á fin de que comprendiese la
profunda impresión que me habÃa causado.
III
Quince dÃas después de la escena que acabamos de referir, y á eso de las
nueve de la mañana, muchÃsima gente ociosa presenciaba, en la calle de
San Juan de Dios y parte de la de San Felipe{41-1} de aquella misma
capital, la reunión de dos compañÃas de migueletes que debÃan salir á
las nueve y media en busca de _Parrón_, cuyo paradero, asà como sus
señas personales y las de todos sus compañeros de fechorÃas, habÃa al
fin averiguado el Conde del Montijo.
Si de vuelta de correr la sardina salÃa alcanzada la mujer del Tuerto en
la cuenta que éste le tomaba rigorosamente, en el balcón se oÃa la
primera guantada de las que administraba el desdichado marido á su
costilla; desde el balcón llamaba á su padre, á su madre y á
Tremontorio; desde el balcón les contaba lo sucedido, y renegaba
furibundo de su mujer; desde el balcón imploraba el auxilio de Dios...,
y de balcón á balcón se enredaba un diálogo animadÃsimo que entretenÃa,
por espacio de media hora, á las gentes de la calle.
El pobre niño creció en la sombra, y jamás vió el sol más que desde la
ventana de la sola pieza que habÃa en la casa de sus padres; todo el dÃa
estaba solo; su madre lavaba la ropa en casa de un rico arrendador; su
padre labraba los campos; su hermana llevaba á pacer las vacas de un
vecino; cuando con gran trabajo conseguÃa el pobre niño dejar su camita
de paja, se apoyaba en dos pequeñas muletas que su padre le habÃa hecho
de las ramas de un sauce, y salÃa á la puerta de la calle: pero allà no
llegaba el sol nunca; la calle era tan estrecha y tan obscura....
¡calle!
=calle=, _f._, street.
[Footnote 1: calle de Culebras.
¿Era ancha y luminosa la calle?
¿Salió muy contento a la calle?
¿Qué decÃa para sà en la
calle?
[Footnote 1: la calle del Cristo.
¿PodÃa salir de la puerta de la
calle?
¿Qué dijo para sà cuando estaba en la calle?
=calle,= _f._, street; =-- de las Infantas,= _prop.
--¿Y los de la calle que las vean pasar a su casa, Da.
=calle=, _f._, street, lane; =por las calles=, in the streets.
--No conozco al virrey en la calle, después de las diez de la noche.
--¿Entonces, por qué ha dejado de venir á verme y de pasar por la calle
de dÃa?
¿Hubiera usted esperado una hora entera antes de ponerle
de patitas en la calle?
=boca,= mouth; =-- arriba,= (lying) on one's back; =-- calle,= _f._,
opening _or_ end of a street.
--_Miguel Cané_ (ARGENTINO)
Chapter Footnotes:
[1] =calle Florida.= The most fashionable street in Buenos Aires.
--Lo que eres tú, me lo sé yo muy bien; y no me acomoda que el mejor dÃa
amanezcan los ángeles de Dios aterecÃos á la puerta de la calle.
--Yo digo la verdá aunque sea delante del mi marido,--replica la de la
buhardilla, mirando de reojo á una esquina de la calle y bajando la voz
asà que ve al Tuerto.
--Yo--replica con mucha calma la vieja;--yo que los he recogido muchas
veces en mi casa, porque tú los dejas desnudos y abandonaos en la calle
cuando te vas á hacer de las tuyas de taberna en taberna...
=salir=, to come out (_or_ forth), go out, get out, start, rise (_of the
sun, etc._); =salir á la calle=, to go out on the street; =salir al
paso=, to come out to meet; =salir de=, to come (_or_ go) out of, leave.
26.--EL LUTO
Ya han pasado dos meses y las niñas están cansadas del encierro, y abren
algún tanto y por un momento, un postigo, para ver _algo_ de la calle y
oÃr el órgano que toca en la esquina o en otra parte.
23.--BOGOTÃ
Pero, me diréis, ¿los bogotanos no pasean, no tienen un punto de
reunión, un club, una calle predilecta, algo como los bulevares, nuestra
calle Florida,[1] el Ringstrasse de Viena, el Unter den Linden de
BerlÃn, El Corso de Roma, el Broadway de New York, o el Park Lane de
Londres?
17.--EN UN VELORIO
A eso de[1] la una de la madrugada, el velorio está en su punto.[2] Tres
o cuatro jóvenes, en la puerta de la calle, charlan, disputan, manotean,
y hasta lanzan alguna pedrada a un gato, que tiene la mala ocurrencia de
dejarse ver por aquellos contornos; y al cual, le aciertan casualmente,
causando esto sumo regocijo al grupo, que no sabe cómo celebrar el tino
del que tan flaco servicio[3] le acaba de hacer al micho.