callar (callando)

Presente

English
I keep quiet about, am keeping quiet about
yo
callo
callas
Ud./él/ella
calla
nosotros, -as
callamos
vosotros, -as
calláis
Uds./ellos/ellas
callan

Futuro

English
I will keep quiet about
yo
callaré
callarás
Ud./él/ella
callará
nosotros, -as
callaremos
vosotros, -as
callaréis
Uds./ellos/ellas
callarán

Imperfecto

English
I was keeping quiet about, used to keep quiet about, kept quiet about
yo
callaba
callabas
Ud./él/ella
callaba
nosotros, -as
callábamos
vosotros, -as
callabais
Uds./ellos/ellas
callaban

Pretérito

English
I kept quiet about
yo
callé
callaste
Ud./él/ella
calló
nosotros, -as
callamos
vosotros, -as
callasteis
Uds./ellos/ellas
callaron

Condicional

English
I would keep quiet about
yo
callaría
callarías
Ud./él/ella
callaría
nosotros, -as
callaríamos
vosotros, -as
callaríais
Uds./ellos/ellas
callarían

Presente perfecto

English
I have kept quiet about
yo
he callado
has callado
Ud./él/ella
ha callado
nosotros, -as
hemos callado
vosotros, -as
habéis callado
Uds./ellos/ellas
han callado

Futuro perfecto

English
I will have kept quiet about
yo
habré callado
habrás callado
Ud./él/ella
habrá callado
nosotros, -as
habremos callado
vosotros, -as
habréis callado
Uds./ellos/ellas
habrán callado

Pluscuamperfecto

English
I had kept quiet about
yo
había callado
habías callado
Ud./él/ella
había callado
nosotros, -as
habíamos callado
vosotros, -as
habíais callado
Uds./ellos/ellas
habían callado

Pretérito anterior

English
I had kept quiet about
yo
hube callado
hubiste callado
Ud./él/ella
hubo callado
nosotros, -as
hubimos callado
vosotros, -as
hubisteis callado
Uds./ellos/ellas
hubieron callado

Condicional perfecto

English
I would have kept quiet about
yo
habría callado
habrías callado
Ud./él/ella
habría callado
nosotros, -as
habríamos callado
vosotros, -as
habríais callado
Uds./ellos/ellas
habrían callado

Presente

English
I keep quiet about, am keeping quiet about
yo
calle
calles
Ud./él/ella
calle
nosotros, -as
callemos
vosotros, -as
calléis
Uds./ellos/ellas
callen

Imperfecto

English
I kept quiet about, was keeping quiet about
yo
callara
callaras
Ud./él/ella
callara
nosotros, -as
calláramos
vosotros, -as
callarais
Uds./ellos/ellas
callaran

Futuro

English
I will keep quiet about
yo
callare
callares
Ud./él/ella
callare
nosotros, -as
calláremos
vosotros, -as
callareis
Uds./ellos/ellas
callaren

Presente perfecto

English
I have kept quiet about, kept quiet about
yo
haya callado
hayas callado
Ud./él/ella
haya callado
nosotros, -as
hayamos callado
vosotros, -as
hayáis callado
Uds./ellos/ellas
hayan callado

Futuro perfecto

English
I will have kept quiet about
yo
hubiere callado
hubieres callado
Ud./él/ella
hubiere callado
nosotros, -as
hubiéremos callado
vosotros, -as
hubiereis callado
Uds./ellos/ellas
hubieren callado

Pluscuamperfecto

English
I had kept quiet about
yo
hubiera callado
hubieras callado
Ud./él/ella
hubiera callado
nosotros, -as
hubiéramos callado
vosotros, -as
hubierais callado
Uds./ellos/ellas
hubieran callado

Afirmativo

English
Keep quiet about!
yo
calla
Ud./él/ella
calle
nosotros, -as
vosotros, -as
callad
Uds./ellos/ellas
callen

Negativo

English
Don't keep quiet about!
yo
no calles
Ud./él/ella
no calle
nosotros, -as
vosotros, -as
no calléis
Uds./ellos/ellas
no callen

Mirándolos jugar, me aflijo y callo; ¡Cuál será sobre el mundo su fortuna?
Callas, callas y doblas la frente....
Callas, callas y doblas la frente...
--¡Es que si callas, te voy á deshacer yo la cara de una guantá!
calla...
Tú, que de nada sirves, calla el pico.
El chiquitín tiembla de miedo, mira alternativamente á su padre y á su madre, y calla.
Largo rato Neira respira fatigosamente y el chico, inclinado sobre él, calla lleno de estupor y de miedo.
Cuando me rindo del dolor al peso, Cuando la negra duda me avasalla, Se me cuelga del cuello, me da un beso, Se le saltan las lágrimas, y calla.
of_ =caer= =caliente= hot =calor= _m._ heat, warmth; =hace (hacía) calor= it is (was) hot; =hace (hacía) mucho calor= it is (was) very hot =caluroso= warm =calla= _impv.
Poco á poco fué extinguiéndose en ella aquel acompasado son, que es el último vibrar de la vida, y al fin todo calló, como calla la máquina del reloj que se para; y la linda Celinina fué un gracioso bulto, inerte y frío como mármol, blanco y transparente como la purificada cera que arde en los altares.
=¡calla!= hold on!
--Yo lo oí y tú lo oiste, y nos estremecimos y callamos.
--¡Á ver si vos calláis, con mil demonios!--exclamó el pescador con visible emoción.--Y tú--añadió dirigiéndose á su mujer,--ya sabes lo que se va á hacer.
Todas esas bandadas que véis llegar con teas encendidas entonando villancicos con gritos desaforados al compás de los panderos, las sonajas y las zambombas, contra su costumbre, que es la de alborotar las iglesias, callan como muertos cuando pone maese Pérez las manos en el órgano...
Una vez que se reponen, conocida y hasta celebrada la causa de la sorpresa que han experimentado, para hallar entonces motivo de charla, porque las mujeres no callan sino cuando duermen, si bien las hay que hasta hablan en sueños, pregunta una la hora que es; otra añade que tiene frío; y alguna, sintiendo así como[10] _una penita_ en el estómago,[11] según lo asevera, trata de buscar algo que la conforte: pero es lo malo, que[12] han concluido ya con todo, los que están en el comedor dejando sólo los huesos de las aceitunas; por lo que, no hay otro recurso que hacer chocolate.
Era Noche-Buena, y si todo callaba en la triste vivienda recién visitada de la muerte, fuera, en las calles de la ciudad, y en todas las demás casas, resonaban placenteras bullangas de groseros instrumentos músicos, y vocería de chiquillos y adultos cantando la venida del Mesías.
Era Noche-Buena, y si todo callaba en la triste vivienda recién visitada de la muerte, fuera, en las calles de la ciudad, y en todas las demás casas, resonaban placenteras bullangas de groseros instrumentos músicos, y vocería de chiquillos y adultos cantando la venida del Mesías.
Hasta las golondrinas,--arquitectas, que como amigas de las casas pacíficas y felices, acudían allí en gran número,--callaban su pico, por traerle ocupado con la mezcla.
Yo voy por un camino, ella por otro; Pero al pensar en nuestro mutuo amor, Yo digo aún: ¿Por qué callé aquel día?
of_ =callar= =callar= to be silent =calle= _f._ street =calló= _3 sing.
Jacinto (era el ayuda de cámara), bien se calló, pero miraba á esa Pepa (la cocinera).
Arrodillado un hombre a los pies de un sacerdote, 5 estaba confesando sus culpas, con la más edificante humildad, cuando se calló de repente, como si se hubiese tropezado con[319] un pecado nada leve.
Poco á poco fué extinguiéndose en ella aquel acompasado son, que es el último vibrar de la vida, y al fin todo calló, como calla la máquina del reloj que se para; y la linda Celinina fué un gracioso bulto, inerte y frío como mármol, blanco y transparente como la purificada cera que arde en los altares.
--Yo lo oí y tú lo oiste, y nos estremecimos y callamos.
Todo cuanto los dos hemos callado ¡Lo tenemos[3] que hablar!
Pero ¡calle!
pero ¡calle!
pero, ¡calle!
Bajé a la calle.
en ninguna calle.
calle, _f._, street.
callar, to be silent; ¡calle!
Concluido el discurso, salimos a la calle.
calle=, _with a bound I reached the street_.
Sinforoso y poniéndole de patitas en la calle....
San Felipe= = _y en parte de la calle de San Felipe_.
boca-calle, _f._, entrance (end _or_ opening) to a street.
LA CASA La casa en que vivo está en la calle de Wáshington.
les pregunta en la calle un amigo importuno, señalándoles el traje.
Don Juan llegó al palacio y se metió detrás de la puerta de la calle.
Sonaron en la calle tambores y zambombas y alegre chasquido de panderos.
El primero se adivina por tres angostísimas ventanas abiertas á la calle.
of_ =calleja=, _which is, in turn, a depreciative of_ =calle=), narrow street.
of_ =callar= =callar= to be silent =calle= _f._ street =calló= _3 sing.
Satisfecho ya el capricho, dejé la calle de las Infantas, y me fuí á casa de un amigo.
Merecía que se las llevaran á la calle de Chicarreros[3] y se las engarzasen en oro....
porque es humilde como las piedras de la calle, que se dejan pisar de todo el mundo....
Y los dos hermanos quedaron abrazados y sollozando algunos minutos en medio de la calle.
Éste fué hallado por el sereno de la calle de la Perseguida en el portal de la señora Da.
Porque en el invierno le cierran las puertas de las casas, y tiene que estarse en la calle.
Oir Alvar este grito, exhalar otro de sorpresa y alegría, y lanzarse á la calle, todo fué uno.
El espanto, la violencia y la herida que le causó fueron tales que quedó desmayada en la calle.
Pocos minutos después estaba en la calle, con su lío al brazo, en compañía de Bolina y Tremontorio.
Á no ser por ese noble distintivo, cualquiera le creería un lonjista de la calle de Culebras.[1] ...
Al llegar la noche, apretado por la necesidad, desfallecido, bajó á la calle á implorar una limosna.
Nieves, una señora viuda que vive sola en la calle de la Perseguida, á quien debe mi yerno su empleo.
De pronto leí en letras gordas: _El crimen de la calle de la Perseguida_, y quedé helado por el terror.
Quién diria que esos dos que parecen tan amigos, si dentro de media hora se encuentran en una calle obscura ...
Pues si todos los confesonarios fueran por el mismo estilo, acudirían más penitentes que piedras hay en la calle....
The text of _El crimen de la calle de la Perseguida_ and of _Los puritanos_ is taken from the _Obras Completas de D.
of_ =pata=): =poner de patitas en la calle=, to push some one out (into the street) with one's foot, put out forcibly.
Vine á parar á esta misma casa, esto es, á la misma posada; la casa estaba entonces situada en la calle del Barquillo.
Notice the use of _haya_ instead of tenga, although possession is indicated.] [Footnote 3: la calle de Chicarreros.
Será cosa, á más tardar, del viernes ó el sábado, me dije después de comer, encendiendo un cigarro y echándome á la calle.
Al oirme, suelta sus manos, ríe, se aprieta los ijares, alborota la calle, y pónenos á entrambos en escena.--¡Bien, mi amigo!
Éste es Juan de quien tanto os he hablado, á quien acabo de encontrar en la calle á punto de morirse helado entre la nieve....
De un salto me planté en la calle{5-3} y corrí hasta la esquina; pero allí me hice cargo de que venía sin sombrero, y me volví.
Mas he aquí que en la calle de Altavilla, cuando ya me iba serenando,{6-2} se acerca de improviso un guardia del Ayuntamiento.
Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos á mi alrededor.
Las habitaciones, espaciosas, bien iluminadas, de altos techos, se suceden una tras otra[94] en línea perpendicular a la calle.
Me empeñé hoy en ir á la tertulia de unas primas, que viven en la calle de Fuencarral, y papá mandó á Manuel que me acompañase.
Durante el juego, uno de los perros tiró un zapato al aire con tal fuerza que cayó a la calle en el momento en que pasaba una mujer.
Durante algunos meses vivió el ciego sin salir á la calle más que para cumplir su obligación; de casa á la iglesia, y de la iglesia á casa.
Ya no seguí, pues, la calle de las Infantas como acostumbraba después de almorzar, ni aun para ir á la de Valverde, donde vivían unos amigos.
puede suponer, esto, lejos de hacerme desistir, me animó á quedarme petrificado en la esquina de la primer boca-calle, en contemplación extática.
En fin, no quedó nada que hacer.{7-1} Cuando al fin la tertulia se deshizo y en la calle me separé de mis compañeros, estaba un poco más sosegado.
En cuanto cerrábamos la puerta del portal, cerraba ella la del piso y nos dejaba casi en tinieblas; porque la luz que entraba de la calle era escasísima.
Salgo á la calle un poco disgustado, como cualquier otro orador en el mismo caso, y sigo mi camino, no sin volver repetidas veces la cabeza hacia el balcón.
Pude observar á la tenue claridad que entraba de la calle, que ponían siempre por delante uno como más fuerte ó resuelto, detrás del cual los otros se guarecían.
Pues yo no me voy sin verla, me dije, y pian pianito, comencé á pasear la calle sin perder de vista la casa, con la misma frescura que un cadete de Estado Mayor.
Al propio tiempo _Heredia_ fijó en él sus ojos; y dando un grito y un salto como si le hubiese picado una víbora, arrancó á correr hacia la calle de San Jerónimo.
El tiempo fué pasando 25 y para colmo de todas sus desdichas[169] la calle se iba llenando de gente que acudía a ver[170] los famosos americanos.
Oro y viandas recataba con la falda de su vestido, cuando al volver una calle de rosales tropezó con su padre, que también había salido á distraer allí sus melancolías.
bien se lo dije yo: «¡Mira que ésa es _callealtera_, y no puede ser buena!» --Los de la calle Alta tienen la cara muy limpia, y se la pueden enseñar á todo el mundo...
La hierba crecía entre las piedras de la mísera calle como prueba de su silencio y abandono, y en muchos sitios se veían cenizas arrojadas al viento y groseros platos de barro rotos.
Santiago se golpeaba la cabeza: su esposa lloraba: los chicos atónitos le decían estrechándole la mano: ¿No volverás á tener hambre ni á salir á la calle sin paraguas, verdad, tiito?...
No necesitaré decirle que, por más que me sintiese avergonzado de aquella aventura, seguí dando vueltas á la misma hora por la calle, y que el tiroteo era cada vez más intenso y animado.
Por fin uno de entre ellos empezó a dibujar una vaca y el mozo que estaba escudriñando lo que hacía, echóse a la calle disparado como una bala, dejándolos a todos pensativos y atónitos.
Pensando en lo que había de decir á mis colegas cuando me viese entre ellos, y en el modo mejor de explicarles la causa del fracaso, crucé la plaza del Rey y entré en la calle de las Infantas.
Habían llegado á la calle del Cristo,[1] y la luz que se divisaba en uno de sus extremes parecía ser la del farolillo que alumbraba en aquella época, y alumbra aún, á la imagen que le da su nombre.
Al fin, otro desgraciado le facilitó una guitarra vieja y rota, y después de arreglarla del mejor modo que pudo, y después de derramar abundantes lágrimas, salió cierta noche de diciembre á la calle.
Casi al mismo tiempo que ellos en la calle, aparecieron en sus respectivos balcones la mujer de Bolina, rodeada de sus nietos, y la del pobre Tuerto, sola, desgreñada y dando alaridos de desconsuelo.
Me ceñí á la pared por el lado de la sombra, y haciendo el menor{6-1} ruido con los pasos, doblé pronto la esquina de la calle de la Perseguida, entré en la de San Joaquín y caminé la vuelta de mi casa.
Para llevar á cabo este propósito, lo primero que se me ocurrió fué no acordarme más de Teresa, ni pasar siquiera por su calle, aunque fuese camino obligado: después, abreviar cuanto pudiese los asuntos.
Le pregunté por señas si salía de paseo, y me contestó que sí: y en efecto, un día aguardé en la calle hasta las cuatro y la vi salir en compañía de una señora, que debía de ser su mamá, y de dos hermanitos.
Habló después de las primas de la calle de Fuencarral; una era muy bonita, la otra graciosa solamente: las dos tenían novio, pero no valían{23-5} cuatro cuartos: chiquillos que todavía estudiaban en el Instituto.
La aludida casa está separada de la en que escribo por la calle, que no es muy ancha; y mis vecinos, lo mismo en invierno que en verano, saldan todas sus cuentas y ventilan los asuntos más graves, de balcón á balcón.
Pero cuando más embebido andaba en mis pensamientos y planes políticos, y cuando ya estaba próximo á doblar la esquina de la calle, he aquí que siento un brazo que se apoya en el mío y una voz que me dice: --¿Va V.
Pero apenas se habían tocado los aceros y antes que ninguno de los combatientes hubiese podido dar un solo paso ó intentar un golpe, la luz se apagó[1] de repente y la calle quedó sumida en la obscuridad más profunda.
Antes de pasar más adelante, debe saber el lector que, desde tiempo inmemorial, existe entre los mareantes de la calle Alta y los de la del Mar, barrios diametralmente opuestos de Santander, una antipatía inextinguible.
Era un sublime apasionado, un nervioso, uno de esos divinos semilocos necesarios para el progreso humano, lamentables cristos del arte, que por amor al eterno ideal tienen su calle de la amargura, sus espinas y su cruz.
Al oir este coro desgarrador, los tres marineros apretaron el paso, los vecinos de la calle salieron á sus balcones, y yo me decidí á seguir á mis conocidos hasta el desenlace de la escena, cuyo principio había presenciado.
En el momento en que estaban lidiando el toro de muerte, un vecino, de muchos años y de mucho entendimiento, vió á la madre del torero arrodillada á los pies de un Santo Cristo muy milagroso que se veneraba en una calle del pueblo.
Cristina y su madre nos esperaban, en efecto, y juntos nos dirigimos á casa de la tía de Fernando, que estaba situada en la plaza del pueblo, haciendo esquina á una calle estrecha y sombría, en la que, sin saber por qué, entré con una profunda tristeza.
Era frecuente encontrarla en la calle llevando y trayendo floreros y candelabros para adornar los altares, y en vísperas de las grandes fiestas no volvía á salir de la iglesia ni para comer, afanada como una hormiga en los preparativos de la solemnidad.
No es raro que la propiedad se extienda desde una calle hasta la que limita la manzana por el lado opuesto, y en este caso la parte posterior está ocupada por el huerto o fondo, como familiarmente se le llama, y donde suele haber añosos árboles frutales.
Entonces, por consideración á su debilidad, le tuvieron algunos días más de cortesía, muy pocos, y después le pusieron en la calle, gloriándose mucho de dejarle libre el baúl y la ropa, ya que con ella podían cobrarse de los pocos reales que les quedaba á deber.
Por la tarde el criado había dejado inadvertidamente abierta la ventana del gabinete; ésta, como es sabido, daba á una calle estrecha, y en la casa de enfrente, en una pobre habitación, se hallaba el cadáver de aquella joven desconocida, velado por la madre de Teresa.
Al llegar al extremo de la calle sentí la necesidad imperiosa de verla otra vez, y di la vuelta, no sin percibir cierta vergüenza en el fondo del corazón, pues ni mi edad, ni mi estado, me autorizaban semejantes informalidades; mucho menos tratándose de tal criaturita.
Espronceda describes effectively a similar miraculous extinguishing and relighting of a lamp before a shrine, in Part IV of his _Estudiante de Salamanca_: La moribunda lámpara que ardía Trémula lanza su postrer fulgor, Y en honda obscuridad, noche sombría La misteriosa calle encapotó.
Y el muchacho, que sabe por experiencia que su padre no amenaza en vano, á pesar de las señas que le hace su madre para que calle, cierra los ojos y dice rápidamente, como si le quemaran la boca las palabras: --Mi madre trajo esta mañana un cuartillo de aguardiente, y tiene la botella escondía en el jergón de la cama.
El gabinete tenía una sola ventana con vistas á la calle estrecha y sombría, á la que hacía esquina la casa de Fernando; enfrente de la ventana había un armario de espejo; á un lado de éste estaba la puerta de la alcoba, al otro una mesita de escribir; algunas sillas iguales á las del dormitorio completaban el mueblaje del gabinete que diez años antes perteneció á la tía de Fernando.
Allí se ha generalizado, desde hace algunos años, la casa de estilo marcadamente parisiense, y de aquí que[99] se la designe con el nombre francés de «petit hôtel.» A la puerta exterior principal que da a[100] la calle, sigue el zaguán, que conduce al _hall_,[101] palabra[102] muy corriente en el Río de la Plata desde que los nuevos tipos de edificación han comenzado a reemplazar a los antiguos.
San Pedro lo es de la calle Alta, ó _Cabildo de Arriba_, y la calle del Mar, ó _Cabildo de Abajo_, está encomendado al amparo de los santos mártires Emeterio y Celedonio,{168-2} á cuyas gloriosas cabezas, de las que se cuenta que llegaron milagrosamente á este puerto en un barco de piedra, ha dedicado, construyéndola á sus expensas, una bonita capilla en el barrio de Miranda, dominando una gran extensión de mar.
Detrás de la cerca de limón, veo una ancha calle con doble fila de matas de cocos, naranjas y _caimitos_; por más allá[3] se divisan los cuadros de cafetos, cargados de blancas flores que imitan el azahar, cortados a la misma altura y que devuelven hacia la tierra sus copiosas y redondas ramas; sobresalen entre los cafetos las matas de plátanos, que con sus hermosos racimos ofrecen abundoso alimento, regalo de una tierra providencial.
Por lo general se ven verjas en los jardines, en las ventanas pequeñas o las que ofrecen un acceso peligroso desde la calle, las cuales[56] por eso se mantienen abiertas sólo _de_ día.[57] El herrero hace, como se lo dije[58] ya, los balcones de hierro, el armazón de las claraboyas, las escaleras, sobre todo las que se llaman de caracol, que son generalmente de hierro y se conocen con ese nombre[59] por estar[60] construidas sobre un eje.
Entonces me tocó llevar la voz cantante, y le dije al oído mil requiebros y ternezas, explicándola por menudo el amor que me había inspirado y lo que había sufrido en los días en que no pasé por su calle: recordéle todos los pormenores, hasta los más insignificantes, de nuestro conocimiento visual y epistolar, y le di cuenta de los vestidos que le había visto{27-1} y de los adornos, á fin de que comprendiese la profunda impresión que me había causado.
III Quince días después de la escena que acabamos de referir, y á eso de las nueve de la mañana, muchísima gente ociosa presenciaba, en la calle de San Juan de Dios y parte de la de San Felipe{41-1} de aquella misma capital, la reunión de dos compañías de migueletes que debían salir á las nueve y media en busca de _Parrón_, cuyo paradero, así como sus señas personales y las de todos sus compañeros de fechorías, había al fin averiguado el Conde del Montijo.
Si de vuelta de correr la sardina salía alcanzada la mujer del Tuerto en la cuenta que éste le tomaba rigorosamente, en el balcón se oía la primera guantada de las que administraba el desdichado marido á su costilla; desde el balcón llamaba á su padre, á su madre y á Tremontorio; desde el balcón les contaba lo sucedido, y renegaba furibundo de su mujer; desde el balcón imploraba el auxilio de Dios..., y de balcón á balcón se enredaba un diálogo animadísimo que entretenía, por espacio de media hora, á las gentes de la calle.
El pobre niño creció en la sombra, y jamás vió el sol más que desde la ventana de la sola pieza que había en la casa de sus padres; todo el día estaba solo; su madre lavaba la ropa en casa de un rico arrendador; su padre labraba los campos; su hermana llevaba á pacer las vacas de un vecino; cuando con gran trabajo conseguía el pobre niño dejar su camita de paja, se apoyaba en dos pequeñas muletas que su padre le había hecho de las ramas de un sauce, y salía á la puerta de la calle: pero allí no llegaba el sol nunca; la calle era tan estrecha y tan obscura....
¡calle!
=calle=, _f._, street.
[Footnote 1: calle de Culebras.
¿Era ancha y luminosa la calle?
¿Salió muy contento a la calle?
¿Qué decía para sí en la calle?
[Footnote 1: la calle del Cristo.
¿Podía salir de la puerta de la calle?
¿Qué dijo para sí cuando estaba en la calle?
=calle,= _f._, street; =-- de las Infantas,= _prop.
--¿Y los de la calle que las vean pasar a su casa, Da.
=calle=, _f._, street, lane; =por las calles=, in the streets.
--No conozco al virrey en la calle, después de las diez de la noche.
--¿Entonces, por qué ha dejado de venir á verme y de pasar por la calle de día?
¿Hubiera usted esperado una hora entera antes de ponerle de patitas en la calle?
=boca,= mouth; =-- arriba,= (lying) on one's back; =-- calle,= _f._, opening _or_ end of a street.
--_Miguel Cané_ (ARGENTINO) Chapter Footnotes: [1] =calle Florida.= The most fashionable street in Buenos Aires.
--Lo que eres tú, me lo sé yo muy bien; y no me acomoda que el mejor día amanezcan los ángeles de Dios aterecíos á la puerta de la calle.
--Yo digo la verdá aunque sea delante del mi marido,--replica la de la buhardilla, mirando de reojo á una esquina de la calle y bajando la voz así que ve al Tuerto.
--Yo--replica con mucha calma la vieja;--yo que los he recogido muchas veces en mi casa, porque tú los dejas desnudos y abandonaos en la calle cuando te vas á hacer de las tuyas de taberna en taberna...
=salir=, to come out (_or_ forth), go out, get out, start, rise (_of the sun, etc._); =salir á la calle=, to go out on the street; =salir al paso=, to come out to meet; =salir de=, to come (_or_ go) out of, leave.
26.--EL LUTO Ya han pasado dos meses y las niñas están cansadas del encierro, y abren algún tanto y por un momento, un postigo, para ver _algo_ de la calle y oír el órgano que toca en la esquina o en otra parte.
23.--BOGOTÁ Pero, me diréis, ¿los bogotanos no pasean, no tienen un punto de reunión, un club, una calle predilecta, algo como los bulevares, nuestra calle Florida,[1] el Ringstrasse de Viena, el Unter den Linden de Berlín, El Corso de Roma, el Broadway de New York, o el Park Lane de Londres?
17.--EN UN VELORIO A eso de[1] la una de la madrugada, el velorio está en su punto.[2] Tres o cuatro jóvenes, en la puerta de la calle, charlan, disputan, manotean, y hasta lanzan alguna pedrada a un gato, que tiene la mala ocurrencia de dejarse ver por aquellos contornos; y al cual, le aciertan casualmente, causando esto sumo regocijo al grupo, que no sabe cómo celebrar el tino del que tan flaco servicio[3] le acaba de hacer al micho.
Habíamos recorrido algunas calles.
Andábame días pasados por esas calles á buscar materiales para mis artículos.
Dos calles más arriba está la posada del León de Oro, cuyo amo es mi competidor.
Luego, sin mirarle, emprendí una carrera desesperada, loca, al través de las calles.
Mientras conversábamos de esta suerte íbamos caminando sosegadamente por las calles.
Cuando los últimos fardos se perdieron en las calles de Torresalinas, comenzó la rapiña en la barca.
Ya no había en las calles el movimiento de las primeras horas, pero con todo, seguimos las más solitarias.
Algunos se creen capaces, con la mayor ingenuidad, de embuchar en sus estómagos cuanto ostentan la Plaza Mayor y calles adyacentes.
Además, las compañías deben pagar la cuarta parte del costo del repavimento y de la reparación de las calles por donde pasan las líneas.
Posee hermosas calles y plazas y tiene algunos edificios de buena arquitectura y es ciudad muy celebrada por todos los que la visitan.
Buscando manera de pasar las horas de que disponíamos más dignamente que vagando por las calles, tropezamos al bajar la cuesta de Santo Domingo con el Teatro Real.
Los pollos que se crían en las casas se hacen mansos y familiares desde el primer día, entran en todos los aposentos, se pasean por las calles, salen al campo y vuelven a casa.
Apenas la novedad comenzó á extenderse de boca en boca y de casa en casa, la multitud se lanzo á las calles con ruidosa algazara, y corrió á reunirse á las puertas de la prisión.
Éste, que caminaba á pie delante de su interlocutor, llevando en la mano un farolillo, parecía servirle de guía por entre aquel laberinto de calles obscuras, enmarañadas y revueltas.
Éste, que caminaba á pie delante de su interlocutor, llevando en la mano un farolillo, parecía servirle de guía por entre aquel laberinto de calles obscuras, enmarañadas y revueltas.
El corazón le latía fuertemente; las piernas le temblaban; cuando quiso cantar en una de las calles más céntricas, no pudo; el dolor y la vergüenza habían formado un nudo en su garganta.
Tan pronto como[142] sonó la primera nota, empezaron a[143] salir de sus cuevas los dañinos 10 animales, llenando en un momento las calles y las plazas de la población.
En suma: el Nacimiento _número uno_ de Madrid es el de aquélla casa, una de las más principales, y ha reunido en sus salones á los niños más lindos y más juiciosos de veinte calles á la redonda.
Tienen que contribuir a las rentas municipales con el seis por ciento de las entradas brutas y con un impuesto de cincuenta pesos por cada cuadra de línea sencilla[7] en las calles pavimentadas.
Una tarde, una hermosa tarde de invierno, de las que sólo se ven en este Madrid, salí de casa después de almorzar con el objeto de hacer algunas visitas y también para espaciarme por esas calles de Dios.
Sus amplias y rectas calles, espléndidamente alumbradas y limpias, sus sólidos edificios, los muchos bancos que posee, así como el movimiento de la gente, despiertan 10 siempre admiración.
Largo rato anduvieron dando vueltas á través de las calles de Toledo, buscando un lugar á propósito para terminar sus diferencias; pero la obscuridad de la noche era tan profunda, que el duelo parecía imposible.
Cortan la finca en secciones regulares espaciosas calles de corpulentos frutales; veo el maíz, veo la yuca, veo cuanto forma[4] una gran despensa, ante la cual la miseria cesa y la abundancia la sustituye y la reemplaza.
Después de pasar muchas horas sollozando y pidiendo fuerzas á Dios para soportar su desdicha, resolvióse á implorar la caridad; pero todavía quiso el infeliz disfrazar la humillación, y decidió cantar por las calles de noche solamente.
Era Noche-Buena, y si todo callaba en la triste vivienda recién visitada de la muerte, fuera, en las calles de la ciudad, y en todas las demás casas, resonaban placenteras bullangas de groseros instrumentos músicos, y vocería de chiquillos y adultos cantando la venida del Mesías.
La noche había cerrado sombría y amenazadora; el cielo estaba cubierto de nubes de color de plomo; el aire, que zumbaba encarcelado en las estrechas y retorcidas calles, agitaba la moribunda luz del farolillo de los retablos, ó hacía girar con un chirrido agudo las veletas de hierro de las torres.
La noche había cerrado sombría y amenazadora; el cielo estaba cubierto de nubes de color de plomo; el aire, que zumbaba encarcelado en las estrechas y retorcidas calles, agitaba la moribunda luz del farolillo de los retablos, ó hacia girar con un chirrido agudo las veletas de hierro de las torres.
Terminado este brevísimo diálogo, los dos jóvenes se internaron por una de las estrechas calles que desembocan en el Zocodover, desapareciendo en la obscuridad como esos fantasmas de la noche, que después de aterrar un instante al que los ve, se deshacen en átomos de niebla y se confunden en el seno de las sombras.
Ver Alvar desde su ventana, que daba al paseo de los Melancólicos, que un ladronzuelo arrebataba la capa á un melancólico, y salir desempedrando las calles de Madrid del Sur, pregonando el robo, no para tener el gusto de que acudiesen á perseguir al ladrón, sino para tener el gusto de dar la noticia antes que nadie, todo era uno.
Su contrario le imitó; pero esta vez, no tan sólo volvió á rodearlos una sombra espesisima é impenetrable, sino que al mismo tiempo hirió sus oídos el eco profundo de una voz misteriosa, semejante á esos largos gemidos del vendaval que parece que se queja y articula palabras al correr aprisionado por las torcidas, estrechas y tenebrosas calles de Toledo.
Las silenciosas calles de Toledo[3] resonaban noche y día con el marcial rumor de los atabales y los clarines, y ya en la morisca puerta de Visagra,[4] ya en la del Cambrón,[5] en la embocadura del antiguo puente de San Martín,[6] no pasaba hora sin que se oyese el ronco grito de los centinelas, anunciando la llegada de algún caballero que, precedido de su pendón señorial y seguido de jinetes y peones, venía á reunirse al grueso del ejército castellano.
Así es que en los solemnes días de procesiones y oficios religiosos, cuando los frailes salían juntos en comunidad y cruzaban grave y lentamente {114-2} plazas y calles precedidos de estandartes, cantores y músicas, admirábase{114-3} la gente devota de verlos tan lucios, gordos y colorados, á pesar de los ayunos, maceraciones y cilicios que debían de sufrir, atribuyendo sus esféricas panzas, bermejos rostros y anchos cogotes á la influencia y acción de la divina gracia, tranquilidad de conciencia y justo galardón de evangélicas virtudes.
Allí se codea la dama encopetada, de mantilla española o de velo de Chantilly, que estamos acostumbrados a ver balanceándose sobre sus altos tacones en las calles de Plateros, con la india enredada de Cuautitlán o de Atzcapotzalco; allí se confunde cubierto de polvo, el joven elegante de cuello abierto, de pantalón _à la patte d'éléphant_ que luce sus atractivos femeniles en el Zócalo, con el tosco y barbudo arriero de Ixmiquilpan o con el indio medio desnudo de las comarcas de Texcoco, de Ecatepec y de Zumpango, o con el sucio lépero de la Palma o de Santa Ana.
En esta conformidad se encontraban las cosas en la población donde tuvo lugar el suceso que voy á referir, cuando, una noche, ya á hora hastante avanzada, envueltos en sus obscures capotes de guerra y ensordeciendo las estrechas y solitarias calles que conducen desde la Puerta del Sol[4] á Zocodover,[5] con el choque de sus armas y el ruidoso golpear de los cascos de sus corceles que sacaban chispas de los pedernales, entraron en la ciudad hasta unos cien dragones de aquellos altos, arrogantes y fornidos, de que todavía nos hablan con admiración nuestras abuelas.
En esta conformidad se encontraban las cosas en la población donde tuvo lugar el suceso que voy á referir, cuando una noche, ya á hora bastante avanzada, envueltos en sus obscuros capotes de guerra y ensordeciendo las estrechas y solitarias calles que conducen desde la Puerta del Sol{145-4} á Zocodover,{145-5} con el choque de sus armas y el ruidoso golpear de los cascos de sus corceles que sacaban chispas de los pedernales, entraron en la ciudad hasta unos cien dragones de aquellos altos, arrogantes y fornidos, de que todavía nos hablan con admiración nuestras abuelas.
En la confusión de su delirio, y sobre el revuelto oleaje de su pensamiento, flotaba, como el único objeto salvado de un cataclismo, la idea fija del deseo que no había sido satisfecho; de aquella codiciada mula y de aquel suspirado buey, que aun proseguían en estado de esperanza.{68-1} El papá salió medio loco, corrió por las calles; pero en mitad de una de ellas se detuvo y dijo: «¿Quién piensa ahora en figuras de nacimiento?» Y corriendo de aquí para allí, subió escaleras, y tocó campanillas, y abrió puertas sin reposar un instante, hasta que hubo juntado siete ú ocho médicos, y les llevó á su casa.
Cerca de una hora hacía que la conversación giraba alrededor de este asunto, y ya comenzaba á interpretarse de diversos modos la ausencia del recién venido, á quien uno de los presentes, antiguo compañero suyo de colegio, habia citado para el Zocodover, cuando en una de las boca-calles de la plaza apareció al fin nuestro bizarro capitán despojado de su ancho capotón de guerra, luciendo un gran casco de metal con penacho de plumas blancas, una casaca azul turquí con vueltas rojas y un magnífico mandoble con vaina de acero, que resonaba arrastrándose al compás de sus marciales pasos y del golpe seco y agudo de sus espuelas de oro.
Cerca de una hora hacía que la conversación giraba alrededor de este asunto, y ya comenzaba á interpretarse de diversos modos la ausencia del recién venido, á quien uno de los presentes, antiguo compañero suyo de colegio, había citado para el Zocodover, cuando en una de las boca-calles de la plaza apareció al fin nuestro bizarro capitán despojado de su ancho capotón de guerra, luciendo un gran casco de metal con penacho de plumas blancas, una casaca azul turquí con vueltas rojas y un magnífico mandoble con vaina de acero, que resonaba arrastrándose al compás de sus marciales pasos y del golpe seco y agudo de sus espuelas de oro.
Unas tras otras, las literas de los señores fueron desfilando y perdiéndose en las revueltas[1] de las calles vecinas; los grupos del atrio se disolvieron, dispersándose los fieles en distintas direcciones; y ya la demandadera se disponía á cerrar las puertas de la entrada del atrio, cuando se divisaban aún dos mujeres que, después de persignarse y murmurar una oración ante el retablo del arco de San Felipe,[2] prosiguieron su camino, internándose en el callejón de las Duenas.[3] [Footnote 1: revueltas= 'turns.' The streets of Seville are many of them crooked like those of Toledo and other Moorish cities in Spain.] [Footnote 2: San Felipe.
Luego, poco á poco fué cesando el ruido y la animación; los vidrios de colores de las altas ojivas del palacio dejaron de brillar; atravesó por entre los apiñados grupos la última cabalgata; la gente del pueblo á su vez comenzó á dispersarse en todas direcciones, perdiéndose entre las sombras del enmarañado laberinto de calles obscuras, estrechas y torcidas,[1] y ya no turbaba el profundo silencio de la noche más que el grito lejano de vela de algún guerrero, el rumor de los pasos de algún curioso que se retiraba el último, ó el ruido que producían las aldabas de algunas puertas al cerrarse, cuando en lo alto de la escalinata que conducía á la plataforma del palacio apareció un caballero, el cual, después de tender la vista por todos lados como buscando á alguien que debía esperarle, descendió lentamente hasta la cuesta del alcázar, por la que se dirigie hacia el Zocodover.
=calle=, _f._, street, lane; =por las calles=, in the streets.
51 note 2.] Durante una ó dos horas, en las calles inmediatas á estos puntos reinó un bullicio, una animación y un movimiento indescriptibles.
118, note 1.] Como dejo dicho, así en la plaza Mayor, como en las calles por donde el prisionero debía atravesar para dirigirse al punto en que sus jueces se encontraban, la impaciente multitud hervía como un apiñado enjambre de abejas.
[Illustration: _Propiedad de la Unión Panamericana_ EL SEMINARIO DE CUENCA] El que visita a Cuenca hoy recibe una agradable 15 sorpresa al contemplar la magnífica apariencia de los sólidos edificios y la gran actividad y movimiento comercial que se advierte en las calles.
12.--SAN MIGUEL ALLENDE Unos cuantos minutos más, y estoy ya[1] dentro de San Miguel el Grande,[2] dentro de esa ciudad donde todo es amable, donde todo es bello, donde son simpáticas hasta las pobres muchachuelas que con sus zagalejos atraviesan las calles, cargadas con su verdura, con sus aves, o con sus manojos de flores.
28.--EL DÍA DE MUERTOS[1] EN MI PUEBLO En los hogares del pobre, en las calles y plazas de mi pueblo, en los senderos que conducen a la huerta y a la montaña, hay, antes de llegar el día de Muertos, un movimiento inusitado y extraordinario: Diríase que se prepara una gran fiesta en la cual deben tomar parte todos los corazones.
Pero ¡calle!
pero ¡calle!
pero, ¡calle!
Bajé a la calle.
en ninguna calle.
calle, _f._, street.
callar, to be silent; ¡calle!
Concluido el discurso, salimos a la calle.
calle=, _with a bound I reached the street_.
Sinforoso y poniéndole de patitas en la calle....
San Felipe= = _y en parte de la calle de San Felipe_.
boca-calle, _f._, entrance (end _or_ opening) to a street.
LA CASA La casa en que vivo está en la calle de Wáshington.
les pregunta en la calle un amigo importuno, señalándoles el traje.
Don Juan llegó al palacio y se metió detrás de la puerta de la calle.
Sonaron en la calle tambores y zambombas y alegre chasquido de panderos.
El primero se adivina por tres angostísimas ventanas abiertas á la calle.
of_ =calleja=, _which is, in turn, a depreciative of_ =calle=), narrow street.
of_ =callar= =callar= to be silent =calle= _f._ street =calló= _3 sing.
Satisfecho ya el capricho, dejé la calle de las Infantas, y me fuí á casa de un amigo.
Merecía que se las llevaran á la calle de Chicarreros[3] y se las engarzasen en oro....
porque es humilde como las piedras de la calle, que se dejan pisar de todo el mundo....
Y los dos hermanos quedaron abrazados y sollozando algunos minutos en medio de la calle.
Éste fué hallado por el sereno de la calle de la Perseguida en el portal de la señora Da.
Porque en el invierno le cierran las puertas de las casas, y tiene que estarse en la calle.
Oir Alvar este grito, exhalar otro de sorpresa y alegría, y lanzarse á la calle, todo fué uno.
El espanto, la violencia y la herida que le causó fueron tales que quedó desmayada en la calle.
Pocos minutos después estaba en la calle, con su lío al brazo, en compañía de Bolina y Tremontorio.
Á no ser por ese noble distintivo, cualquiera le creería un lonjista de la calle de Culebras.[1] ...
Al llegar la noche, apretado por la necesidad, desfallecido, bajó á la calle á implorar una limosna.
Nieves, una señora viuda que vive sola en la calle de la Perseguida, á quien debe mi yerno su empleo.
De pronto leí en letras gordas: _El crimen de la calle de la Perseguida_, y quedé helado por el terror.
Quién diria que esos dos que parecen tan amigos, si dentro de media hora se encuentran en una calle obscura ...
Pues si todos los confesonarios fueran por el mismo estilo, acudirían más penitentes que piedras hay en la calle....
The text of _El crimen de la calle de la Perseguida_ and of _Los puritanos_ is taken from the _Obras Completas de D.
of_ =pata=): =poner de patitas en la calle=, to push some one out (into the street) with one's foot, put out forcibly.
Vine á parar á esta misma casa, esto es, á la misma posada; la casa estaba entonces situada en la calle del Barquillo.
Notice the use of _haya_ instead of tenga, although possession is indicated.] [Footnote 3: la calle de Chicarreros.
Será cosa, á más tardar, del viernes ó el sábado, me dije después de comer, encendiendo un cigarro y echándome á la calle.
Al oirme, suelta sus manos, ríe, se aprieta los ijares, alborota la calle, y pónenos á entrambos en escena.--¡Bien, mi amigo!
Éste es Juan de quien tanto os he hablado, á quien acabo de encontrar en la calle á punto de morirse helado entre la nieve....
De un salto me planté en la calle{5-3} y corrí hasta la esquina; pero allí me hice cargo de que venía sin sombrero, y me volví.
Mas he aquí que en la calle de Altavilla, cuando ya me iba serenando,{6-2} se acerca de improviso un guardia del Ayuntamiento.
Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos á mi alrededor.
Las habitaciones, espaciosas, bien iluminadas, de altos techos, se suceden una tras otra[94] en línea perpendicular a la calle.
Me empeñé hoy en ir á la tertulia de unas primas, que viven en la calle de Fuencarral, y papá mandó á Manuel que me acompañase.
Durante el juego, uno de los perros tiró un zapato al aire con tal fuerza que cayó a la calle en el momento en que pasaba una mujer.
Durante algunos meses vivió el ciego sin salir á la calle más que para cumplir su obligación; de casa á la iglesia, y de la iglesia á casa.
Ya no seguí, pues, la calle de las Infantas como acostumbraba después de almorzar, ni aun para ir á la de Valverde, donde vivían unos amigos.
puede suponer, esto, lejos de hacerme desistir, me animó á quedarme petrificado en la esquina de la primer boca-calle, en contemplación extática.
En fin, no quedó nada que hacer.{7-1} Cuando al fin la tertulia se deshizo y en la calle me separé de mis compañeros, estaba un poco más sosegado.
En cuanto cerrábamos la puerta del portal, cerraba ella la del piso y nos dejaba casi en tinieblas; porque la luz que entraba de la calle era escasísima.
Salgo á la calle un poco disgustado, como cualquier otro orador en el mismo caso, y sigo mi camino, no sin volver repetidas veces la cabeza hacia el balcón.
Pude observar á la tenue claridad que entraba de la calle, que ponían siempre por delante uno como más fuerte ó resuelto, detrás del cual los otros se guarecían.
Pues yo no me voy sin verla, me dije, y pian pianito, comencé á pasear la calle sin perder de vista la casa, con la misma frescura que un cadete de Estado Mayor.
Al propio tiempo _Heredia_ fijó en él sus ojos; y dando un grito y un salto como si le hubiese picado una víbora, arrancó á correr hacia la calle de San Jerónimo.
El tiempo fué pasando 25 y para colmo de todas sus desdichas[169] la calle se iba llenando de gente que acudía a ver[170] los famosos americanos.
Oro y viandas recataba con la falda de su vestido, cuando al volver una calle de rosales tropezó con su padre, que también había salido á distraer allí sus melancolías.
bien se lo dije yo: «¡Mira que ésa es _callealtera_, y no puede ser buena!» --Los de la calle Alta tienen la cara muy limpia, y se la pueden enseñar á todo el mundo...
La hierba crecía entre las piedras de la mísera calle como prueba de su silencio y abandono, y en muchos sitios se veían cenizas arrojadas al viento y groseros platos de barro rotos.
Santiago se golpeaba la cabeza: su esposa lloraba: los chicos atónitos le decían estrechándole la mano: ¿No volverás á tener hambre ni á salir á la calle sin paraguas, verdad, tiito?...
No necesitaré decirle que, por más que me sintiese avergonzado de aquella aventura, seguí dando vueltas á la misma hora por la calle, y que el tiroteo era cada vez más intenso y animado.
Por fin uno de entre ellos empezó a dibujar una vaca y el mozo que estaba escudriñando lo que hacía, echóse a la calle disparado como una bala, dejándolos a todos pensativos y atónitos.
Pensando en lo que había de decir á mis colegas cuando me viese entre ellos, y en el modo mejor de explicarles la causa del fracaso, crucé la plaza del Rey y entré en la calle de las Infantas.
Habían llegado á la calle del Cristo,[1] y la luz que se divisaba en uno de sus extremes parecía ser la del farolillo que alumbraba en aquella época, y alumbra aún, á la imagen que le da su nombre.
Al fin, otro desgraciado le facilitó una guitarra vieja y rota, y después de arreglarla del mejor modo que pudo, y después de derramar abundantes lágrimas, salió cierta noche de diciembre á la calle.
Casi al mismo tiempo que ellos en la calle, aparecieron en sus respectivos balcones la mujer de Bolina, rodeada de sus nietos, y la del pobre Tuerto, sola, desgreñada y dando alaridos de desconsuelo.
Me ceñí á la pared por el lado de la sombra, y haciendo el menor{6-1} ruido con los pasos, doblé pronto la esquina de la calle de la Perseguida, entré en la de San Joaquín y caminé la vuelta de mi casa.
Para llevar á cabo este propósito, lo primero que se me ocurrió fué no acordarme más de Teresa, ni pasar siquiera por su calle, aunque fuese camino obligado: después, abreviar cuanto pudiese los asuntos.
Le pregunté por señas si salía de paseo, y me contestó que sí: y en efecto, un día aguardé en la calle hasta las cuatro y la vi salir en compañía de una señora, que debía de ser su mamá, y de dos hermanitos.
Habló después de las primas de la calle de Fuencarral; una era muy bonita, la otra graciosa solamente: las dos tenían novio, pero no valían{23-5} cuatro cuartos: chiquillos que todavía estudiaban en el Instituto.
La aludida casa está separada de la en que escribo por la calle, que no es muy ancha; y mis vecinos, lo mismo en invierno que en verano, saldan todas sus cuentas y ventilan los asuntos más graves, de balcón á balcón.
Pero cuando más embebido andaba en mis pensamientos y planes políticos, y cuando ya estaba próximo á doblar la esquina de la calle, he aquí que siento un brazo que se apoya en el mío y una voz que me dice: --¿Va V.
Pero apenas se habían tocado los aceros y antes que ninguno de los combatientes hubiese podido dar un solo paso ó intentar un golpe, la luz se apagó[1] de repente y la calle quedó sumida en la obscuridad más profunda.
Antes de pasar más adelante, debe saber el lector que, desde tiempo inmemorial, existe entre los mareantes de la calle Alta y los de la del Mar, barrios diametralmente opuestos de Santander, una antipatía inextinguible.
Era un sublime apasionado, un nervioso, uno de esos divinos semilocos necesarios para el progreso humano, lamentables cristos del arte, que por amor al eterno ideal tienen su calle de la amargura, sus espinas y su cruz.
Al oir este coro desgarrador, los tres marineros apretaron el paso, los vecinos de la calle salieron á sus balcones, y yo me decidí á seguir á mis conocidos hasta el desenlace de la escena, cuyo principio había presenciado.
En el momento en que estaban lidiando el toro de muerte, un vecino, de muchos años y de mucho entendimiento, vió á la madre del torero arrodillada á los pies de un Santo Cristo muy milagroso que se veneraba en una calle del pueblo.
Cristina y su madre nos esperaban, en efecto, y juntos nos dirigimos á casa de la tía de Fernando, que estaba situada en la plaza del pueblo, haciendo esquina á una calle estrecha y sombría, en la que, sin saber por qué, entré con una profunda tristeza.
Era frecuente encontrarla en la calle llevando y trayendo floreros y candelabros para adornar los altares, y en vísperas de las grandes fiestas no volvía á salir de la iglesia ni para comer, afanada como una hormiga en los preparativos de la solemnidad.
No es raro que la propiedad se extienda desde una calle hasta la que limita la manzana por el lado opuesto, y en este caso la parte posterior está ocupada por el huerto o fondo, como familiarmente se le llama, y donde suele haber añosos árboles frutales.
Entonces, por consideración á su debilidad, le tuvieron algunos días más de cortesía, muy pocos, y después le pusieron en la calle, gloriándose mucho de dejarle libre el baúl y la ropa, ya que con ella podían cobrarse de los pocos reales que les quedaba á deber.
Por la tarde el criado había dejado inadvertidamente abierta la ventana del gabinete; ésta, como es sabido, daba á una calle estrecha, y en la casa de enfrente, en una pobre habitación, se hallaba el cadáver de aquella joven desconocida, velado por la madre de Teresa.
Al llegar al extremo de la calle sentí la necesidad imperiosa de verla otra vez, y di la vuelta, no sin percibir cierta vergüenza en el fondo del corazón, pues ni mi edad, ni mi estado, me autorizaban semejantes informalidades; mucho menos tratándose de tal criaturita.
Espronceda describes effectively a similar miraculous extinguishing and relighting of a lamp before a shrine, in Part IV of his _Estudiante de Salamanca_: La moribunda lámpara que ardía Trémula lanza su postrer fulgor, Y en honda obscuridad, noche sombría La misteriosa calle encapotó.
Y el muchacho, que sabe por experiencia que su padre no amenaza en vano, á pesar de las señas que le hace su madre para que calle, cierra los ojos y dice rápidamente, como si le quemaran la boca las palabras: --Mi madre trajo esta mañana un cuartillo de aguardiente, y tiene la botella escondía en el jergón de la cama.
El gabinete tenía una sola ventana con vistas á la calle estrecha y sombría, á la que hacía esquina la casa de Fernando; enfrente de la ventana había un armario de espejo; á un lado de éste estaba la puerta de la alcoba, al otro una mesita de escribir; algunas sillas iguales á las del dormitorio completaban el mueblaje del gabinete que diez años antes perteneció á la tía de Fernando.
Allí se ha generalizado, desde hace algunos años, la casa de estilo marcadamente parisiense, y de aquí que[99] se la designe con el nombre francés de «petit hôtel.» A la puerta exterior principal que da a[100] la calle, sigue el zaguán, que conduce al _hall_,[101] palabra[102] muy corriente en el Río de la Plata desde que los nuevos tipos de edificación han comenzado a reemplazar a los antiguos.
San Pedro lo es de la calle Alta, ó _Cabildo de Arriba_, y la calle del Mar, ó _Cabildo de Abajo_, está encomendado al amparo de los santos mártires Emeterio y Celedonio,{168-2} á cuyas gloriosas cabezas, de las que se cuenta que llegaron milagrosamente á este puerto en un barco de piedra, ha dedicado, construyéndola á sus expensas, una bonita capilla en el barrio de Miranda, dominando una gran extensión de mar.
Detrás de la cerca de limón, veo una ancha calle con doble fila de matas de cocos, naranjas y _caimitos_; por más allá[3] se divisan los cuadros de cafetos, cargados de blancas flores que imitan el azahar, cortados a la misma altura y que devuelven hacia la tierra sus copiosas y redondas ramas; sobresalen entre los cafetos las matas de plátanos, que con sus hermosos racimos ofrecen abundoso alimento, regalo de una tierra providencial.
Por lo general se ven verjas en los jardines, en las ventanas pequeñas o las que ofrecen un acceso peligroso desde la calle, las cuales[56] por eso se mantienen abiertas sólo _de_ día.[57] El herrero hace, como se lo dije[58] ya, los balcones de hierro, el armazón de las claraboyas, las escaleras, sobre todo las que se llaman de caracol, que son generalmente de hierro y se conocen con ese nombre[59] por estar[60] construidas sobre un eje.
Entonces me tocó llevar la voz cantante, y le dije al oído mil requiebros y ternezas, explicándola por menudo el amor que me había inspirado y lo que había sufrido en los días en que no pasé por su calle: recordéle todos los pormenores, hasta los más insignificantes, de nuestro conocimiento visual y epistolar, y le di cuenta de los vestidos que le había visto{27-1} y de los adornos, á fin de que comprendiese la profunda impresión que me había causado.
III Quince días después de la escena que acabamos de referir, y á eso de las nueve de la mañana, muchísima gente ociosa presenciaba, en la calle de San Juan de Dios y parte de la de San Felipe{41-1} de aquella misma capital, la reunión de dos compañías de migueletes que debían salir á las nueve y media en busca de _Parrón_, cuyo paradero, así como sus señas personales y las de todos sus compañeros de fechorías, había al fin averiguado el Conde del Montijo.
Si de vuelta de correr la sardina salía alcanzada la mujer del Tuerto en la cuenta que éste le tomaba rigorosamente, en el balcón se oía la primera guantada de las que administraba el desdichado marido á su costilla; desde el balcón llamaba á su padre, á su madre y á Tremontorio; desde el balcón les contaba lo sucedido, y renegaba furibundo de su mujer; desde el balcón imploraba el auxilio de Dios..., y de balcón á balcón se enredaba un diálogo animadísimo que entretenía, por espacio de media hora, á las gentes de la calle.
El pobre niño creció en la sombra, y jamás vió el sol más que desde la ventana de la sola pieza que había en la casa de sus padres; todo el día estaba solo; su madre lavaba la ropa en casa de un rico arrendador; su padre labraba los campos; su hermana llevaba á pacer las vacas de un vecino; cuando con gran trabajo conseguía el pobre niño dejar su camita de paja, se apoyaba en dos pequeñas muletas que su padre le había hecho de las ramas de un sauce, y salía á la puerta de la calle: pero allí no llegaba el sol nunca; la calle era tan estrecha y tan obscura....
¡calle!
=calle=, _f._, street.
[Footnote 1: calle de Culebras.
¿Era ancha y luminosa la calle?
¿Salió muy contento a la calle?
¿Qué decía para sí en la calle?
[Footnote 1: la calle del Cristo.
¿Podía salir de la puerta de la calle?
¿Qué dijo para sí cuando estaba en la calle?
=calle,= _f._, street; =-- de las Infantas,= _prop.
--¿Y los de la calle que las vean pasar a su casa, Da.
=calle=, _f._, street, lane; =por las calles=, in the streets.
--No conozco al virrey en la calle, después de las diez de la noche.
--¿Entonces, por qué ha dejado de venir á verme y de pasar por la calle de día?
¿Hubiera usted esperado una hora entera antes de ponerle de patitas en la calle?
=boca,= mouth; =-- arriba,= (lying) on one's back; =-- calle,= _f._, opening _or_ end of a street.
--_Miguel Cané_ (ARGENTINO) Chapter Footnotes: [1] =calle Florida.= The most fashionable street in Buenos Aires.
--Lo que eres tú, me lo sé yo muy bien; y no me acomoda que el mejor día amanezcan los ángeles de Dios aterecíos á la puerta de la calle.
--Yo digo la verdá aunque sea delante del mi marido,--replica la de la buhardilla, mirando de reojo á una esquina de la calle y bajando la voz así que ve al Tuerto.
--Yo--replica con mucha calma la vieja;--yo que los he recogido muchas veces en mi casa, porque tú los dejas desnudos y abandonaos en la calle cuando te vas á hacer de las tuyas de taberna en taberna...
=salir=, to come out (_or_ forth), go out, get out, start, rise (_of the sun, etc._); =salir á la calle=, to go out on the street; =salir al paso=, to come out to meet; =salir de=, to come (_or_ go) out of, leave.
26.--EL LUTO Ya han pasado dos meses y las niñas están cansadas del encierro, y abren algún tanto y por un momento, un postigo, para ver _algo_ de la calle y oír el órgano que toca en la esquina o en otra parte.
23.--BOGOTÁ Pero, me diréis, ¿los bogotanos no pasean, no tienen un punto de reunión, un club, una calle predilecta, algo como los bulevares, nuestra calle Florida,[1] el Ringstrasse de Viena, el Unter den Linden de Berlín, El Corso de Roma, el Broadway de New York, o el Park Lane de Londres?
17.--EN UN VELORIO A eso de[1] la una de la madrugada, el velorio está en su punto.[2] Tres o cuatro jóvenes, en la puerta de la calle, charlan, disputan, manotean, y hasta lanzan alguna pedrada a un gato, que tiene la mala ocurrencia de dejarse ver por aquellos contornos; y al cual, le aciertan casualmente, causando esto sumo regocijo al grupo, que no sabe cómo celebrar el tino del que tan flaco servicio[3] le acaba de hacer al micho.
He gastao en velas pa los Santos Mártiles, á ver si la quitan el vicio, un sentío..., y como si callara...
=callar,= to be silent, pass over in silence, conceal; =y como si callara,= and all in vain.
He gastao en velas pa los Santos Mártiles, á ver si la quitan el vicio, un sentío..., y como si callara...
=callar,= to be silent, pass over in silence, conceal; =y como si callara,= and all in vain.
calla...
Tú, que de nada sirves, calla el pico.
El chiquitín tiembla de miedo, mira alternativamente á su padre y á su madre, y calla.
Largo rato Neira respira fatigosamente y el chico, inclinado sobre él, calla lleno de estupor y de miedo.
Cuando me rindo del dolor al peso, Cuando la negra duda me avasalla, Se me cuelga del cuello, me da un beso, Se le saltan las lágrimas, y calla.
of_ =caer= =caliente= hot =calor= _m._ heat, warmth; =hace (hacía) calor= it is (was) hot; =hace (hacía) mucho calor= it is (was) very hot =caluroso= warm =calla= _impv.
Poco á poco fué extinguiéndose en ella aquel acompasado son, que es el último vibrar de la vida, y al fin todo calló, como calla la máquina del reloj que se para; y la linda Celinina fué un gracioso bulto, inerte y frío como mármol, blanco y transparente como la purificada cera que arde en los altares.
=¡calla!= hold on!
Pero ¡calle!
pero ¡calle!
pero, ¡calle!
Bajé a la calle.
en ninguna calle.
calle, _f._, street.
callar, to be silent; ¡calle!
Concluido el discurso, salimos a la calle.
calle=, _with a bound I reached the street_.
Sinforoso y poniéndole de patitas en la calle....
San Felipe= = _y en parte de la calle de San Felipe_.
boca-calle, _f._, entrance (end _or_ opening) to a street.
LA CASA La casa en que vivo está en la calle de Wáshington.
les pregunta en la calle un amigo importuno, señalándoles el traje.
Don Juan llegó al palacio y se metió detrás de la puerta de la calle.
Sonaron en la calle tambores y zambombas y alegre chasquido de panderos.
El primero se adivina por tres angostísimas ventanas abiertas á la calle.
of_ =calleja=, _which is, in turn, a depreciative of_ =calle=), narrow street.
of_ =callar= =callar= to be silent =calle= _f._ street =calló= _3 sing.
Satisfecho ya el capricho, dejé la calle de las Infantas, y me fuí á casa de un amigo.
Merecía que se las llevaran á la calle de Chicarreros[3] y se las engarzasen en oro....
porque es humilde como las piedras de la calle, que se dejan pisar de todo el mundo....
Y los dos hermanos quedaron abrazados y sollozando algunos minutos en medio de la calle.
Éste fué hallado por el sereno de la calle de la Perseguida en el portal de la señora Da.
Porque en el invierno le cierran las puertas de las casas, y tiene que estarse en la calle.
Oir Alvar este grito, exhalar otro de sorpresa y alegría, y lanzarse á la calle, todo fué uno.
El espanto, la violencia y la herida que le causó fueron tales que quedó desmayada en la calle.
Pocos minutos después estaba en la calle, con su lío al brazo, en compañía de Bolina y Tremontorio.
Á no ser por ese noble distintivo, cualquiera le creería un lonjista de la calle de Culebras.[1] ...
Al llegar la noche, apretado por la necesidad, desfallecido, bajó á la calle á implorar una limosna.
Nieves, una señora viuda que vive sola en la calle de la Perseguida, á quien debe mi yerno su empleo.
De pronto leí en letras gordas: _El crimen de la calle de la Perseguida_, y quedé helado por el terror.
Quién diria que esos dos que parecen tan amigos, si dentro de media hora se encuentran en una calle obscura ...
Pues si todos los confesonarios fueran por el mismo estilo, acudirían más penitentes que piedras hay en la calle....
The text of _El crimen de la calle de la Perseguida_ and of _Los puritanos_ is taken from the _Obras Completas de D.
of_ =pata=): =poner de patitas en la calle=, to push some one out (into the street) with one's foot, put out forcibly.
Vine á parar á esta misma casa, esto es, á la misma posada; la casa estaba entonces situada en la calle del Barquillo.
Notice the use of _haya_ instead of tenga, although possession is indicated.] [Footnote 3: la calle de Chicarreros.
Será cosa, á más tardar, del viernes ó el sábado, me dije después de comer, encendiendo un cigarro y echándome á la calle.
Al oirme, suelta sus manos, ríe, se aprieta los ijares, alborota la calle, y pónenos á entrambos en escena.--¡Bien, mi amigo!
Éste es Juan de quien tanto os he hablado, á quien acabo de encontrar en la calle á punto de morirse helado entre la nieve....
De un salto me planté en la calle{5-3} y corrí hasta la esquina; pero allí me hice cargo de que venía sin sombrero, y me volví.
Mas he aquí que en la calle de Altavilla, cuando ya me iba serenando,{6-2} se acerca de improviso un guardia del Ayuntamiento.
Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos á mi alrededor.
Las habitaciones, espaciosas, bien iluminadas, de altos techos, se suceden una tras otra[94] en línea perpendicular a la calle.
Me empeñé hoy en ir á la tertulia de unas primas, que viven en la calle de Fuencarral, y papá mandó á Manuel que me acompañase.
Durante el juego, uno de los perros tiró un zapato al aire con tal fuerza que cayó a la calle en el momento en que pasaba una mujer.
Durante algunos meses vivió el ciego sin salir á la calle más que para cumplir su obligación; de casa á la iglesia, y de la iglesia á casa.
Ya no seguí, pues, la calle de las Infantas como acostumbraba después de almorzar, ni aun para ir á la de Valverde, donde vivían unos amigos.
puede suponer, esto, lejos de hacerme desistir, me animó á quedarme petrificado en la esquina de la primer boca-calle, en contemplación extática.
En fin, no quedó nada que hacer.{7-1} Cuando al fin la tertulia se deshizo y en la calle me separé de mis compañeros, estaba un poco más sosegado.
En cuanto cerrábamos la puerta del portal, cerraba ella la del piso y nos dejaba casi en tinieblas; porque la luz que entraba de la calle era escasísima.
Salgo á la calle un poco disgustado, como cualquier otro orador en el mismo caso, y sigo mi camino, no sin volver repetidas veces la cabeza hacia el balcón.
Pude observar á la tenue claridad que entraba de la calle, que ponían siempre por delante uno como más fuerte ó resuelto, detrás del cual los otros se guarecían.
Pues yo no me voy sin verla, me dije, y pian pianito, comencé á pasear la calle sin perder de vista la casa, con la misma frescura que un cadete de Estado Mayor.
Al propio tiempo _Heredia_ fijó en él sus ojos; y dando un grito y un salto como si le hubiese picado una víbora, arrancó á correr hacia la calle de San Jerónimo.
El tiempo fué pasando 25 y para colmo de todas sus desdichas[169] la calle se iba llenando de gente que acudía a ver[170] los famosos americanos.
Oro y viandas recataba con la falda de su vestido, cuando al volver una calle de rosales tropezó con su padre, que también había salido á distraer allí sus melancolías.
bien se lo dije yo: «¡Mira que ésa es _callealtera_, y no puede ser buena!» --Los de la calle Alta tienen la cara muy limpia, y se la pueden enseñar á todo el mundo...
La hierba crecía entre las piedras de la mísera calle como prueba de su silencio y abandono, y en muchos sitios se veían cenizas arrojadas al viento y groseros platos de barro rotos.
Santiago se golpeaba la cabeza: su esposa lloraba: los chicos atónitos le decían estrechándole la mano: ¿No volverás á tener hambre ni á salir á la calle sin paraguas, verdad, tiito?...
No necesitaré decirle que, por más que me sintiese avergonzado de aquella aventura, seguí dando vueltas á la misma hora por la calle, y que el tiroteo era cada vez más intenso y animado.
Por fin uno de entre ellos empezó a dibujar una vaca y el mozo que estaba escudriñando lo que hacía, echóse a la calle disparado como una bala, dejándolos a todos pensativos y atónitos.
Pensando en lo que había de decir á mis colegas cuando me viese entre ellos, y en el modo mejor de explicarles la causa del fracaso, crucé la plaza del Rey y entré en la calle de las Infantas.
Habían llegado á la calle del Cristo,[1] y la luz que se divisaba en uno de sus extremes parecía ser la del farolillo que alumbraba en aquella época, y alumbra aún, á la imagen que le da su nombre.
Al fin, otro desgraciado le facilitó una guitarra vieja y rota, y después de arreglarla del mejor modo que pudo, y después de derramar abundantes lágrimas, salió cierta noche de diciembre á la calle.
Casi al mismo tiempo que ellos en la calle, aparecieron en sus respectivos balcones la mujer de Bolina, rodeada de sus nietos, y la del pobre Tuerto, sola, desgreñada y dando alaridos de desconsuelo.
Me ceñí á la pared por el lado de la sombra, y haciendo el menor{6-1} ruido con los pasos, doblé pronto la esquina de la calle de la Perseguida, entré en la de San Joaquín y caminé la vuelta de mi casa.
Para llevar á cabo este propósito, lo primero que se me ocurrió fué no acordarme más de Teresa, ni pasar siquiera por su calle, aunque fuese camino obligado: después, abreviar cuanto pudiese los asuntos.
Le pregunté por señas si salía de paseo, y me contestó que sí: y en efecto, un día aguardé en la calle hasta las cuatro y la vi salir en compañía de una señora, que debía de ser su mamá, y de dos hermanitos.
Habló después de las primas de la calle de Fuencarral; una era muy bonita, la otra graciosa solamente: las dos tenían novio, pero no valían{23-5} cuatro cuartos: chiquillos que todavía estudiaban en el Instituto.
La aludida casa está separada de la en que escribo por la calle, que no es muy ancha; y mis vecinos, lo mismo en invierno que en verano, saldan todas sus cuentas y ventilan los asuntos más graves, de balcón á balcón.
Pero cuando más embebido andaba en mis pensamientos y planes políticos, y cuando ya estaba próximo á doblar la esquina de la calle, he aquí que siento un brazo que se apoya en el mío y una voz que me dice: --¿Va V.
Pero apenas se habían tocado los aceros y antes que ninguno de los combatientes hubiese podido dar un solo paso ó intentar un golpe, la luz se apagó[1] de repente y la calle quedó sumida en la obscuridad más profunda.
Antes de pasar más adelante, debe saber el lector que, desde tiempo inmemorial, existe entre los mareantes de la calle Alta y los de la del Mar, barrios diametralmente opuestos de Santander, una antipatía inextinguible.
Era un sublime apasionado, un nervioso, uno de esos divinos semilocos necesarios para el progreso humano, lamentables cristos del arte, que por amor al eterno ideal tienen su calle de la amargura, sus espinas y su cruz.
Al oir este coro desgarrador, los tres marineros apretaron el paso, los vecinos de la calle salieron á sus balcones, y yo me decidí á seguir á mis conocidos hasta el desenlace de la escena, cuyo principio había presenciado.
En el momento en que estaban lidiando el toro de muerte, un vecino, de muchos años y de mucho entendimiento, vió á la madre del torero arrodillada á los pies de un Santo Cristo muy milagroso que se veneraba en una calle del pueblo.
Cristina y su madre nos esperaban, en efecto, y juntos nos dirigimos á casa de la tía de Fernando, que estaba situada en la plaza del pueblo, haciendo esquina á una calle estrecha y sombría, en la que, sin saber por qué, entré con una profunda tristeza.
Era frecuente encontrarla en la calle llevando y trayendo floreros y candelabros para adornar los altares, y en vísperas de las grandes fiestas no volvía á salir de la iglesia ni para comer, afanada como una hormiga en los preparativos de la solemnidad.
No es raro que la propiedad se extienda desde una calle hasta la que limita la manzana por el lado opuesto, y en este caso la parte posterior está ocupada por el huerto o fondo, como familiarmente se le llama, y donde suele haber añosos árboles frutales.
Entonces, por consideración á su debilidad, le tuvieron algunos días más de cortesía, muy pocos, y después le pusieron en la calle, gloriándose mucho de dejarle libre el baúl y la ropa, ya que con ella podían cobrarse de los pocos reales que les quedaba á deber.
Por la tarde el criado había dejado inadvertidamente abierta la ventana del gabinete; ésta, como es sabido, daba á una calle estrecha, y en la casa de enfrente, en una pobre habitación, se hallaba el cadáver de aquella joven desconocida, velado por la madre de Teresa.
Al llegar al extremo de la calle sentí la necesidad imperiosa de verla otra vez, y di la vuelta, no sin percibir cierta vergüenza en el fondo del corazón, pues ni mi edad, ni mi estado, me autorizaban semejantes informalidades; mucho menos tratándose de tal criaturita.
Espronceda describes effectively a similar miraculous extinguishing and relighting of a lamp before a shrine, in Part IV of his _Estudiante de Salamanca_: La moribunda lámpara que ardía Trémula lanza su postrer fulgor, Y en honda obscuridad, noche sombría La misteriosa calle encapotó.
Y el muchacho, que sabe por experiencia que su padre no amenaza en vano, á pesar de las señas que le hace su madre para que calle, cierra los ojos y dice rápidamente, como si le quemaran la boca las palabras: --Mi madre trajo esta mañana un cuartillo de aguardiente, y tiene la botella escondía en el jergón de la cama.
El gabinete tenía una sola ventana con vistas á la calle estrecha y sombría, á la que hacía esquina la casa de Fernando; enfrente de la ventana había un armario de espejo; á un lado de éste estaba la puerta de la alcoba, al otro una mesita de escribir; algunas sillas iguales á las del dormitorio completaban el mueblaje del gabinete que diez años antes perteneció á la tía de Fernando.
Allí se ha generalizado, desde hace algunos años, la casa de estilo marcadamente parisiense, y de aquí que[99] se la designe con el nombre francés de «petit hôtel.» A la puerta exterior principal que da a[100] la calle, sigue el zaguán, que conduce al _hall_,[101] palabra[102] muy corriente en el Río de la Plata desde que los nuevos tipos de edificación han comenzado a reemplazar a los antiguos.
San Pedro lo es de la calle Alta, ó _Cabildo de Arriba_, y la calle del Mar, ó _Cabildo de Abajo_, está encomendado al amparo de los santos mártires Emeterio y Celedonio,{168-2} á cuyas gloriosas cabezas, de las que se cuenta que llegaron milagrosamente á este puerto en un barco de piedra, ha dedicado, construyéndola á sus expensas, una bonita capilla en el barrio de Miranda, dominando una gran extensión de mar.
Detrás de la cerca de limón, veo una ancha calle con doble fila de matas de cocos, naranjas y _caimitos_; por más allá[3] se divisan los cuadros de cafetos, cargados de blancas flores que imitan el azahar, cortados a la misma altura y que devuelven hacia la tierra sus copiosas y redondas ramas; sobresalen entre los cafetos las matas de plátanos, que con sus hermosos racimos ofrecen abundoso alimento, regalo de una tierra providencial.
Por lo general se ven verjas en los jardines, en las ventanas pequeñas o las que ofrecen un acceso peligroso desde la calle, las cuales[56] por eso se mantienen abiertas sólo _de_ día.[57] El herrero hace, como se lo dije[58] ya, los balcones de hierro, el armazón de las claraboyas, las escaleras, sobre todo las que se llaman de caracol, que son generalmente de hierro y se conocen con ese nombre[59] por estar[60] construidas sobre un eje.
Entonces me tocó llevar la voz cantante, y le dije al oído mil requiebros y ternezas, explicándola por menudo el amor que me había inspirado y lo que había sufrido en los días en que no pasé por su calle: recordéle todos los pormenores, hasta los más insignificantes, de nuestro conocimiento visual y epistolar, y le di cuenta de los vestidos que le había visto{27-1} y de los adornos, á fin de que comprendiese la profunda impresión que me había causado.
III Quince días después de la escena que acabamos de referir, y á eso de las nueve de la mañana, muchísima gente ociosa presenciaba, en la calle de San Juan de Dios y parte de la de San Felipe{41-1} de aquella misma capital, la reunión de dos compañías de migueletes que debían salir á las nueve y media en busca de _Parrón_, cuyo paradero, así como sus señas personales y las de todos sus compañeros de fechorías, había al fin averiguado el Conde del Montijo.
Si de vuelta de correr la sardina salía alcanzada la mujer del Tuerto en la cuenta que éste le tomaba rigorosamente, en el balcón se oía la primera guantada de las que administraba el desdichado marido á su costilla; desde el balcón llamaba á su padre, á su madre y á Tremontorio; desde el balcón les contaba lo sucedido, y renegaba furibundo de su mujer; desde el balcón imploraba el auxilio de Dios..., y de balcón á balcón se enredaba un diálogo animadísimo que entretenía, por espacio de media hora, á las gentes de la calle.
El pobre niño creció en la sombra, y jamás vió el sol más que desde la ventana de la sola pieza que había en la casa de sus padres; todo el día estaba solo; su madre lavaba la ropa en casa de un rico arrendador; su padre labraba los campos; su hermana llevaba á pacer las vacas de un vecino; cuando con gran trabajo conseguía el pobre niño dejar su camita de paja, se apoyaba en dos pequeñas muletas que su padre le había hecho de las ramas de un sauce, y salía á la puerta de la calle: pero allí no llegaba el sol nunca; la calle era tan estrecha y tan obscura....
¡calle!
=calle=, _f._, street.
[Footnote 1: calle de Culebras.
¿Era ancha y luminosa la calle?
¿Salió muy contento a la calle?
¿Qué decía para sí en la calle?
[Footnote 1: la calle del Cristo.
¿Podía salir de la puerta de la calle?
¿Qué dijo para sí cuando estaba en la calle?
=calle,= _f._, street; =-- de las Infantas,= _prop.
--¿Y los de la calle que las vean pasar a su casa, Da.
=calle=, _f._, street, lane; =por las calles=, in the streets.
--No conozco al virrey en la calle, después de las diez de la noche.
--¿Entonces, por qué ha dejado de venir á verme y de pasar por la calle de día?
¿Hubiera usted esperado una hora entera antes de ponerle de patitas en la calle?
=boca,= mouth; =-- arriba,= (lying) on one's back; =-- calle,= _f._, opening _or_ end of a street.
--_Miguel Cané_ (ARGENTINO) Chapter Footnotes: [1] =calle Florida.= The most fashionable street in Buenos Aires.
--Lo que eres tú, me lo sé yo muy bien; y no me acomoda que el mejor día amanezcan los ángeles de Dios aterecíos á la puerta de la calle.
--Yo digo la verdá aunque sea delante del mi marido,--replica la de la buhardilla, mirando de reojo á una esquina de la calle y bajando la voz así que ve al Tuerto.
--Yo--replica con mucha calma la vieja;--yo que los he recogido muchas veces en mi casa, porque tú los dejas desnudos y abandonaos en la calle cuando te vas á hacer de las tuyas de taberna en taberna...
=salir=, to come out (_or_ forth), go out, get out, start, rise (_of the sun, etc._); =salir á la calle=, to go out on the street; =salir al paso=, to come out to meet; =salir de=, to come (_or_ go) out of, leave.
26.--EL LUTO Ya han pasado dos meses y las niñas están cansadas del encierro, y abren algún tanto y por un momento, un postigo, para ver _algo_ de la calle y oír el órgano que toca en la esquina o en otra parte.
23.--BOGOTÁ Pero, me diréis, ¿los bogotanos no pasean, no tienen un punto de reunión, un club, una calle predilecta, algo como los bulevares, nuestra calle Florida,[1] el Ringstrasse de Viena, el Unter den Linden de Berlín, El Corso de Roma, el Broadway de New York, o el Park Lane de Londres?
17.--EN UN VELORIO A eso de[1] la una de la madrugada, el velorio está en su punto.[2] Tres o cuatro jóvenes, en la puerta de la calle, charlan, disputan, manotean, y hasta lanzan alguna pedrada a un gato, que tiene la mala ocurrencia de dejarse ver por aquellos contornos; y al cual, le aciertan casualmente, causando esto sumo regocijo al grupo, que no sabe cómo celebrar el tino del que tan flaco servicio[3] le acaba de hacer al micho.
English to Spanish Translation

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