Algunas de las aldeas
situadas a lo largo del[331] ferrocarril llevan nombres como
Buffalo (Nueva York), Culpepper (Virginia), Freehold
(Nueva Jersey) y otros, y asustan al viajero que viene 5
del norte cuando el conductor va anunciando las estaciones.
Entonces ocurre lo que no
puede referirse; la señora pierde la calma y quiere arañar al clero; el
fabricante se subleva porque le ha pisado la señora un juanete; ruge el
carabinero y se asustan los sacerdotes hasta que se restablece la calma
y cada cual busca el medio de descansar mejor.
Asà transcurrió el espacio de tres años; la historia del _mal
caballero_, que sólo por este nombre se le conocÃa, comenzaba á
pertenecer al exclusivo dominio de las viejas, que en las eternas
veladas del invierno las[1] relataban con voz hueca y temerosa á los
asombrados chicos; las madres asustaban á los pequeñuelos
incorregibles ó llorones diciendoles: _¡que viene el señor del
Segre!_[2] cuando he aquà que no sé si un dia ó una noche, si caÃdo
del cielo ó abortado de los profundos, el temido señor apareció
efectivamente, y como suele decirse, en carne y hueso, en mitad de sus
antiguos vasallos.
Como el marqués era un señor muy aprensivo, y como por
aquellos dÃas se temÃa que hubiese cólera en Madrid, se asustó tanto que
pocas horas después era cadáver, con gran sentimiento de los pobres del
barrio.
á la Madre abadesa, que traigo prisa,
dijo la cabrita; si no, voy por el abejaruco, que le vi al venir por
acá.--La tornera se asustó con la amenaza, y avisó á la Madre abadesa,
que vino, y la cabrita le contó lo que pasaba.--Voy á socorrerte,
cabrita de buen corazón, le dijo, vamos á tu casa.
¿Se asustó Asunción al
verla?
¿Por qué se asustó tanto el marqués?
Las
risotadas empiezan a ser ruidosas, sobre todo, cuando a otro que se ha
quedado dormido con la boca abierta, le introducen en ella un cabo de
tabaco, sin que lo sienta la vÃctima de _la maldad_; o bien cuando le
ponen un enorme sombrero de tres picos,[5] hecho de un periódico o, lo
atan con un pañuelo a la silla, y en seguida lo despiertan con
urgencia[6] haciendo que el hombre[7] se asuste, trate de levantarse, y
con la brusca sacudida impresa a la silla, caiga con ella boca abajo,[8]
causando grande estrépito; a cuyo ruido todas las mujeres que estaban
dormidas en el cuarto, se despiertan sobresaltadas creyendo nada menos
que[9] los techos se desploman.
Las
risotadas empiezan a ser ruidosas, sobre todo, cuando a otro que se ha
quedado dormido con la boca abierta, le introducen en ella un cabo de
tabaco, sin que lo sienta la vÃctima de _la maldad_; o bien cuando le
ponen un enorme sombrero de tres picos,[5] hecho de un periódico o, lo
atan con un pañuelo a la silla, y en seguida lo despiertan con
urgencia[6] haciendo que el hombre[7] se asuste, trate de levantarse, y
con la brusca sacudida impresa a la silla, caiga con ella boca abajo,[8]
causando grande estrépito; a cuyo ruido todas las mujeres que estaban
dormidas en el cuarto, se despiertan sobresaltadas creyendo nada menos
que[9] los techos se desploman.
Las
risotadas empiezan a ser ruidosas, sobre todo, cuando a otro que se ha
quedado dormido con la boca abierta, le introducen en ella un cabo de
tabaco, sin que lo sienta la vÃctima de _la maldad_; o bien cuando le
ponen un enorme sombrero de tres picos,[5] hecho de un periódico o, lo
atan con un pañuelo a la silla, y en seguida lo despiertan con
urgencia[6] haciendo que el hombre[7] se asuste, trate de levantarse, y
con la brusca sacudida impresa a la silla, caiga con ella boca abajo,[8]
causando grande estrépito; a cuyo ruido todas las mujeres que estaban
dormidas en el cuarto, se despiertan sobresaltadas creyendo nada menos
que[9] los techos se desploman.